Saito Hajime

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Ella miro con añoranza al hombre que ahora estaba sentada en el comedor con los demás, parecía tan frió, se pregunto si era su presencia, quizá todavía seguía molesto porque su hermana mayor se había negado al matrimonio con un traidor y ella era el remplazo, como las migajas era lo mas que tendría. El solo pensamiento la perturbaba.

La posición de su padre era optima después de la guerra, pero supuestamente las nuevas reglas venidas del shogun, el y su familia debían trasladarse a Edo (actual Tokyo). Parecía mas una mera actitud esclavista como si no estuviera de acuerdo que estuvieran tan lejos y podrían levantarse nuevamente. Por supuesto que todavía eran rumores, pero esos rumores podrían ser muy ciertos.

El hecho de que su padre hubiera concretado ese matrimonio, era algo de lo que Tokugawa no tenia idea aun, para cuando las reglas comenzaran a aplicarse ellos ya estarían casados, así que no habría problema alguno, o eso esperaban, nunca se sabría lo que podía pasar.


El ex-samurai continuo su comida tranquilamente sin molestarse en mirarla y aun con la mirada orgullosa de su hermana mayor que los veía molesta por las decisiones de su padre, que por supuesto ahora no podría decir nada. Y ella...bueno ese era un caso aparte el ser la segunda hija no era del todo perfecto, sabia que su padre tenia una debilidad para cumplir los caprichos de su primogénita, que por supuesto buscarían el mejor postor para ser su esposo, mientes ella misma se quedaba con la migajas de su hermana. Bueno podría haber sido peor y haberse visto obligada a contraer matrimonio con un anciano o algo peor un alcohólico. Podría soportar estar con un hombre frió como el, no parecía tampoco hablador. De hecho según los acuerdos de su matrimonio el cambiaría su apellido por el de su familia.

No tenia un buen apetito después de lo sucedido y se limito a comer su arroz sin muchas ganas, estaba cansada quería descansar en su alcoba, ahora alcoba compartida en una de las partes lejanas de la casa.

Se disculpo con los presentes antes de retirarse de la mesa, pensó que su padre la regañaría por su actitud pero parecía muy distraído. Ella se dirigió directamente a su habitación, quizá un baño podría despejar su mente.





Después de estar sumida un buen rato en las aguas calientes salio del lugar solo para pensar en que su ahora esposo estaría en su cuarto esperándola, quizá su padre esperaría que ellos hicieran "algo" bueno no parecía ser pronto, la sola idea la asustaba. Antes de siquiera de deslizar la puerta de su recamara, cambio de opinión y se dispuso a contemplar las estrellas que casualmente hoy eran mas hermosas.


Se quedo en ese sitio esperando que su destino no fuera cruel, no había sido de la idea de casarse tan pronto, pero ahora estaba muy metida en ese asunto, quizá con el tiempo las cosas podrían ser diferentes. Bueno aun tenia sus pensamientos para escudarse sin tener que tomar en cuenta las duras decisiones de su oscuro futuro.


El cabello índigo llamo su atención pues era una mancha que se dirigía hacia ella, ¿había hecho algo mal? se cuestiono tratando de evitar que sus miradas se encontraran, sin decir ninguna palabra se sentó a su lado, mirando la oscuridad y las estrellas.

El mismo no se había tomado el tiempo de mirar el cielo después de la batalla en donde casi muere. Era distinto vivir así, sin tener misiones, sin matar personas, sin tener a quien servir. Su deber ahora estaba con su nueva familia y con su esposa, sabia que el mismo hombre que lo había recibido con los brazos abiertos esperaba algo de el. Todavía tenia los recuerdos de la batalla frescos en su mente y quizá la herida emocional seria la mas dolorosa de olvidar. Pero tenia que seguir adelante.

Miro a la mujer sentada a su lado, parecía tan tranquila tan serena, cosa que no había visto en la cena ni en días pasados dentro de su vida como esposos, sabia que a diferencia de su antigua prometida ella era distinta, la forma con que se crió y estaba agradecido con que la malcriada niña lo hubiera rechazado.




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