-30-

796 87 10
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¿Cómo está yendo su vida de casados?- preguntó mi madre mientras comíamos

-Bien por ahora- contestó Enrique con una sonrisa antes de morder su carne

-¿Qué hay de ti, Catalina?- me preguntó

-Bien- sonreí

Sonreí porque estaba feliz. Porque ahora estaba casada con mi verdadero amor. Había pasado una semana desde nuestra pequeña unión, pero todavía lo sentía vívido en mi corazón.

-¿Estás feliz?- me preguntó mi padre

-Lo estoy- asentí, pero no necesariamente por estar casada con Enrique

-¿Y cuándo le darán herederos al reino?- preguntó mi madre casualmente

-Todavía no hemos tratado- dijo Enrique con incomodidad

-¿Por qué no?- preguntó ella con las cejas fruncidas

-Madre...- advirtió Carlos

-No, quiero saber- dijo casi enojada- tu coronación será dentro de unos meses y espero poder saber que seré abuela para ese entonces- dijo

-¿No te parece un poco apresurado?- pregunté

-Por supuesto que no. Tendrían que haberse unido en la noche de bodas- dijo- ya me preguntaba yo por qué no había visto guardias en su habitación esa noche- pensó

-Estamos esperando el momento adecuado, madre- dije yo

-Tú estás esperando el momento adecuado, pero te aseguro que Enrique solo está tratando de ser un buen esposo y aguantar tus caprichos- razonó

-Eso no es verdad, ¿cierto, Enrique?- le pregunté pero él solo bajó su cabeza

-¿Lo ves?- rió mi madre- él sí quiere darle un heredero al país porque él sí se interesa; en cambio tú, sólo piensas en el amor que puedas sentir. Abre los ojos niña, no te casaste con él por amor, lo hiciste por tu nación, así que deja de quejarte y dale un heredero. Tantos privilegios que tienes como para hacer caprichos por cosas insignificantes como estas- bufó mi madre y toda la felicidad que tenía, se desvaneció

-Me parece que es suficiente, Isabel- dijo mi padre

-No, no lo es. Francia e Inglaterra necesitan un heredero, esa fue la única razón para esta unión, así que se hará como digo- comenzó mi madre- esta misma noche, exactamente a las diez de la noche, los tres guardias y dos sirvientes asignados irán a la habitación de ambos y allí comenzará el acto. Punto final- concluyó

-En serio no es necesario ser tan arrebatado- dijo Enrique pero mi madre ya había tomado la decisión

-No, Enrique. Se hará hoy- dijo ella

Sin esperar a que nadie diga nada, me levanté casi tirando las copas de la mesa y rápidamente me fui de allí.

Corrí y corrí hasta mis aposentos y con un estruendoso sonido, cerré la puerta. Las lágrimas ya empapaban mi rostro cuando vi a Sebastián sentado en la silla de mi tocador.

Su mirada se juntó con la mía y la alegría que logré ver en ellos, se desvaneció en seguida al ver mi estado.

-¿Qué ha pasado?- se levantó acercándose a mí

Sin contestar envolví mis brazos en su cuello y me permití llorar por lo que parecieron horas.

-¿Qué te pasa, princesa?- preguntó acariciando mi cabello

-Tengo que hablar contigo- sollocé despegándome de su cuerpo

-¿De qué?- preguntó limpiando con sus pulgares mis lágrimas

Tomé su mano y lo llevé a la cama para estar más cómodos.

-Siéntate- dije limpiando mi nariz con la manga de mi vestido

Así lo hizo y esperó a que hablase, mientras yo miraba mis manos entrelazadas cobre mi falda.

-Acabo de venir de la cena- asintió- y de tener una charla con mi madre- dije

-¿Estás así por la charla con tu madre?- preguntó y asentí- ¿qué te dijo?- preguntó tomando mi mano

-Hablamos de por qué no estoy tratando de darle un hijo a Enrique- contesté

Sus ojos dejaron de sentir compasión por mí y se tornaron fríos.

-¿Entonces?- preguntó con un tono de voz más grave, apretando el agarre en mi mano

-Arregló todo para que sea esta noche a las diez- dije y sin dudarlo se paró repentinamente

-¡¿Qué?!- gritó parándose frente a mí

-Sebastián...- traté de decir pero me interrumpió

-¿Hoy? ¿Esta noche?- exclamó- no puedo resistirlo, ¡no puedo!- dijo con las manos en su cabeza- saber que él te tocará, que te sentirá, que estarán unidos... ¡Dios, no puedo resistirlo!- tiró la silla de mi tocador

-¡Sebastián, cálmate!- dije parándome y acercándome a él

-¡Es que no entiendes cómo se siente esto para mí!- giró para verme, su rostro completamente rojo

-¿Crees que no es difícil para mí?- pregunté lo más calmada posible. No quería que se volviera a alterar

Su mirada se ablandó al segundo que las palabras dejaron mi boca.

-Lo lamento tanto mi amor, tienes toda la razón- dijo tomando mi cuerpo para envolverlo con sus fuertes brazos- oh por dios, lo siento- tomó mi rostro y besó mi mejilla

Mis ojos comenzaron a sentirse húmedos de nuevo y él lo notó.

-Por favor no llores, no llores por mí- dijo acariciando fuera de mi cara las lágrimas que caían - tú eres la que lo hará y yo aquí actuando como un hombre de las cavernas- suspiró

-Está bien, tú también estás sintiendo dolor. No puedo imaginarme lo que haría si supiera que te acostarás con otra mujer- acaricié su mejilla

Su cabeza se acercó más a mi mano y yo sonreí, pero él aún no lo hacía.

-Escúchame. Esto que estoy a punto de hacer no cambiará ni una gota el amor que siento por ti- le aseguré

-Lo sé, te aseguro que lo sé- respondió desesperado

-En unos minutos vendrán a arreglarme- dije y él asintió conteniendo sus ganas de romper algo -Oye- dije y me miró- te amo- susurré sobre sus labios para darle un casto beso

-Te amo- contestó para volver a besarme

Me separé y sonreí acariciando su rostro.

-Veamos el lado bueno- dijo- luego de esta noche, podremos estar juntos al fin- sonrió y también lo hice, dándome cuenta

-Eso es verdad- sonreí lo más grande que pude

-No puedo esperar para sentirte, mi amor- sonrió enrollando mi cintura con sus brazos

Besos xo

RoyalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora