El pasado de R5

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Ross

― ¡Ross! ―se escuchó a lo lejos el grito desesperado de una mujer.

Oscuridad, humo y temor.

Su respiración se le dificultaba cada vez más, los ojos apenas los mantenía abiertos.

La garganta le picaba y las lágrimas fluían cual lluvia de tormenta.

No podía respirar, no podía moverse.

Algo le tenía sujeto el pie.

Sus pulmones ardían y sus ojos quemaban.

― ¡No! ―gritó Ross levantándose de la cama con la respiración agitada.

Su pecho subía y bajaba en medio de la sombría habitación.

Otra pesadilla.

Cada noche era igual o peor a la anterior, en cada una de ellas, lo atormentaba un espantoso sueño del cual nunca podía escapar.

Después de despertar, no lograba conciliar el sueño, por lo que siempre tendía a quedarse en vela toda la noche, o lo que quedaba de ella.

Tomó su celular y miró la hora.

Cinco y media de la mañana.

Suspiró y volvió a recostarse en la cama.

Ya no lo soportaba, de día era una tortura y de noche una agonía.

Ningún ser humano podría vivir con algo así.

Él se lo merecía, pero no lo toleraba.

Intentó por todos los medios acabar con aquellas pesadillas.

Leía informes completos acerca del tema, seguía concejos de internet y probaba tutoriales de YouTube, pero nada funcionaba.

Ni siquiera el tonto psicólogo que le habían asignado sus padres tiempo atrás.

Después de varios meses se cansó de intentar y se rindió.

Se limitó a soportarlo cada noche.

Salió de la cama y se metió a la ducha.

El agua caliente relajó sus músculos y despejó su cabeza momentáneamente, permaneció bajo la ducha todo el tiempo que podía para después terminar de bañarse.

Agarró una toalla y se la ajustó en la cintura.

A lo lejos se escuchó el sonido de su móvil indicándole la llegada de un nuevo mensaje.

Fue hasta él y lo cogió.

¿Podemos hablar? Por favor no me ignores, estoy muy preocupada por ti ―Rydel.

¿Cómo consiguió su número? Lo había cambiado hace meses para que nadie lo molestara.

Se había aislado, de su familia, de sus amigos, de la felicidad.

Nadie sabía su nueva dirección.

El mismo se había encargado de ello.

Ignoró el mensaje y dejó el móvil en el velador junto a su cama.

Tendría que cambiar de número, otra vez.

No necesitaba a nadie en su vida y Rydel, lo quisiera o no. Ya no formaba parte.

Le dolía, le dolía saber que ya no podría verla.

Le dolía saber que él no era bueno para ella, le dolía como los mil demonios.

Su familia ya no lo necesitaba y ella tampoco.

¿Por qué necesitarían a alguien como él?

Lo único que traía consigo era miseria y dolor, su presencia traía malos recuerdos.

El Secreto De Tu Voz |Raura Y Auslly|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora