Günter, Chester y Lola.

100 15 26
                                    

Feliz Navidad y Próspero Año 2018. Espero que hayan disfrutado con sus familias y que sean muy felices.

Aquí como un regalo el capitulo de hoy.

¡A leer!

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Ross.

¿Porque de todos los seres en el mundo le tenían que pasar esta clase de situaciones a él?

¿Una guardería canina? ¿Enserio?

De todos los trabajos en el mundo, a ella se le ocurría trabajar con perros. Genial.

Era como si toda la mala suerte se le hubiera venido encima.

No tenía ningún problema con los canes pero sumando a Ally en la ecuación, eso solo podía terminar en desastre.

Y no estaba exagerando. Hasta el momento toda la mala suerte, tenía que ver con esa chica.

¿Estaría embrujada? Eso ya sería lo último que le faltara.

— Sin palabras ¿verdad? —se jacto la castaña en sus narices— Sabía que no podrías con algo así, es demasiado para ti.

¿Demasiado? ¡Pues si!

Necesitaba un descanso con urgencia. De ella. Las circunstancias lo estaban sobrepasando, hasta se sentía un poco más viejo.

Sin embargo no podía mostrarse débil en frente de ella. Algo se lo impedía, quería demostrarle que era una persona fuerte y sin temores. Un hombre en todo el sentido de la palabra.

¿Razón? Pues ni idea.

Por lo que rodó los ojos y negó.

—Por favor, se necesita mucho más que un par de perros para intimidarme —comentó con un toque de egocentrismo.

Lo estaba subestimando y pronto se daría cuenta de su error.

¡Ja!

Ya quería ver su expresión de arrepentimiento.

30 minutos después...

¡PIEDAD, PIEDAD PORFAVOR!

Desde el primer momento en que piso la tienda todo acabó en desastre, justo como se lo había imaginado.

Tres perros gigantes de raza San bernardo, corriendo en su dirección porque tenían ganas de jugar no eran buenas noticias.

Y con razón, si pesaban alrededor de 100 a 150 kilos cada uno.

Decir que quedó pegado al piso era en verdad poco a como él lo sintió.

Fue como si hubiera sido una bolsa de yoghurt y esta había reventado por la fuerza.

Además que el suelo no era muy cómodo que digamos, su espalda daba fé de ello.

¡Joder con los perros!

Su cara pasó de limpia y seca a toda pegajosa y muy lamida.

Podría asegurar que su ropa tenía mucha saliva de perro.

—Veo que ya conociste a mis chicos —y soltó una carcajada digna de pelicula. Sip, su dignidad y hombría estaban al igual que él; por los suelos.

Hasta ahí llegaban sus intentos de parecer un macho fuerte y genial.

— En vez de burlarte podrías echarme una mano aquí abajo. —murmuró a duras penas.

El Secreto De Tu Voz |Raura Y Auslly|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora