Karen

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Malditos nervios que no me dejaban pensar. "Piensa Karen, piensa" me reprendí estrujándome el cerebro en busca de alguna forma de salir de aquella conversación. Aunque Chris no parecía atento a mí, parecía que otra cosa había llamado su atención, y por su sonrisa hasta diría que le divertía. ¡¡Madre mía cuando me había sonreído!! Había conseguido que las hormigas de mi estómago se hubiesen convertido en un torbellino de mariposas. Pero ahora no podía pensar en eso, tenía que concentrarme en la conversación y cómo salir de ella.

Chris volvió a fijar sus ojos azules en mí y los nervios volvieron. ¡¡Ah!! ¡No sabía qué decirle! Lo mejor sería cambiar de tema. Sí, un cambio de tema que nos alejara de zonas movedizas como por qué no le llamé.

—Bueno, ¿y qué tal en el trabajo? ¿Encontraste trabajo? Yo al final me he metido en una gestoría. No me gusta mucho, pero tampoco está mal... —¿Estaba volviendo a hablar demasiado rápido? Si lo hacía Chris no dijo nada, en lugar de eso se dedicó a analizarme con gesto serio y con un brillo en los ojos que, no sabía muy bien por qué, me daba mala espina.

—Eh... Karen —me llamó Chris cortando mi monólogo sobre lo poco que ayudaba el sindicato laboral en estos puestos. Cerré la boca por fin y me centré en él—. Tengo algo que decirte —dijo callándose un segundo para aclararse la garganta mientras con disimulo se tapaba la boca con la mano, ¿se le había escapado una sonrisa?—. No mates al mensajero, ¿vale? —continuó levantando una ceja cuando (ya no lo dudaba) consiguió mantener la seriedad. Le miré con precaución—. Tu novio es gay —soltó de repente.

Abrí los ojos y sentí cómo empecé a transpirar por el estrés. ¿Cómo se había dado cuenta? Los tíos son malísimos para estas cosas. Desvié la vista hacía Mike y evité un gemido de impotencia. Tonteaba sin disimulo con un chico. Maldije para mis adentros.

—Lo que pasa es que es un chico muy sociable —dije volviéndome hacia Chris que me miraba divertido a pesar de que su boca estaba seria.

—Le ha guiñado el ojo al chico con el que está hablando después de escribirle algo en su móvil. Estoy seguro que lo que le ha escrito en el móvil es su número de teléfono. Tu novio es gay.

Sentí cómo el pánico me empezó a invadir. Tenía que buscar una buena respuesta. Chris no era tonto, que va, si no recordaba mal era bastante perspicaz, así que si no pensaba una buena excusa descubriría que todo era una mentira. Y eso era lo último que quería porque significaba tener que dar explicaciones, explicaciones que no quería dar de ninguna forma. Pero mi cabeza parecía estar en shock, porque en lugar de buscar buenas respuestas tan sólo me venía la imagen de cuando yo tenía cinco años y mi madre me reñía diciendo: "Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo".

—Eh... no creo... seguro que hay una explicación. —"Vaya mierda de frase" pensé reprochándome ser tan mala mintiendo. Los ojos de Chris perdieron el brillo de diversión y se estrecharon estudiándome mejor.

—Tampoco parece muy preocupado porque estés aquí hablando conmigo. —Apartó la vista de mí para dirigirla de nuevo a Mike. Yo hice lo mismo. No, no parecía nada preocupado. Había dejado de hablar con el chico para centrarse en su libro. Mi mentira se desmoronaba ante mis ojos y era obvio que ante los ojos de Chris también—. Me has mentido —declaró molesto.

—No —dije negando con la cabeza, pero mis mejillas me delataron.

—¡Claro que me has mentido! ¡Como he podido ser tan tonto! Mike no es tu novio. Sólo te lo has inventado para salir del paso. ¿Por qué me has mentido? —dijo enfadado sin despegar su mirada inquisidora de mí. Y aquí lo tenéis, este es el punto donde no quería llegar—. Tanto miedo te doy que me mientes. Pensaba que habíamos resuelto todos nuestros problemas del instituto hace un año. —Sus ojos echaban chispas de enfado. Se pasó la mano desesperado por el pelo mientras apoyaba la cabeza en su asiento y miraba al techo—. Te juro que no lo entiendo, Karen. Joder, si hasta me dio la impresión que habíamos conectado.

Le observé sin saber qué decir sintiendo cómo la culpa me consumía. Parecía realmente dolido. Y mi intención en ningún momento había sido hacerle daño, tan sólo no quería que descubriese que me atraía, porque... bueno, creo que se entiende el porqué.

—No... no es eso. —Los ojos de Chris volvieron a posarse en mí y maldije para mis adentros por haber abierto la boca.

—¿Entonces qué es? —me preguntó negando con la cabeza desesperado—. Porque no te entiendo. Parece como si te pusiera nerviosa estar conmigo, como si sintieses...

Chris no terminó la frase. Se quedó estudiándome con el ceño fruncido. El pánico volvió a crecer dentro de mí bajo su atenta mirada y, sin poderlo evitar, retiré la vista avergonzada. "¡¡Mierda!!" me regañé "¿Por qué he apartado la mirada? Eso me va a delatar". Cogiendo valor volví a mirar a Chris, pero ya era demasiado tarde, el enfado de Chris se había esfumado y en su lugar su rostro mostraba... ¿sorpresa? ¿curiosidad? No lo sabía. Pero poco a poco el gesto fue cambiando hasta que al final se dibujó su famosa sonrisa ladeada de triunfo. Sí, la que conocía tan bien debido al año de jugarretas que había vivido en el instituto. Acercó su rostro al mío obligándome a echarme hacia atrás.

—Porque no te gusto, ¿verdad? —susurró.

Tragué con fuerza para pasar las nauseas que me vinieron de golpe.

—Tengo... tengo que ir al baño —conseguí decir mientras me ponía en pie de un salto y huía de ahí lo más rápido posible.

Morticia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora