Karen

2.8K 360 52
                                    

Tragué con fuerza intentando contener las ganas de llorar. Sentía una opresión en el pecho que aumentó al ver la cara de decepción de Chris. Sí, era una cobarde. Pero no era tan sencillo. Me había impresionado que Chris hubiese ido a buscarme a casa y maldecía por dentro con todas mis fuerzas el día que mis padres decidieron que la casa donde crecí se les hacía muy grande. Pero no se me escapó en ningún momento que él había estado hablando todo el rato en pasado, hacía un año. El problema residía en que a mí me seguía gustando como una tonta ahora, en el presente, con su novia a... —miré en su dirección— cinco asientos. Me parecía que la diferencia era importante.

Me quedé un rato en silencio dando vueltas a todo lo que había pasado. Chris se merecía saber la verdad, aunque me costase y me doliese verle con otra chica, él había sido sincero. Se lo debía. Cogí una gran bocanada de aire y sin despegar los ojos de mi regazo comencé hablar.

—Cuando estuvimos en el ascensor sentí algo. En el momento no supe que era. No fue hasta pasados unos días que lo entendí. Quería volver a escuchar tu voz y tu risa, es bastante contagiosa, ¿sabes? —Se rio al escucharme pero no tuve valor de mirarle, en lugar de eso se me dibujó una sonrisa. Me volví a concentrar en mi narración—. Pero cada vez que cogía el teléfono para llamarte me ponía nerviosa. ¿Y si te dabas cuenta? Me iba a morir de vergüenza, porque sólo habíamos pasado dos horas juntos, ¿qué ibas a pensar de mí? Así que no lo hacía. Y fueron pasando las semanas. Y después los meses y cada vez era más difícil. Hasta que apareció Alan e hizo que me olvidara de ti —finalicé todavía observando mis manos.

—¿Quién es Alan? —La pregunta de Chris me sorprendió, entre otras cosas porque no lo dijo en un tono muy agradable. Por fin alcé la vista y me encontré con sus ojos que me miraba con un pequeña arruga en el ceño.

—Mi ex.

Su gesto se relajó.

—Entonces... ¿ahora estás soltera? —Afirmé con la cabeza un poco desconcertada por la pregunta. ¿Importaba? Por lo menos a él le tenía que dar lo mismo. Pero me sonrió de esa forma que hacía que mi estómago vibrase y dijo—: Genial.

"Sí, genial" pensé de forma irónica. Genial para él que estaba con su novia, pero para mí no tenía nada de genial. Era una mierda. Me sentía hecha un asco desde que había vuelto a casa de mis padres. Con mi autoestima pisoteada después de ver lo poco que le había importado al idiota de Alan mi marcha. Y para colmo descubriendo que el chico con el que había fantaseado hacía un año, y dos estúpidos meses, me seguía gustando a pesar de haber estado viviendo con mi ex durante cinco meses. ¿Qué podía decir eso de mí? Nada bueno. ¿Cómo podía estar sintiendo algo así por Chris y no por Alan? Pero lo peor no era eso. Lo peor era que todo eso me daba lo mismo, porque lo que me fastidiaba era que Chris estuviese allí con su novia. Una novia boba que me había tratado como una basura, pero que a él le importaba tanto que prefería oculta sus miedos antes que contárselos. Así que todo era un absoluto asco. ¡Estupendo! Y ahora además me miraba con cara de susto. ¿Por qué me miraba con esa cara?

—Lo siento —dijo de repente mientras buscaba en los bolsillos de sus vaqueros y a su alrededor algo. ¿Por qué se disculpaba?

—¿Por... por qué? —pregunté con un hilo de voz tiritón. Entonces entendí por qué. Sentí el frío en mis mejillas húmedas debido a las lágrimas que se habían escapado en silencio delante de Chris.

—Por lo que haya dicho que te haya molestado —dijo apurado mientras me daba un paquete de pañuelos que encontró en el bolsillo del asiento delantero—. Lo siento.

—No... no has dicho nada —dije apartando la mirada avergonzada por la escena que estaba dando. Intenté serenarme, pero una vez que arranco a llorar es difícil pararme. Y más aún teniendo a el motivo de mi llanto junto a mí mirándome como si fuese un cordero a punto de ir al matadero. Así que mi llanto fue a más y dejó de ser silencioso para que me diera un ataque de hipos bastante... ridículo. Malditas hormonas, porque todo esto era culpa de las hormonas, estaba segura.

Morticia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora