Capítulo 15

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A la mañana siguiente, el día había amanecido perfecto para ver una película, o al menos, a mi se me había antojado hacerlo. Fui a un video club cercano, y renté una de terror cuyo título no entendí pero la portada sí que era macabra.

Desayuné afuera y en la tarde me cociné un par de huevos fritos. Cuando el reloj marcó las seis de la tarde y sin más planes en mi lista, decidí ver la película que había rentado. La coloqué en el DVD de Sharon y puse los subtítulos en español. Apagué las luces y me acurruqué en el sofá pequeño tapándome con una manta violeta que estaba allí, dejando que el departamento fuese iluminado sólo por la luz exterior. Le puse play a la película y comencé a ver cada una de las escenas que el televisor proyectaba.

Había pasado casi la hora y yo me aferraba a la manta retorciéndola entre mis manos, terriblemente aterrada y con el corazón a mil por hora; jamás me había espantado tanto viendo una película como ahora. El televisor reflejaba sobre mí aquellas imágenes del perro protagonista que dejaba salir de su hocico la rabia que infectaba como un virus al desafortunado que se cruzaba con los filosos y ensangrentados dientes del can, convirtiéndolos en reflejos del horroroso animal que los mordía. Estaba completamente aterrada.

Unos golpes en la puerta me hicieron dar un tremendo brinco en el sofá y un alarido de espanto de mis labios. Comprendí luego que sólo era alguien que llamaba a la puerta.

Le puse pausa a la película y salté del sofá casi adivinando quién estaría del otro lado.

-¡¡Liam!!-grité, noventa y nueve por ciento aliviada.

-¿Te ocurre algo?-preguntó, preocupado.

-¡Estoy viendo una película de terror horrible!-expliqué y lo introduje tomándolo de la mano.

-¿Qué película?

-No sé, una de un perro rabioso que infecta un virus-dije atropellando las palabras, y señalé el televisor.

-Estás viendo Infectados. No da tanto miedo-rió. Fruncí el ceño.

-¿Estás loco o no eres humano?-farfullé- ¡Claro que da miedo! -sonrió.

-¿Entonces por qué la ves?-inquirió, divertido.

-Pues... porque... porque... no sé, es horrible.

-Sí, pero aun quieres terminar de verla, ¿cierto?

-¡Claro! No voy a quedarme a la mitad de la trama, ¿quieres ver lo que queda conmigo?

-Por supuesto, y luego quién va a protegerte-sonrió con autosuficiencia.

-Gracioso-lo fulminé con la mirada.

Me acomodé de nuevo en el sofá y después Liam se sentó en uno de los brazos de éste, pasando su brazo sobre el respaldo; ambos estábamos muy juntos y mi corazón comenzó a acelerarse. Dí 'play' a la película de nuevo, y la escena que había quedado pausada continuó moviéndose; ahora ya estaba todo más oscuro y sólo podía ver tenuemente el reflejo de la luz del televisor sobre nuestra piel.

Una escena me obligó a cerrar los ojos con fuerza y a desviar mi rostro hacía el respaldo del sofá; pero con lo que mi rostro se topó no fue con el terciopelo del mueble, sino con un abdomen duro revestido de una franela blanca y un suave y varonil perfume tan cerca de mi nariz.

Caí en la cuenta entonces de que estaba ocultando el rostro en el abdomen de Liam; me iba a retirar, completamente sonrojada y por supuesto iba a pedirle disculpas; pero entonces, unos fuertes y viriles brazos se ataron a mí alrededor haciendo que el corazón se me cayera hasta el piso. Aquello era una cárcel meramente hermosa y yo su indigna prisionera.

De repente, todo el miedo se evaporó.



Mi nariz aspiraba su delicioso perfume mientras que sentí sus manos acariciando mi cabello, inmediatamente la piel se me erizó. Podía oír perfectamente el latido de su corazón estallar en mis oídos; un latido raro: rítmico pero acelerado, tranquilo y rápido a la vez... "Pum, pum, pum" estallando en mis oídos, y yo allí, entre sus brazos, protegida.

Me atreví a levantar el rostro y miré más de cerca el suyo; su mandíbula y cuello, donde los hermosos lunares eran muchos más de los que yo me había percatado y su piel, resplandeciendo con la tenue luz del televisor, tomaba un tono más dorado. Entonces bajó la cabeza y me pilló mirándole. Enrojecí en plena oscuridad cuando me vi reflejada en el color avellana de sus ojos, tan cerca. Parpadeó un par de veces y su cálido aliento me golpeaba el rostro. A esa distancia tan mínima, su rostro era aun más hermoso.

Hubiera querido tener telepatía para saber qué es lo que él estaba pensando ó si estaba en el mismo caso que yo, por que yo no podía pensar.

-¡Chicos ya vine!

Ambos pegamos un brinco al oír la voz de Sharon y ver el rayo de luz que la puerta abierta introducía a la habitación. Nos separamos tan rápido que no pude ni procesar la información del todo bien. ¿Sharon? ¿Ella que hacía aquí? ¿Eran ya las ocho de la noche?

-¿Por qué está tan oscuro?-preguntó y luego las luces me cegaron.

Parpadeé repetidas veces, atolondrada y desconcertada.

-Estábamos viendo una película-explicó Liam, quien de repente se encontraba muy lejos, a diferencia de cómo lo había tenido antes.

¿Cuándo se alejó tan rápido?

-¿En serio? ¿Cuál?-preguntó Sharon, tratando de ver hacía el televisor y de descifrar a qué filme pertenecían esas escenas.

-Infectados-dijo, Liam.

-_______, yo no sabía que eras masoquista-bromeó Sharon y sólo entonces, cuando oí mi nombre, aterricé-. Esa película es aterradora-musitó haciendo un mohín-. ¿Por qué la rentaste?

-Porque no sé italiano, ¿te parece una buena excusa?-musité, medio atontada. Aun no sabía qué había ocurrido y por qué Sharon estaba allí siendo las siete con treinta. Ella soltó una risotada.

-Shar, amor. ¿Por qué llegaste temprano hoy?-preguntó Liam.

-Ah, hoy salí temprano-se encogió de hombros. Se puso en puntitas para besar los labios de su novio y me giré instantáneamente, de pronto mas aterrorizada por esa escena que por el filme.

Oí el chasquido de sus labios al unirse y quise taparme los oídos o subirle todo el volumen a la TV con tal de que me fuera imposible captar ese tipo de sonidos. La fierecilla apareció de pronto, atenta, molesta y enfurruñada. Se movía inquieta dentro de mí estómago y me rogaba que me levantara del sofá y me largara.

Miré por la colilla del ojo y pude verlos aun besándose. La fierecilla se removió y comenzó a rasguñar lastimosamente. Ahora era un sentimiento casi palpable, podía sentirlo con claridad dentro de mí, alguna especie de punzada cerca del corazón que hacía los latidos pesados, moribundos. Esto no debía de hacerme daño... pero me lo hacía.

Me levanté del sofá y quité la película del televisor. Hice ruido cuando el control del DVD se me cayó de la mano al presionar su botón con fuerza excesiva. Pero al menos sirvió para que Liam y Sharon se dejaran de pasar microbios y me miraran.

-Perdón-farfullé.

-¿No vas a terminar de verla?-preguntó Sharon.

-No, recordé que tengo que arreglar mis cosas-dije, mientras ponía con movimientos torpes el DVD de nuevo en su lugar.

-Ay ________, pero tú nunca arreglas tu habitación-me acusó.

-No me refiero a eso Sharon-la miré-; lo que quiero decir es que mañana saldré con Niall y me llevaré la cámara-no sabía de dónde había salido la mentira, por que eso era, una mentira; Niall y yo no teníamos planes de nada-. Y por cierto, yo sí arreglo mi habitación, aunque no muy seguido. Sharon ignoró mi último comentario.

-¿Saldrás con Niall de nuevo? Vaya, ¿cuántas veces ya son?-se emocionó y comenzó a especular.

-No las cuento, Sharon-dije y me reí.

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El Manual de lo Prohibido | L.P |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora