Maratón 2/5
Me removí en el asiento y abrí los ojos para estirarme, había dormido por un buen rato y un relámpago me había despertado. Miré por la ventanilla del avión, surcada por gotas de lluvia, las nubes pasaban escuetas en un cielo completamente oscuro; bajé mi vista, la ciudad se vislumbraba con un montón de motas de luz amarilla.
Sentí alivio y a la vez dolor. Por fin había llegado a California, estaba en casa de nuevo; y al comprenderlo, me sentí bastante lejos de mi corazón.
Las luces en la ciudad brillaban con intensidad y desde arriba era bastante hermoso. Por supuesto, era de noche.
Dos horas después, el piloto anunció que aterrizaríamos por fin. Las luces se fueron haciendo más grandes conforme nos acercábamos a Tierra.
Cuando el avión aterrizó, y bajé de éste, supe que ya no había vuelta atrás, todo había acabado; aunque hubiera acabado mal. Fui por mis maletas y vi la hora en el reloj del aeropuerto de California. Eran las once de la noche con cuarenta minutos. El vuelo había durado un poco menos de las dieciocho horas.
Salí al exterior, en donde el frío invernal arrasaba de una manera abrasadora y la lluvia caía furiosa sobre la ciudad, obligándome a abotonarme la chaqueta. Tomé el primer taxi a mi alcance, chorreando por completo cuando la lluvia me alcanzó.
-¿A dónde vamos? -preguntó el taxista, habiendo subido mis maletas azules a su cajuela.
-Broderick -dije, subiendo a la parte trasera del auto amarillo.El taxi arrancó bajó la lluvia torrencial y me encogí de frío en el asiento. En este diciembre la temperatura estaba mucho más baja que en cualquier otro diciembre que yo haya recordado. El aliento salió de mi boca convirtiéndose en un vapor instantáneo. Mis labios fríos anhelaron algunos otros cálidos, su recuerdo vino a mi mente y ni siquiera me esforcé en bloquearlo, ya no tenía caso, ya no importaba, no tenía sentido.
Luego de media hora y ya pasada de la media noche, por fin divisé mi calle y la casa en donde la segunda planta me pertenecía. Por fin, allí estaba mi hogar.
-Aquí es -le avisé al señor para que aparcara.
Se estacionó cerca de la vereda y me ayudó con las maletas, de nuevo. Subí rápidamente para tomar algo de dinero para pagarle y cuando me hube quedado sola por fin en mi casa, comprendí que así estaba, sola.
No tenía sueño, pero sí estaba cansada. Me cambié de ropa y deseché la mojada en una canasta para lavarla al día siguiente, luego me arrimé a la ventana, con mi cabello aun mojado y una taza de chocolate caliente que me había preparado. Miraba cómo las gotas resbalaban por el vidrio y cómo la lluvia se hacía visible al atravesar la luz de la lámpara de la calle. Me sentí vacía y entonces comprendí, aquí no era donde pertenecía; porque mi corazón se había quedado en Venecia, y el hogar está, donde está el corazón. Pero, ya no importaba; estaba dispuesta a vivir sin corazón lo que me quedara de vida.
No supe a qué hora llegó Jesse y se situó a mi lado. Me miró.
-¿Cuántas fotos has tomado? -me preguntó pero no respondí. Entonces me miró de verdad y notó el rastro húmedo que habían dejado las lágrimas- ¿Qué tienes? -inquirió, visiblemente preocupado.
-Es su canción -musité, sin apartar la vista del artista sobre el escenario.
-¿Su canción? -repitió, sin comprender.Desde el día en que llegué y le conté a Jesse todo, no había mencionado nada relativo a la historia de Liam y Sharon, aunque la llevara conmigo día y noche, impregnada en mi piel y no se lograra salir de mi cabeza.
-Él escribe canciones -farfullé-. Es compositor -lo dí por hecho-, y esa es su canción.
-¿Se la escuchaste tocar alguna vez? - ¿Jesse creía que no era verdad?
-Mira la pantalla -dije-, el nombre del autor -especifiqué.Jesse lo hizo, justo se estaba terminando la canción.
-¿Liam Payne? -Preguntó, sin entender, luego de un corto silencio, abrió los ojos y me miró- ¡Liam Payne! -soltó, acordándose.
-Quiero irme -dije, dándome la vuelta.
-Claro, entiendo -por eso Jesse me caía tan bien, no hacía más preguntas después de que veía que ya no obtendría respuestas-. Llévate mi camioneta -sacó las llaves de su bolsillo y me las ofreció.
-Pero tu...
-Yo mañana paso por ella -me aseguró-. Mañana nos tenemos que reunir para seleccionar las fotos que presentaremos a la revista. Anda, llévatela -insistió.
-Debo de conseguir un auto, ¿no? -suspiré y tome las llaves.
-No estaría mal, pero ya. Mañana nos vemos.
-Hasta mañana.Salí de ese lugar apenas pude, trataba de contener las lágrimas después de la charla poco casual que había tenido con Jesse. Subí a su intimidante camioneta plateada y luego encendí el motor, haciéndolo rugir bajo de mí. Conduje hasta casa, ignorando las ganas de llorar que me embargaban pero era casi imposible.
Se trataba de Liam. Bueno, todo en mi mundo se trataba de Liam, pero esta vez había sido directo, en la realidad, fuera del mundo en mi cabeza. Quise bloquear los pensamientos en ella, que si era para Sharon, que si era para mí; porque todo eso sólo me provocaba un dolor infinito, por que, ¿qué posibilidades habría si fuera mi canción? Liam me extrañaría, pero ya había pasado un mes desde que me fui de Venecia y ya me habría venido a buscar si es que... me amaba. Entonces todas las ideas que giraban entorno a esa, se desbarataron en mi cabeza. No era mi canción. Era para Sharon, pero si se trataba de Sharon, ¿por qué mencionaba la palabra "amante"?
Capítulo dedicado a: @AshleyLiamsita aquí esta ya tu dedicatoria, gracias por comentar y votar !! :)
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El Manual de lo Prohibido | L.P |
FanfictionFalso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueña del único que todo el mundo en mi situación, rechazarÍa. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es sólo representar, actuar y...