Capítulo 45

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-Sacarte de aquí sana y salva, vámonos-me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.

-No-me crucé de brazos-. Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí-le hice un gesto con la mano para que se fuera.

-_____, por favor, sube-me rogó, serio.

Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aun cómo el suelo bailaba bajo mis pies.

-¡______!-exclamó, ordenando que parara, pero lo ignoré- No seas terca.

Seguí caminando, o al menos lo intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaron del cemento y unos fuertes y dulces brazos me elevaron.

-¿Qué haces? ¡Suéltame!-intenté luchar- ¡Payne, déjame!-pero mis intentos fueron sólo fracasos.

Liam caminó los pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura aun estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionada. Abrió la puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como un bebé y me depositó con dulzura sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.

-No soy un bebé-mascullé.

Entonces me miró, su bello rostro estaba a sólo centímetros del mío y su respiración me golpeaba el rostro. Sus ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas que entraba por las ventanillas del auto. El puñado de mariposas de mi estómago enloqueció.

-No seas tan terca, ______, por favor-musitó y su aliento cálido se metió por nariz, mandando al demonio todas las barreras que quise construir contra él.

Miró mis labios, pude notarlo y luego pasó saliva escandalosamente; se retiró rápidamente y su perfume se revolvió entre las partículas de aire.

Cerró la puerta con cuidado y luego caminó hasta el otro asiento del auto y subió. Aquella noche había luna nueva, por lo tanto, sólo la luz amarillenta de las lámparas alumbraban la solitaria calle de Venecia.

Encendió el motor del auto, y el suave ronroneo interrumpió la tranquilidad y el silencio.

-Puedo acusarte de rapto-farfullé, aun con esa voz torpe y ronca que salía de mí dentro.

Él rió por lo bajo, pero siguió conduciendo sin hablar. Crucé los brazos sobre el pecho y fruncí el ceño.

-Puedo cuidarme sola, no necesito una niñera-volví a soltar.

-¿Vas a decirme todo el camino lo que puedes hacer y no haces?-inquirió, con voz serena.

Lo fulminé con la mirada mientras la luz de las lámparas caminaba sobre nuestros rostros y luego se iba. Su vista aun estaba puesta hacía el frente.

-Normalmente no eres así conmigo-me dijo-, no cabe duda de que estás ebria.

-Pues vete dando cuenta, Payne-mascullé-; no todo debe de ser como tú deseas.

-¿Eso qué quiere decir?

-Que te odio-dije, mi labio inferior sobresalía un poco.

Pensé que se iba a reír, tomándolo como un chiste debido a mi estado etílico; pero no. me miró con el ceño fruncido, intrigado.

-¿Qué? ¿Por qué me odias?-preguntó.

-Ahora te haces el inocente-la voz ronca se me quebró y él me miró aun más intrigado, preocupado también.

Estacionó el auto con un movimiento rápido del volante que hizo que se me revolviera el estómago. Luego me miró.

-¿Qué? ¿Por qué dices eso?-inquirió, escrutándome con la mirada, evidentemente sorprendido y preocupado.

-Por favor, Liam; no me digas que eres tan estúpido que no te das cuenta-la temblorosa voz se hizo un hilo y las lágrimas salieron finas y delicadas de mis ojos.

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Creo que ya se armó jaja

No olviden comentar y votar perdonen por lo corto.

El Manual de lo Prohibido | L.P |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora