Tomas parecía una persona diferente al que minutos antes le tocaba el culo a Fiora en mi sofá. Ahora estaba enojadísimo, repartiendo golpes sobre la cara del viejo por motivos que no habíamos ni siquiera empezado a entender. Fue cuando intenté separarlos que recibí una piña casi a la pasada. La conocida "piña por las dudas". Pero no me importó, con más fuerza intenté sacar a Tomas de encima del tipo este, pero no pude. Fue ahí cuando dos policías lograron separarlos. Y el viejo les daba las gracias e intentaba meterle dos billetes de 10 pesos en los bolsillos de ambos.
Cuando noté que Tomas estaba más tranquilo, le pregunté qué había pasado. "Me dijo maricón" me respondió. Y en ese momento fui preso por quien sabe qué, pero a pesar de que los dos policías estaban a su lado le devolví mi golpe y el viejo volvió al suelo.
- No le dije maricón, no le dije maricón – dijo el viejo mitad asustado, mitad confundido – Le dije "Narigón". Así me dijeron que le decían al pibe este. No sé su nombre.
Los policías lo ayudaron a levantarse, le preguntaron si quería presentar cargos contra Tomas y contra mí, pero el viejo rechazo la oferta y les dijo que ya estaba todo solucionado, que podían retirarse.
Tomas se acercó al viejo, lo arrinconó sobre una pared de la calle Corrientes y con sus dos manos arrugando el cuello de su camisa le dijo:
- Nadie, ningún conocido, ni amigos, ni familiares. Nadie, que te quede claro, Nadie me dice Narigón – la cara del viejo me hacía dudar sobre su inocencia – Me dijiste "Maricón", gordo pedófilo.- Soltó al final.
El viejo hizo gestos de entender y abriendo sus manos pidió que se terminara ahí el asunto.
- Te vi en la calle y quise llamarte porque necesito tu ayuda. Y ya que, valla uno a saber por qué, están todos los novios de Devina juntos, creo que a todos nos vendría bien charlar un poco. Ustedes tienen preguntas y yo tengo sus respuestas – dijo Tabo – aunque siento la obligación moral de confesarles que esas respuestas no harán otra cosa más que traerles nuevas preguntas y más dolorosas.
Yo que hasta ahí sólo escuchaba a medias, les dije que me iba. Que ellos hablasen de lo que querían pero el partido entre Sarmiento y Tigre estaba por empezar y no me lo iba a perder por tres payasos hablando de boludeces.
Estaba a punto de entrar al edificio de mi departamento, cuando Tabo me gritó que Devina se había suicidado. Yo me quede dos segundos viendo la escena: Un viejo mal vestido, al lado una chica de pelo casi azul y detrás de ellos un pibe despeinado buscando de rodillas sus anteojos.
Los miré con compasión por dos segundos más.
- Ya empieza el partido. Adiós. –les dije – tenemos que zafar del descenso...
Estaba por cerrar la puerta y Tabo corrió para acercarse y decirme que me verían el domingo a las cuatro en el bar preferido de Devina.
Pasaron unos minutos y cuando de penal llegaba el segundo gol de Sarmiento, me largué a llorar.
Si Devina se había suicidado era imposible no pensar que finalmente la culpa había sido mía.
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2364
Mystery / ThrillerCayó un trueno y me dijo, ese día nublado, en el que los niños afortunados no saldrían a jugar por orden de sus padres, que morir era mi arma más letal. Que no lo decía para que use mi muerte como un arma letal, sino que la entienda como mi mayor op...