Capítulo 8

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- ¿Por qué murió Devina?

- Porque se suicidó.

El oficial preguntaba con un gesto perverso. Yo respondía pensando en la piña que le di a Tabo.

No. No. No.

Quiero intentarlo de nuevo, lo merezco:

- ¿Cómo murió Devina?

- Devina murió suicidándose.

El oficial preguntaba con un gesto perverso. Y yo respondía intentando recordar, palabra por palabra, la letra de "Eiti Leda".

No. No. No. Y otra vez más: no.

Y otra más: no.

¿Cómo se rasca la cabeza cuando pica por dentro?

Cada segundo que pasaba dejaba una marca más profunda en mi impaciencia.

Me dolía, enormemente me dolía, ni imaginaba la forma de evitarlo. El suicidio de Devina me dolía. Quizá más que su muerte. Quizá más que su vida. Quizá más que mi vida. Me dolía. Aunque no me ardía, ni me pinchaba, ni me oprimía: me dolía. No existía la chance siquiera de tener alguna duda sobre eso.

Pero la ignorancia que se apoyó sobre mis ojos cuando esa mañana el sol me despertaba luego de sólo unos minutos de haber intentado, al menos, soñar; dolía más que nunca. Más que todo. Dolía más que todo. Sí. Que todo.

Dolía. Más. Que. Todo.

¡Puta madre!

Si alguien me preguntase ahora mismo, que es lo primero que me viene a la cabeza sobre Devina, sería su frase de cabecera: "Morir es tu arma más letal", y es una frase que no tiene sentido.

Ese vacío me dolía.

Créanme que no voy a adornar ningún párrafo, ni acomodar ningún conjunto de palabras, ni poner aquí cosas que no sean ciertas solamente porque un editor, cualquiera que sea, esté esperando que juegue con ustedes, mis respetados lectores. Ya les dije, sin miedo a romper sus corazones, que la primer causa por la que escribo soy yo mismo. No son ustedes. Sus intereses y sus gustos están lejísimo de mis prioridades.

Realmente escribo por miedo a morir. Tal vez por la reciente muerte de Devina o tal vez porque soy simplemente un compañero de esta especie. Mis mentiras podrán ser literarias, pero nunca podría jugar de deshonesto con nadie que tenga un corazón como el que tienen y haya, sin lugar a dudas, alguien que, en ese mismo corazón, piense, en un día, muchas más veces que yo. Por respeto a todos ellos que los quieren es que no les mentiría sobrepasando el límite de la literatura que hoy nos une.

Les cuento ahora, si es que llegaron hasta aquí, que en esa lejanía que nos separa espiritualmente, son ustedes la segunda causa.

Los editores que quieren ponerse en un pedestal, regocijándose en la idea de que ellos son los verdaderos héroes en toda la literatura universal, ni siquiera entran en el ranking de mis prioridades.

La tercera causa es porque me duele.

La cuarta, la quinta y la sexta es Devina.

La séptima no se las confesaré todavía, pero gracias a ella es que me permito rozar el límite de la mentira literaria con ustedes.

"Morir es tu arma más letal". Debo usar la frase, la historia me lo pide, pero todavía no le encuentro sentido. Probablemente nunca lo haga. Literalmente no creo, con total honestidad, que tenga sentido.

2364Donde viven las historias. Descúbrelo ahora