Capítulo 15

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GASTÓN

El pequeño peso en mi brazo se movió ligeramente, pero sin quitarse de encima. Con los ojos cerrados, ya que no quería terminar de despertar, inhale con profundidad para lograr recibir bien ese aroma que tanto amaba, manzanilla y canela. Sus tés preferidos, el aroma de su champú y gel de ducha, su aroma.

Giré hacia la derecha, ya que estaba boca arriba, para poder pasar mi brazo sobre él para abrazarlo y así pegar, más, su cuerpo al mío.

Apenas tuve cerca su cuerpo logré darme cuenta de que estábamos desnudos, ya que sentí su suave y tersa piel tocar la mía, lo cual me hizo sentir aún más su calor. Ese suave roce, esa sensación hizo que poco a poco los recuerdos de la noche anterior me invadieran.

Cuando había pegado mis labios a los suyos me fui levantando lentamente de mi arrodillamiento, a la par de que hacía que él se parara de la silla, haciéndonos quedar de tal manera que tuvo que pararse en puntitas para poder seguir con el beso. Lo abracé por la cadera y así tenerlo más cerca, a lo que él respondió abrazando mi cuello con sus delgados brazos, pero no lo dejó así, porque el empezó a enredar sus delicados dedos en mi cabello.

Nunca supe cuánto tiempo pasó, pero era lo de menos, ya que, si por mi fuera, me pasaría pegado a sus pequeños labios hasta que el pájaro se acabara la montaña de diamante (*), pero alguien nos interrumpió, para desgracia mía.

─Ernien, es muy hermoso verlos a ustedes dos juntos, pero hay clientes ahorita ─dijo una joven pelinegra, que traía puesto el uniforme de la pizzería, dirigiéndose hacia el pequeño pelirrojo.

Volteé hacia todos lados para ver a la gente y me encontré con que todos ahí nos estaban viendo, desde una pareja de ancianos que sonreían al vernos, hasta unos pequeños niños que mantenían la boca abierta con cara de sorpresa, a los cuales sus padres le taparon los ojos. Ver como reaccionaron los niños me hizo reír ligeramente, ya que no recordaba que alguna vez nos hubiera pasado algo así.

Sentí como alguien agarraba con fuerza mi camisa y se ponía en mi pecho, haciendo que bajara mi rostro para ver qué pasaba. Era Ernien, al parecer le había dado pena lo sucedido, ya que se notaba que estaba sonrojado.

─Lo sentimos, Mariel ─me disculpé llamando a la trabajadora por su nombre, ya que parecía conocer a Ernien─. ¿Puedes ponernos la pizza para llevar? ─agregué dedicándole una sonrisa.

La chica tan solo asintió y se llevó la bandeja con la pizza, dejándonos a mi pequeño pelirrojo y a mí "solos". Era tierno poder tener a Ernien en esta posición, ya que denotaba su verdadera naturaleza, frágil y débil.

Momentos después la misma chica regresó con la pizza en una caja y se despidió, regalándonos una sonrisa.

Después de eso, el camino a casa fue, relativamente, corto, haciendo tan solo una parada para comprar una malteada a Ernien, la malteada que en la tarde le había prometido.

Arribamos a mi casa, que por alguna extraña razón estaba sola. Ya era hora para que Scarlet hubiera regresado, pero todo seguía completamente solo. Le resté importancia a eso y llevé a Ernien, con todo y pizza y malteada, a mi cuarto, a mi habitación.

Apenas se puso en mi cama agarro una rebanada de pizza y comenzó a comer, de hecho, ahora que lo pensaba, tal vez desde la mañana no había comido nada y, por esa misma razón, lo más seguro es que estuviera hambriento.

Al igual que él, agarré un pedazo de pizza y me senté a su lado. Todo estaba completamente silencioso, y las luces casi completamente apagadas daban un ambiente calmada y, por alguna extraña razón, calmando. Volteé mi mirada para poder verlo y me encontré con una escena muy linda, Ernien estaba agarrando su rebanada con las dos manos desde la parte de la corteza, dando pequeñas y tímidas mordidas a la pizza, como si en algún momento la pizza fuera a cobrar vida y le dijera "¡Oye! ¡¡No me comas!!"

─Te amo ─solté sin siquiera procesarlo. Lo miré y logré notar como es que mi repentina declaración lo hizo sonrojar.

Ernien bajo la corteza de la piza, la cual nunca se come, y me volteó su mirada hacia mí, para así acercarse a mí y robarme un profundo beso lleno de deseo y pasión.

Tan solo me di oportunidad de dejar lo que quedaba de mi rebanada sobre la caja, antes de abrazarlo y sentir como se ponía sobre mí, posicionando sus piernas una a cada lado de las mías. Me abrazó por el cuello y yo empecé a levantar lentamente su camisa desde la cadera, pero sin quitársela.

Me hice para atrás, haciendo que yo quedara acostado y el sentado sobre mi cadera.

Desde su posición, comenzó a intentar desabrochar de manera tonta e inocente, ya que no lo lograba, pero no hice nada para ayudarlo, solo me empecé a desabrochar la camisa y me la quité.

Regresé mi mirada hacia él y noté como se ponía rojo, pero también me di cuenta que había logrado desabrochar el botón de mi cinturón y bajar mi cierre. Ahora si me dispuse a ayudarlo. Vi cómo se incorporaba sobre sus rodillas y yo levanté mi cadera para poder empezar a bajar mi pantalón.

Al mismo tiempo que yo hacía bajar mi pantalón, él se levantó su playera, dejando a la vista su hermoso torso. Su pálido color de piel contrastaba de manera perfecta con el rosado color de sus pequeños pezones, su abdomen pequeño ligeramente marcado acompañado de un pequeño y sensual cinturita de avispa, lo que hizo que poco a poco en mi ropa interior se hizo visible una erección.

Terminé de quitarme el pantalón, pero él no se volvió a sentarse, aprovechó el haberse parado para desabrocharse el pantalón y así quitárselo, quedando únicamente en su bóxer color lila.

Este chico de verdad que era hermoso y nunca dejaría de serlo, se veía hermoso como la primera vez, incluso se veía cada vez más perfecto. Sonreí y liberé mis piernas de entre las suyas, para poder abrazarlo con las piernas de manera que entrepierna, ligeramente erecta, quedara entre mis nalgas.

Él se volvió a poner sobre mí para poder seguir besándonos, las sensaciones en mi cuerpo eran cada vez más, la excitación en mí crecía. Sus besos se comían mis labios de una manera insaciable, esta era una parte de Ernien que tan solo yo conocía. Su parte más sexual. Su entrepierna se masajeaba con mi trasero, haciendo que su entrepierna no parara de crecer en su bóxer. El roce, el sentir ese gran miembro tan cerca de mi entrada lograba subir mi excitación al máximo, a tal grado que empecé a soltar gemidos sin parar el beso.

─Amor, para ─le dije intentando recobrar el aire─. Por favor.

Se detuvo, pero no hizo que quitara mis piernas de alrededor de su cintura. Su rostro era una combinación de sorpresa y sonrojo. Hizo que algo en mi corazón ardiera aún más. De verdad lo amaba y no quería tener sexo con él tan rápido.

─Ernien, quédate hoy ─susurré mientras lo jalaba con mis brazos hacia mí, para abrazarlo con ganas de nunca dejarlo ir.

Los recuerdos de la noche anterior me hicieron sonreír, todo eso no había sido un sueño, era la pura y mera realidad. La realidad en la que siempre había querido vivir.

Sentí como el pequeño cuerpo entre mis brazos se empezó a despertar y abrí mis ojos para poder verlo, quería volver a ser la persona que lo viera despertar cada mañana. Verlo cada día, a primera hora, era una obra de arte que ni siquiera el mismísimo Da Vinci podría igualar.

Se comenzó a mover ligeramente, por lo que lo solté un poco de mi agarre para que pudiera moverse con mayor libertad. Ya que estuvo libre, alejó su rostro ligeramente de mi pecho y subió su mirada hacia mí.

─Buenos días ─me susurró Ernien, con una cara que daba a entender que aún tenía mucho sueño.


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⏰ Última actualización: Feb 04, 2017 ⏰

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