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—CASTIGO—
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PIPER.
LLEGO EL DIA, el día en el que Dumbledore daría su gran noticia. Todo Hogwarts se encontraba impaciente en el Gran Comedor esperando por sus palabras.
—Alumnos de Hogwarts he de anunciaros una gran noticia. Este año nuestro colegio tiene el gran honor de ser anfitrión de... ¡El Torneo de los Tres Magos!—al decir eso Dumbledore, todos empezamos a aplaudir.
Sin más tiempo que perder Dumbledore hizo las respectivas presentaciones a las dos escuelas que Hogwarts acogería: Durmstrang, escuela del increíble jugador de Quidditch Víctor Krum, y Beauxbatons, donde las chicas de esa escuela dejaron embobados a todos los chicos de Hogwarts.
Tras las presentaciones pasaron a las instrucciones, requisitos y advertencias que tenía el torneo. Las cuales no fueron bien recibidas por todos.
—¡Oh vamos, no es justo!—se quejo Fred Weasley, tan alto que lo oí desde mi mesa, al saber que solo podían participar los mayores de diecisiete años.
***
Una vez que la gran cena que iniciaba el Torneo de los Tres Magos finalizo me dirigí a las mazmorras junto con Draco.
—¿Te gusta la idea del Torneo de los Tres Magos?—pregunte sonriente trantando de que quitara era cara apática que traía normalmente.
Draco soltó un bufido acompañado de una sonrisa socarrona.
—Bueno...¿has visto a esas chicas?—me miro aun con la sonrisa.—El tornero puede ser una buena distracción.—finalizó.
—¿Qué piensas hacer, Draco?—le miré alzando una ceja, aunque sabía sus intenciones. A Draco le encanta gustar y ser el protagonista y todas esas chicas nuevas eran una gran oportunidad para lucirse.
—Aprovechar el tiempo, mi quería Piper.—me guiñó un ojo juguetón.—Ya que tú ignoras todos mis intentos de coqueteo.—se lamento de forma exageradamente dramática.
Me reí con ganas. Draco siempre me hacia cumplidos y me coqueteaba, claro que siempre de broma, solo jugando para molestarme.
—Tienes razón, es mejor que vayas con las chicas de Beauxbatons.—me reí mientras le seguía el juego.
—¿Cuando dejaras de rechazarme?—se quejo con una sonrisa tentadora.—Mira lo que tienes delante.—siguió admirando su propio cuerpo.
Puse los ojos en blanco y le dí un leve empujón para alejarlo un poco de mi.
—Será mejor que me vaya a dormir.—negué divertida.—Adiós, Romeo.—
Me adentre a la Sala Común y subí directa a mi habitación.
