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—SEGUNDA PRUEBA—
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PIPER.
LAS SIGUIENTES SEMANAS, como poco, se podría decir que fueron interesantes. Tras nuestro beso la noche del baile George me busco y me pidió ser pareja, por lo que ahora teníamos una bonita relación. La reacción de Draco al enterarse fue extraña, sabía que no me gustaría que saliera con, según él, un traidor a la sangre, pero nunca pensé que se fuera a enfadar tanto. Sin embargo, no me tomé importancia, era problema suyo por sus prejuicios sobre la sangre.
Me dirigía a la ultima clase del día, Encantamientos, con Neville y Hermione, ahora que algunos Slytherin no me hablaban por salir con George pasaba más tiempo con los Gryffindor.
Cuando el profesor abrió la puerta para que todos los alumnos que esperaban fuera pasarán nos habló.
—Chicos, por favor no os sentéis, voy a asignar nuevos asientos.—dijo el profesor. Todos protestamos y él empezó a colocarnos.
Me separaron de Hermione y a ella la pusieron con Dean Thomas, por lo que ahora me tocaría un nuevo compañero
—Srta. Brown.—me dirigió una mirada.—se sentará con el Sr. Weasley.—señaló el lugar vacío junto al pelirrojo.
Bufé ruidosamente, estar cerca de Ron me ponía tensa. Tras nuestra intensa discusión del baile no habíamos vuelto a cruzar palabra y si él no me pedía perdón yo no pensaba tratarle bien.
—No me gusta estar sentado contigo.—murmuró apretando los dientes.
—A mi tampoco.—dije poniendo los ojos en blanco.—Cada uno por su lado.—sentencie.
—No podemos hacer eso cuando sales con mi hermano.—se acercó a mi oído y recalcó las dos últimas palabras.
—Siento que el salir con tu hermano suponga un problema para ti.—dije con sarcasmo.—Oh, espera. No, no lo siento en absoluto.—le miré con una enorme sonrisa.
Ron bufó con gran enfado y se hundió más en su asiento.
Puede que fuera divertido compartir sitio con Ron, podría meterme con él, comenzaba a disfrutarlo.
***
La segunda prueba estaba a la vuelta de la esquina, a tan solo un par de días, y eso se notaba en nerviosismo de todos los alumnos de Hogwarts.
—George.—dije acercándome a él al verle por uno de los pasillos.
Él se giro y cuando me vio sonrió.
—Hey, preciosa.—dijo dándome un pequeño beso en los labios.
—¿Te apetece que nos veamos un rato esta noche?—le pregunté sonriendo mientras acariciaba su pecho.
