3. Sol

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Me desperté.

«Si es que 5 minutos cerrar y abrir los ojos se le llama dormir.»

Fui al tocador y me miré al espejo.

«¿Este soy yo? Soy muy guapo. ¿Cómo serás tu, mi preciada Luna?»

Bajé las escaleras más cercanas y divisé a un chico.

—¡Sólo déjame en paz! —un chico rubio que no me rebasaba en lo más mínimo frunció el ceño mientras les seguía gritando a los mayordomos de allí.

—Si señor —contestó uno sin protestar, alejándose rápidamente como si su vida dependiera de ello.

—¿Y tú qué? —me miró alzando una ceja.

—¿Mercurio? —reí apenas reconociendolo.

—¿Sol?

Corrí a abrazarlo, e inmediatamente se apartó de mi.

—¡Mercurio! Mirate, te ves muy guapo.

—Ni se te ocurra tocarme, en esta vida tengo 15 años.

—Argh, al menos espero que la Luna no sea menor de edad.

—Y yo espero que si, así no harán sus porquerías —contestó apartando el flequillo de su rostro.

—¡Mercurio!

—Jaja, sé que aún así lo harás. A nadie engañas.

Tocaron la puerta, a lo que una mucama abrió.

—¿Se encuentra el señor Mercu- digo Yuri?

—Si, permitame —se nos acercó, bastante temerosa—. Amo Yuri, le buscan.

—¡S-si! P-permítame —susurró—. Más te vale no cagarla, Sol.

—Trataré de no hacerlo.

Un joven castaño entró a la sala, «¿Marte?»

—Bueno, sólo nos hace falta encontrar a 5 —contestó riendo, reconociéndonos al instante

—Entre ellos, a Luna.

—¿Será una chica? ¿Un chico?

—Por lo que me concierne, el debe ser un chico.

—¿Por qué Sol?

—No lo sé... pero quiero que lo sea.

—Uy, ¿Pero en dónde meteras...? Ya sabes.

—¡Marte! No digas eso.

—¿Qué Mercurio? Es verdad.

Marte tomó a Mercurio entre sus brazos y le da un cariñoso beso en su cuello.

—¡Marte!

—Aquí en la Tierra, me llamo Otabek, así que llámame así.

—Y-yo me llamo Yurio, sólo aquí te diré de tu nombre mortal...

Otabek colocó con mucha delicadeza a Yurio en el piso.

«¿Algún día cargaré a Luna de esa manera?
¿Algún día lo tomaré de la mano y veremos el atardecer juntos?»

Todas esas preguntas, vagaban por la cabeza de nuestro Sol ¿Serían respondidas pronto?

—Señor Nikiforov.

—¿Si?

—Venga a desayunar.

«No deseo nada más que a mi Luna, lo necesito aqui conmigo. Necesito ver su rostro y besarlo delicadamente como lo hacen los humanos justo antes de hacer el amor.
Necesito saber si él me corresponde y me ama tanto como yo lo amo a él.
Saber si todo esto ha sido una pérdida de tiempo y prefiero ser el Sol o quedarme el resto de mi vida mortal junto a él.»

—¿Señor?

—Ahora voy.

El Sol y La Luna ✨En Remodelación✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora