Capitulo 9

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PRESENTE.

Tan pronto como terminó la ceremonia de graduación fui en busca de todos. Cuando llegué a dar unos pasos fuera de la arena escuché a Trish gritar—: ¡Oye, perra! —por debajo de algún lugar. Bajé la mirada y encontré a Trish, mamá, papá, Layla y Ryan parados al fondo.

Ryan estaba mostrando sus hoyuelos y mi princesa estaba sentada en sus hombros saludando. Pude sentir las lágrimas viniendo.

Bajé lentamente las escaleras repitiendo "se acabó, se acabó, se acabó" y corrí derecho hacia la mano de mi pequeña, que ahora tiene cinco años.

Le di un suave beso en los labios a Ryan.

—Felicidades, cariño —dijo con mi voz favorita de terciopelo, y le sonreí.

—Mamá, ¿podemos ir a comer ya? ¡Estoy hambrienta! —gritó Layla.

Miré a mi hermosa pequeña princesa de pelo negro, ojos ahora como la miel, como los de una leona.

Ella iba vestida de la cabeza a los pies con un vestido rosa que incluía una diadema de cálidas flores rosas y el vestido a juego con volantes, con un cinturón que decía "Mommy Rocks", coronada con un brillo de labios color rosa y unas botas rosas. Mi cabeza se agitó por su belleza.

—Será mejor que te inclines aquí y le des a mami un poco de azúcar antes de que tenga un desmayo por un shock diabético.

Ella me dedico una enorme sonrisa.

—Mami, siempre dices esa cosa tonta. —Inmediatamente se inclinó y me dio un gran, húmedo, descuidado beso en la boca, mientras yo apretaba sus aun gruesos cachetes.

—Oye, tal vez eres mi pequeña princesa, pero siempre serás mi bebé.

—Te amo, mami —dijo ella felizmente.

—¿Cuánto? —le pregunté.

Ella abrió sus brazos y dijo:—Mucho.

Reí. —Te amo más que el ancho mundo entero, nena.

Apreté su pequeño pie y volví hacia mis padres; ambos tenían lágrimas en los ojos.

Me acerqué a ellos y les di un gran abrazo.

—Te quiero, cariño. Estoy tan orgulloso de ti —dijo papá con un nudo en la garganta.

—Sabía que podías hacerlo. Te amamos mucho —dijo mamá.

Estaba abrumada por la emoción.

—Gracias por todo a ambos. Si no fuera por ustedes... Yo solo... no podría. —Ya estaba llorando.

—Nena, se supone que este es un momento feliz. Todos dejemos de llorar. ¿Está bien? —dijo papá. Ryan comenzó a frotar mi espalda.

—Sí, vamos, estoy hambrienta —chilló Layla impacientemente.

—¡Oye tú, perra! ¿Me vas a dar un abrazo o qué? —preguntó Trish.

—Trish, un día de estos voy a lavar tu boca con jabón —dijo mi mamá enojada. Luego se giró hacia mí—. También a ti, missy.

—Bueno, con gusto voy a dejarle hacerlo, Sra. Martínez, después de que April me dé un maldito abrazo. Creo que me lo he ganado. —Me gire para verla y Trish estaba llorando ¡Oh, hombre!, Trish nunca llora, y cuando lo hace mi corazón se parte en dos con solo verla.

—Trish, te quiero —le dije, y tire mis brazos alrededor de su cuello.

Después de un minuto ella me empujó hacia atrás. —Bien, bien, vámonos. La princesa está hambrienta y las princesas jamás deben de estar hambrientas.

Empecé a limpiarme las mejillas.

—Mami, ¿puedo ir con la tía T? Ella dice que puedo ir en la parte de abajo —preguntó Layla.

—Layla, tú vas a ir con tu mamá ahora y de regreso a casa te vienes conmigo, ¿está bien? Solo necesito hacer una parada en Ann's para recoger el pastel —dijo Trish.

—¡Está bien!—respondió Layla con entusiasmo.

—Los veo en un rato. —Trish dijo adiós y se fue.

Ryan bajó a Layla y ella corrió hacia mí y cogió mi mano. —Cariño, ¿estás lista para irnos? —preguntó Ryan.

Me giré hacia mis padres. —¿Los veo en el restaurante?

—Seguro, linda —respondió papá.

Cuando ellos se fueron, Ryan tomo mi otra mano. —April, Estoy tan feliz por ti. Te amo.

—También te amo, Ry.

April, nena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora