Epilogo. 1/7

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EPILOGO

Parte 1/7

"Aniversario de los dos años"

Hoy era nuestro aniversario de boda de dos años y pasamos parte de él dando los toques finales a un anuncio en el que estábamos trabajando para el bar.

Las revisiones finales estaban destinadas sólo a pasar, dado que hoy era un rollo.
Ayudaba en el bar cuando podía, pero era en su mayoría para sentir que podía ser más que esposa y madre. No es que no amara ser una esposa y mamá, porque lo hacía; era por lo que vivía. Pero me gustaba sentir que serpenteaba con la vida aparte de llevar a los niños a la escuela, cocinar y limpiar.

Al mirar a Justin sentado detrás de su escritorio mientras le daba sugerencias, no podía evitar ser físicamente consciente de cómo de comestible se veía en su apretada camisa blanca y vaqueros; un músculo en particular tensándose contra su cremallera. Comencé a masajear sus hombros y antes de darme cuenta, no pude apartar las manos de él.
Mis hormonas lo necesitan. Necesitábamos un rapidito.

Así fue como terminamos en el sofá de su oficina...

—April, nena, se supone que debemos estar trabajando —dijo Justin en mi oído mientras trabajaba lentamente en mi clítoris.

—Mmmm hmm... —gemí mientras me levantaba contra sus manos—. Biebs, por favor, date prisa —supliqué. Inmediatamente, me llenó con su polla y no dejó de moverse. Formó un puño con su mano en mi cabello y me obligó a mirarlo a los ojos.

Posesión estaba escrito en toda su cara y me quedé asombrada al ver que todavía ardía por mí. Qué aún estaba desesperado por mí después de todo este tiempo y todo por lo que habíamos pasado.

Después de dos niños, había algunas estrías de más en mis senos, que alimentaron a dos bebés en lugar de uno, y él aún me deseaba más de lo que lo hacía antes.

—Te amo —murmuró justo antes de tomar mi boca con la suya. La mano que apretaba mi trasero inclinó mis caderas hacía arriba en un ángulo que lo presionaba contra mi punto G. Me lamí los labios y gemí contra su boca.

—Justo lo que estaba esperando, nena. Sigue lamiéndote los labios para mí. —Sus movimientos se volvieron gradualmente más y más fuertes hasta que finalmente se deslizó una última vez y no se movió para salir. Continuó trabajando con las caderas de manera que se frotara contra mis puntos clave, tanto por dentro como por fuera.

—¡Justin! —grité cuando me vine tan fuerte que todo se volvió negro por una fracción de segundo. Después de unas cuantas fuertes bombeadas más, le oí gruñir en mi cuello justo antes de que me mordiera suavemente y se viniera en mi interior.

—¿Te encuentras bien? —susurró en mi oído. Asentí. Se levantó de mí y fruncí el ceño. Detestaba que este cuerpo dejara el mío—. Sólo voy a conseguir algo para limpiarnos —dijo justo antes de entrar en el baño y volver con una toalla; una de las muchas que abastecía para ocasiones como esta.

Después de que me limpió nos vestimos.

—¿Todavía vas a cocinar esta noche? ¿Estás segura de que no quieres salir a cenar? —preguntó Justin—. Podría hacer reservaciones en ese lugar de comida marina que te gusta.

—No, tengo planeado algo especial para nosotros, y Trish se ofreció a llevar a las chicas a su apartamento esta noche. Creo que aún se apoya en las chicas para mantenerse ocupada. —Negué con la cabeza al pensar en mi mejor amiga—. Sin importar lo mucho que finja, sé que todavía no ha vuelto a su antiguo yo.

Tras dos años de espera, Trish todavía no había oído nada de Tony.

Durante meses intentó hablar con él en vano.

Lo más seguro era que hubiera oído muchas veces a otras mujeres hablar de él.

Tony se había vuelto muy cercano con la mayoría de las mujeres que Trish y yo conocíamos.

Era obvio que había planeado esto, e incluso entendía por qué lo hizo, pero dado que conocía toda la historia y Trish era mi mejor amiga, era muy preocupante.

Lo último que escuché fue que se había mudado.

Mi mejor amiga no era la misma de antes.

Claro, representaba su papel lo suficientemente bien, pero perdió toda su chispa. Se lanzó al trabajo en la clínica veterinaria y no tenía vida fuera del trabajo aparte de mí, Biebs y mis chicas.
Oh sí... y Adam.

—April, nena, Trish es una mujer adulta. Estará bien —dijo Justin, irrumpiendo en mis pensamientos.

—Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme. Desearía que conociera a alguien más, así Tony se convertiría en sólo un recuerdo. Casi deseo que se enganchara con tu hermano. —Lo hice sonar como si Adam fuera un último recurso y Justin puso los ojos en blanco.

—Dime otra vez por qué le pediste que te llevara al mercado y no a mí.
¿A qué hora va a recogerte? —sonaba molesto, pero no podía arruinarle la sorpresa a Biebs.
Miré al reloj. —Ya debería estar aquí. Te lo dije, tengo que comprar muchas cosas y necesito ayuda. —Me levanté sobre los dedos de los pies para besarlo.

—Te veo en un par de horas. No vayas a casa sin llamar primero —ordené.
Sus cejas se juntaron. —¿Qué estás planeando?

—Te dije que es una sorpresa. No lo arruines.
—Me levante de nuevo para darle otro beso.

—Te amo —susurró.

—También te amo.

April, nena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora