Capitulo 27

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Capitulo 27.

¡Maratón 3/5!

Me alegré de haberme alejado de él.

Antes de dar siquiera mi último paso, la puerta principal se abrió y Layla apareció echando humo. Se dirigió directamente hacia nosotros y patinó hasta detenerse justo en frente de Justin. —Hola —suspiró sin aliento, mirando a su padre.

Justin se inclinó y palmeó la mejilla de Layla. —Hola, chica preciosa. —Justin sorprendentemente sonaba vacilante y nervioso. Muy lejano a su comportamiento normal.

Layla miró a Justin durante un rato. Entonces cuando yo la miré grandes gotas de lágrimas se reunieron en sus ojos. —¿Te quedaras conmigo? Quiero decir, ¿tú no me dejaras aunque yo no te guste? —preguntó ella con un hilo de voz inocente.

Esa vocecita me partió el corazón.

Fue una sensación horrible el saber que había mantenido a Justin lejos, sin darme cuenta del dolor que le había causado a la niña. ¡Yo estaba llorando de nuevo! Vi a Justin secarse los ojos también.

—Niña preciosa, yo nunca voy a dejar que te vayas. —Justin se quedó sin palabras y la atrajo en un abrazo.

Cuando finalmente se separaron, Biebs dijo—: Eres muy guapa, Layla. Me has dejado sin aliento.

Ella sonrió enormemente. —¿Voy a ser tan grande como tú? —preguntó con entusiasmo.

Justin rió entre dientes. —Realmente espero que no, preciosa. No hay demasiadas chicas en este mundo tan grandes como yo. Pero he de decir que creo que vas a ser más grande que tu madre. —Él lo hizo sonar como si eso fuera una cosa buena.

—¡Yay! ¡Yo no quiero ser tan baja como mamá!

—¡Oye! Yo mido un metro con sesenta y cinco centímetros, ese es el promedio para una mujer —le dije ofendida.

—Mamá, eres baja. —Layla lo dijo con total naturalidad.

Un poco de la honestidad de Trish tiene que habérsele pegado a ella. —Está bien, está bien, vamos a seguir adelante. Tengo que ir a trabajar en unas pocas horas —dije.

Nos lo pasamos genial en el parque.

De hecho, Justin trajo una pelota de color rosa para Layla y nos la estuvimos pasando, riendo y haciendo pases entre nosotros. Mi niña estaba en el cielo hasta que llegó el momento de dejar a Justin.

—¡No quiero que te vayas! —sollozó contra la pierna de Biebs.

—Yo tampoco me quiero ir, preciosa, pero tu mamá tiene que ir a trabajar. Volveré mañana a primera hora, si quieres.

—¿Por qué no te quedas conmigo? Tú eres mi papá, se supone que te tienes que quedar.

Esta niña siempre estaba rompiendo mi corazón.

—Layla, papá y mamá no están casados, por lo que no estaría bien que se quedara con nosotras. —Yo estaba tratando de ser lógica con una niña de cinco años, pero lo único que conseguí fue que me miraran ambos, padre e hija.

¡Mierda!

Justin se metió en la conversación. —Layla, ¿me puedes traer algo donde pueda escribir? Quiero darte mi número de teléfono para que me llames en cualquier momento que lo desees. No importa la hora que sea, si me necesitas, o simplemente quieres hablar, llámame, ¿de acuerdo?

—Sí —respondió ella con tristeza y arrastro los pies por el pasillo mientras que murmuraba—: Ya vuelvo.

Tan pronto como Layla se perdió de vista, Justin se volvió hacia mí. —No le mientas, nena. Estamos juntos. Cuanto antes lo sepa, más pronto se adaptara a que yo esté cerca.

—¡Eres increíble! Y deja de llamarme nena. Todo el mundo me llama April y lo sabes.

—Nena, me alegro de que pienses que soy increíble, y nunca voy a dejar de llamarte nena. Me niego a llamarte como lo hacen todos los demás porque no eres de ellos, eres mía. Ahora, acerca de tu trabajo, no me gusta que trabajes ahí.

Yo jadee en voz alta y me aleje de él.

—¿Perdón? —le chillé.

—Ser camarera no es un trabajo seguro y terminas de trabajar demasiado tarde. No puedo estar allí contigo y no me gusta. ¿Por qué no trabajas conmigo?, estoy seguro de que vas a conseguir mucho más dinero... No, olvida que dije eso. Tú y Layla solo tienen que vivir conmigo, y puedes trabajar si quieres, o no. Eso depende de ti.

No puede estar hablando en serio.

Abrí y cerré la boca varias veces, pero las palabras no me salían, —Piensa en ello y decídete cuando estés lista, pero quiero que tú y Layla vivan conmigo.

—Estás completamente perdido —le susurré airadamente y me golpeé suavemente en la cabeza con el puño para que supiera que quería decir que estaba loco.

—No vamos a vivir contigo, y me encanta mi trabajo. Ni siquiera me conoces ahora —le susurré histéricamente.

—Entonces voy a vivir aquí sí eso es lo mejor para ti, pero no está cerca de mi trabajo y con toda honestidad, mi casa es varias veces más grande que este lugar. Por no hablar de que creo que a Trish no le gustaría tenerme a su alrededor todo el tiempo, pero lo voy a hacer.

Cerré los ojos.

Mi vida era un desastre.

—Eres demasiado —susurré exasperada.

—Nena, te voy a dar un tiempo, pero no mucho. He perdido mucho con Layla ya. —Se inclinó y me dio un beso rápido antes de que Layla entrara en el cuarto con un rotulador y una cartulina.

April, nena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora