PRÓLOGO

286 43 7
                                    

—No lo hagas, vas a lastimarlos a todos —me súplica pero no sé incluye, yo sé porque no lo hace, pero ya es muy tarde.

—Te odio —le digo y levantó el muñón de mi mano, la mano que perdí por su culpa y nunca recuperaré —te odio por hacerme esto, te odio por obligarme tantas veces a hacer cosas que no quería, te odio porque es tu culpa todo lo que pasó en este pueblo, te odio por tener que hacer esto gracias a tí —y ese día, el último día, llorando lleno de histeria y desesperación dije todo lo que llevaba tiempo guardando, cada palabra porque la sentía desde el alma, lo dije de corazón, lo dije con odio, con desesperación, porque me arruinaron, y me permití llorar por lo que no fuí y por lo que nunca seré, por mis sueños que no se cumplieron, por ese niño triste que llevaba en el alma.

—Por favor, no lo hagas —me dice arrodillándose, pero yo me dí la vuelta:

—Hagamos un último trato, prométeme que las cosas serán distintas, que cada niño u hombre de este pueblo podrá ser feliz, que...—me avergonzaba de lo que tenía que decir, de mi vulnerabilidad, de la historia que estaba detrás de cada palabra —promete que nadie tendrá que volver a sufrir como yo.

—Te lo prometo.

Y cuando obtuve lo que quería dejé salir todo el poder que me estaba pudriendo desde hace tiempo por dentro, y luego solo me volví polvo y fuí una insignificante parte del universo.

Como siempre.

Como siempre estuvo destinado a ser.

Y cuando el momento llegó hice lo que tenía que hacer.

Para bien o para mal.

Para desgracia o infortunio de todos.

Ese día yo gané pero también perdí.

Ese día yo gané pero también perdí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CONTRATO CON UNA BRUJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora