/11/CORAZÓN ROTO

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CAPÍTULO 11: CORAZÓN ROTO

HANSSEL

No te acerques, pienso cuando veo a Jariel.

-Dime algo ¿Quieres que te dejemos en paz? -La mujer sostiene mi cabello mientras tira de él dolorosamente.

Nada es gratis, me había enseñado Mila.

Por eso me limito a quedarme callado, lo que ocasiona que tire con más fuerza de mi cabello, provocando una queja de mi parte.

-Parece que no, así que deberíamos seguir -amenaza y se pega a mi restregando sus gordos senos cubiertos por piel de alguna clase de animal contra mí ¿Cuán peor podría ponerse esto?

No es una escena erótica.

No es una escena deseable.

Soy yo, completamente desnudo y herido siendo humillado delante muchas personas.

Y duele, duele mucho, física y emocionalmente.

Jariel tiembla y mira todo en show, está pálido. Del hombre hoja solo quedan cenizas, apagaron el incendio como si nada, a nadie le importó, así como a nadie le importo yo, no me duele, el me había hecho daño, pero tampoco me sentía contento. Yo solo quería que dejarán de hacerme daño, sentía rabia, mucha rabia, pero no los odiaba, no aún, porque yo no era esa clase de persona.

-Detente -mi voz es apenas un murmullo sin fuerza apenas audible. El frío cala en mí, no es que estuviera excesivamente helado, podría hasta ser un clima agradable, pero mientras deliro por el dolor de lo que fué mi mano y añadido mi desnudez, se va convirtiendo en una tortura.

-Me detendré -declara, siendo escuchada por todos, que enseguida empiezan a protestar -pero tienes que prometer algo primero, por si no quedo claro -calla unos segundos, como si quisiera mantener el suspenso, no es más que una burla -nunca más volverás a pronunciar o jugar con ese nombre ¿Quedó claro?

-No -me niego y todos se quedan sorprendidos con mi respuesta.

Habían dos caminos.

El más fácil para mí en este momento y el más difícil.

Yo elegí el más difícil al decir: No.

Porque nadie va doblegarme tan fácilmente.

Ellos no acabarían conmigo tan fácilmente.

Yo lucharía por cambiar las cosas.

El semblante de la mujer cambia, bien, mátame. Toma mi brazo dónde está el muñón herido y lo aprieta en su mano, el dolor es indescriptible, y estoy a nada de quedar insconciente.

Todos parecen emocionados por la situación, una adolescente en la multitud le susurra algo a otro chico y ambos se ríen.

Se ríen, excepto Jariel y quizá una niña con alrededor de 2 o 3 años que mira todo confundida, levanta su manito y me saluda tranquilamente, inocente de todo, yo le dedico una sonrisa, una sonrisa triste y sin fuerza porque es lo único que puedo ofrecerle en este momento, y me la devuelve contenta, no puedo más, comienzo a llorar, porque entre tantas personas ella y Jariel fueran los únicos que no estaban contentos de mi desgracia.

Pero las barajas cambian rápidamente, y puede que en ese cambio obtenga la baraja ganadora.

Yo no gané, pero tampoco perdí.

Y luego todo queda en silencio por una sola presencia, como si fuese algo ensayado todos dan una reverencia al mismo tiempo, ni un segundo más, ni un segundo menos. Cuando logro enfocar mi vista hacía la persona causante me encuentro con Mila, que está parada ahí con un semblante de piedra.

CONTRATO CON UNA BRUJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora