Ignorando advertencias,
Ella nadó, mar adentro, en un intento de diversión vacía o no, tal vez solo le valió un carajo ¿quien sabe? Simplemente pudo haber sido su estupida valentía.Sin importar razones, personas, mas bien sin importarle nada.
Ella nado.
Y nado.
Como siempre se confió, pensó que era tentar a la muerte un rato y que al final de cuentas, como siempre, ella saldría ganando.Ella nado sin un peso en el mundo, sin una preocupación, solo era ella disfrutando del poquito peligro que había decidido tomar aquel dia de sol.
Y así fue hasta que se detuvo, le dio la espalda al océano y lo vio, parado.
Buscándola, buscando su mirar, buscando su sonrisa.
Ella ahí sintió un hueco extraño en el estómago, hizo una mueca y continuó mirándolo.
Era lo único que pensaba, que el amor por el que todos los días soñaba en su cara se estaba yendo a la chingada.
Ya no lo sentía, ni lo buscaba, era su costumbre, más que nada.
Eso fue lo último que pensó,
El último sentimiento que sintió.
Porque...
1 segundo, eso es todo lo que basto.
1 segundo para sentir como con una ola el mar la ahogó.
Nado y nado, dirección contraría,
Asustada de cómo el océano sus horrores saco.
No sabe qué fue lo que la freno,
si fue el cansancio o la desesperación,
el miedo y la satisfacción,
El o la loca de su interior.
Pero, se soltó, ya no nado.Y ella no sabe si fue Dios o algo mas lo que mandó a aquel guarda vidas pero la salvó.
Y 1 segundo basto.
Para qué él imaginara su vida sin ella.
Para imaginarse la vida sin aquella sonrisa rota, sin aquellos ojos curiosos y sin aquellas bromas que lo volvían loco.Sin aquella persona a la cual cuidar de este jodido mundo, se imaginó el mundo sin su necedad y terquedad.
Sin su locura y amor.
¡Y puta madre!
¿Qué había hecho?
¿Como permitió que eso pasara?Estaba impactado.
La vio salir caminando, llorando, temblando.
Y no supo que decir, que hacer, que pensar.
Porque lo único que le cruzaba por la cabeza era:
¿Qué tan egoísta tienes que ser para irte así y dejarme aquí tumbado?
Para tentar a la muerte mientras yo estoy aquí en la orilla esperando.
Casi te lleva el océano y sabes que eso jamás podría perdonármelo.
Pero vio aquellos ojos curiosos y el mundo se detuvo, porque estaba viva y el tambien.
Porque la amaba, porque era suya y sabía que él era de ella.
Por que no se sabe si fue destino o lo que sea.
Pero decidió que la ama y lo último que quiere es perderla.
Pero ella es como la marea siendo persona, viene y va, se lleva todo y lo regresa.
Ella recobró la conciencia en el segundo que sus pies tocaron la arena.
Espantada y horrorizada.
Levantó la mirada y lo vio ahí mirándola.
Mudo, con miedo hasta de tocarla.
Y vio el miedo en su mirada, miedo a ella o miedo a ya no tenerla... no podía distinguir cual.
Y se avergonzó, de su egoísmo, de su estupidez y necedad.
Y lloro, por su amor, por aquel amor de locos que sin querer casi deja.
Porque un amor como el que ellos tenían enfrente pocas veces sobreviva.
Y ambos lo supieron, se amaban.
Solo necesitaban que el océano se los recordará.
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