El viento azotaba las ventanas, el invierno era cada vez mas fuerte pero eso no evitó que Ginger tomara su ducha de todas las noches. Se colocó su ropa, una cafarena negra mas un pantalón suelto, secó sus cabellos y se lo sujetó, las luces de la sala seguian apagadas, y al sentir el sonido de la madera rechinar tomó un pequeño adorno que se situaba al lado de su velador.
La joven se quitó sus zapatos y caminó lentamente, a pesar de que todo estuviera oscuro ella podia distinguir si habia una sombra en su hogar, pero no se notaba nada. Se sintió extraña, giró y vió unos ojos claros puestos en ella, en un acto rápido, prendió la luz y golpeó en la cabeza a un sujeto que no reconocia.
—¡Mierda, Ginger! —gritó ante la reacción de ella.
La mujer se sorprendió a ver a Jeffrey en su casa, con ambas manos sobre la cabeza maldiciendo por el dolor que tenia.
—¡¿Qué rayos te pasa?! —dijo ella.
—¡¿Qué rayos te pasa a ti?! —preguntó—. Auch...
—¡Como quieres que reaccione, si te apareces de la nada en mi casa! —gritaba mientras iba por un botiquín.
—¡¿Me hubieras abierto la puerta si te decía que era yo?! —preguntó—. Agradezco que hayas dejado la ventana abierta y de que vivas en el primer piso. —confesó mientras se frotaba la cabeza.
—Buen punto. —dijo ella al verlo sentado.
El hombre alzó la vista y vió como la joven mojaba el algodón en agua oxigenada, ella se detuvo unos segundos, pues ambos chocaron miradas, pero ella siguió a lo que iba.
—¿Qué haces? —preguntó en tono bajo.
—Tienes un poco de sangre. —susurró mientras limpiaba la herida—. Se pondrá feo si no te lo curo. ¿Te molesta si me siento?
—Adelante... —la observó.
Fue delicada, tomó un par de minutos limpiar aquella herida, y durante ese silencio incomodo, miradas por parte del hombre no faltaron. Durante el trabajo la veía malhumorada, agresiva, nada comparada a una señorita, pero el acto que ella hizo al curarlo y lo cerca que estuvieron, le hizo dar cuenta que era alguien realmente simpática, vio sus rasgos mas de cerca, su nariz perfilada, sus ojos, sus labios pequeños, su flequillo, sus facciones. Todo.
Los ojos marrones de ella no quisieron bajar a hacer contacto con los de él, y las manos de ella no quisieron tocar mas de lo debido, lo vio, y sabia que su "atracción" no se habia disminuido en lo absoluto.
Ambos se encontraron en un momento que no podrían explicarse.—Ginger... —la interrumpió de sus pensamientos—. Siento mucho lo que dije ahí en el trabajo. No sabia que tu relación no iba bien... O mas bien, que no era tan bonita... Siento haberte dicho cosas feas, y catalogarte de amargada porque ahora se que no eres tan desagradable. —sonrió mientras señalaba el botiquín que ella traía entre las manos—. Espero que nos llevemos bien durante el resto del trabajo, aunque no estaré mucho tiempo, pero en serio espero que me perdones...
—¿No estarás mucho tiempo? —interrumpió ella.
—La verdad es que... Solo trabajo para comprarle un buen regalo a Allice por San Valentín. Será nuestra primera celebración juntos y faltan pocas semanas. —sonrió de lado—. Por eso digo que nos llevemos bien durante el resto de tiempo que queda...
Trabaja por ella. Tomará ese dinero por ella. Solo por San Valentín, pensó Ginger.
Arthur nunca habia hecho nada similar, lo intentaba pero... Siempre ocurria algo, eso despertó en ella esos disgustos llamados: celos.—Deberías de perdonarme tu. —susurró ella.
—¿Disculpa? —preguntó.
—Sentí celos de verte tan feliz, tu y ella, son una hermosa pareja, ver como ella te soporta... —rió—. Como soporta ver tus tonterías y actos cursis. —volvió a reír—. Ver una pareja pasar un buen momento... Arthur y yo nunca pasamos algo similar.
—Lo siento mucho. —la miró.
El hombre se acercó y le dio un abrazo. Ginger sorprendida, le respondió el gesto. Su cuello olia a una aroma tan masculina, sentía sus gruesas manos en su espalda, su cabello chocar con su oreja. Se sentía acogedor, se sentía bien.
—Espero que todo entre nosotros este bien de ahora en adelante. —dijo al separarse—. ¿No parece una buena idea? —sonrió.
Jeffrey era esa clase de hombre que con una sonrisa suya ya estabas rendida a sus pies, era esa clase de hombre que iba tan bien vestido que todas las señoritas se "derretían" al verlo pasar por las calles, era ese hombre con el cual toda mujer desearía casarse o incluso pasar una noche. Caía tan bien, era tan agradable, que eso hizo despertar la atracción de Ginger hacia él.
—Me parece bien. —respondió sonriente.
—Entonces... —se acercó y estiró la mano—. Soy Jeffrey Dean Morgan, cincuenta y un años, un placer.
—Realmente no aparentas de cincuenta y un años... —rió ella y acto seguido se presentó—. Ginger Wortzik, veinticuatro años, un gusto. —respondió al apretón de manos.
La joven y el hombre pasaron minutos hablando durante la noche, ella al verlo sonreír supo que los días tristes, negros y grises se irían para siempre, porque aquellas emociones no la habia sentido con nadie, ni con su novio. Y eso tenia que controlarlo.
Fin del capítulo 3.
*Nota: la mujer del gif es Ginger.
ESTÁS LEYENDO
San Valentín «Jeffrey Dean Morgan»
Fanfiction«Había amor alrededor, pero nunca lo he oído cantar. Nunca lo he oído para nada, hasta que llegaste tú.» Ella tiene un novio que es columnista, con el que ha pasado muy poco tiempo en sus años de relación. Pero a pesar de todo, ella cree que es el i...