8. Actos

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Estar enamorado no es ningún delito, es algo hermoso, pero, es un riesgo por el cual todos vamos a pasar

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Estar enamorado no es ningún delito, es algo hermoso, pero, es un riesgo por el cual todos vamos a pasar. Ginger le declaró su amor a Jeffrey, sabiendo que Arthur; su novio, saldrá herido, y pensando que Jeffrey la rechazará. Pero quería quitarse aquel peso de encima, quería ser honesta y acabar con todo de una vez.
Solo necesitaba una respuesta.

—¿No dirás nada? —preguntó ella nerviosa—. Dios, di algo por favor.

—¿Justo ahora Ginger? —pasó ambas manos por su rostro—. Justo ahora que volvíamos a juntarnos como amigos...

Amigos.

Esa palabra rondaba por su mente, era un rechazo asegurado. Una decepción mas, algo que olvidar.

—Me hubiera quedado callada para mantener nuestra amistad segura... Pero, no sabia cuanto hubiera aguantado. —sus ojos estaban medios llorosos, quería llorar, pero no frente a él—. No he olvidado el último San Valentín. Y he intentado decirle a Arthur tantas veces, pero siempre sucede algo, siempre algo interfiere. —la castaña cogió su saco y se puso de pie—. Olvida todo, sera mejor que me retire...

—Tienes razón, yo tampoco hubiera aguantado si seguíamos siendo amigos. Tienes toda la razón, mejor dejemos todo aquí, creo que, de todas formas nuestra amistad no iba a funcionar Ginger.

Ella no creía lo que escuchaba, entonces, ¿toda esa magia que ocurrió el catorce de febrero fue para él solo pasarla bien con una amiga? ¿Todas esas veces que la miraba en el trabajo, era por una causa específica? Se sentía dolida y como una completa estúpida e infiel.

—Creo que me quedó bien claro Jeffrey. —lo interrumpió.

—No, no lo entendiste. —se puso de pie.

—¿Quieres humillarme mas? —soltó su saco—. Vamos, prosigue destruyendo el corazón de esta chica. —avanzó un poco.

—Digo que tienes razón en que esta amistad nunca hubiera podido funcionar, porque ninguno de los dos se hubiera resistido de estar tan cerca siempre. Yo no hubiera resistido tenerte como una amiga. —susurró mientras se acercaba lo poco que quedaba—. Porque también me enamoré.

—¿Qué dices? —tartamudeó.

—Me gustas también Ginger. —su mano rozaba con la de ella, ambos sentían la tensión. La necesidad de tenerse uno con el otro—. Allice era mi primera relación seria, y cuando terminé con ella, me sentí devastado, ella nunca estuvo ahí para mi, a ella nunca le importaba como yo me sentía. Y sentí que el cariño que yo le di al iniciar esa relación, ella simplemente lo ignoró. —hizo una pausa—. Me di cuenta que perdí tiempo, perdí energías, ilusiones, sueños de estar con alguien mas, de enamorarme. Perdí una parte de mi persona entregándosela. Me humillé. —sus manos recorrieron los brazos de Ginger, subieron hasta llegar a sus hombros, observaba sus labios medios abiertos, veía sus ojos brillosos, por lo alto que era, se encorvó un poco para mirarla fijamente, para hablarle con la verdad y el corazón—. Imagina que todo mi amor esta encarnado en un pequeño ruiseñor que esta perdido. —sonrió—. Lo que quiero interpretar, es que habia amor alrededor, pero nunca lo he oído cantar. Nunca lo he oído para nada, hasta que llegaste tú. Tu forma de ser, me gustó, creo que tu gracia me hacia suspirar.

—Eres malo tratando de interpretar tus emociones. —murmuró ella.

—Soy malo en varias cosas. —murmuró sabiendo que ambas narices rozaban—. Pero hay algo en lo que soy bueno.

El hombre posó sus labios en los de ella, la barba le hacia cosquillas pero no le importó, Ginger posó ambas manos sobre las mejillas de él y le siguió aquel beso con una intensidad la cual ninguno era capáz de explicar. Las manos gruesas de él que bajaron de sus mejillas, ahora frotaban lentamente la cintura de ella.
La cabeza de Ginger reposó en el sofá y sentía su cuerpo sobre ella, el calor que ambos creaban, se sentía tan cálido. Jeffrey se detuvo un momento, se separó y solo la observó. Era ante sus ojos una mujer hermosa, pero, no estaba sola, todo eso se le vino a la mente; el saber que un hombre saldrá herido.

—No puedes serle infiel a Arthur, él no merece eso. Fue mi culpa, nunca debí de acercarme a ti después de aquella noche. Sabía que no nos podríamos contener. —se separó.

—Yo ya no lo quiero, y en serio intenté decírselo...

—Tienes que estar con él. Te ama mas que yo, ¡eso es algo obvio! —interrumpió el hombre.

—¡¿Y que hay sobre lo que yo sienta?! —preguntó—. No seria feliz con alguien al que no amo.

—Sabia que alguien saldría herido...

—¿Y esa tengo que ser yo? —preguntó irónicamente.

—No. Porque tu no tienes que soportar de ver a alguien que amas. —agachó la mirada.

—Pensé, en la forma la cual me expresabas todo... Que lucharías por algo entre los dos.

La castaña abandonó el domicilio, tomó un taxi y decidió olvidar todo. Lo intentaba, pero Jeffrey estaba en lo cierto. Arthur no se merecía eso.

Al llegar a su casa, Arthur esperaba recostado en las escaleras del primer piso, estaba durmiendo. Sintió ternura, lástima y pena por él. Lo despertó y ambos ingresaron tranquilos, sin decir ninguna palabra. Se sentaron en las sillas del comedor y Ginger sabía que tenia que confesar.

Fin del capítulo 8.

San Valentín «Jeffrey Dean Morgan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora