Prólogo

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—Feliz año nuevo Ginger. —sonrió Gary mientras limpiaba una camisa.

—Fue ayer Gary. —dijo cansada—. Solo tuve un día para relajarme. —fue sarcástica mientras dejaba su cartera en su casillero—. Y eso que quería salir con Arthur hoy.

—¿Tu y Arthur salir por año nuevo? —rió Gary mientras sacudía la prenda—. Él solo para en el periódico.

—Aún así no iba a trabajar en año nuevo, le dieron tres días de descanso, hoy, mañana y pasado mañana. —rió ella—. Y pensaba salir con él ahora que le dieron vacaciones. —añadió mientras se colocaba su mandil—. Ya sabes que nunca paramos juntos por nuestros trabajos. Es una relación complicada. —rodó los ojos, pero al instante dejó la malteada que estaba tomando, y sus grandes ojos marrones vieron la camisa que Gary sacudía—. ¿De quién es esa camisa?

—Es de Kathy. —mintió el pelirrojo.

—No, no, no. Kathy tiene una camisa con su nombre bordado y tiene flores. —afirmó mientras se ponía de pie—. ¿Gary qué esta ocurriendo?

—Si te lo decía, no ibas a querer y si no te lo decía, lo ibas a descubrir y tampoco ibas a querer...

—¡¿Contrataste a alguien?! —gritó mientras se apoyaba en el estante de libros.

—¡Necesitamos personal!

—Este lugar esta lo suficientemente bien. Es pequeño, la gente solo viene a tomar desayuno, comer un pan, leer algo ¡o solo para ir al baño! Yo lo veo perfectamente bien. —caminó hacia las mesas.

—¡Ginger! Kathy, Douglas y yo no podemos hacer todo. —añadió mientras la seguía—. Kathy es mesera, tu te encargas de los libros, Douglas es el cajero y yo cocino, obviamente necesito mas apoyo ahora que esto esta llenándose de mas personas. —el hombre robusto de cabellos pelirrojos y ojos verdes de un metro setenta pidió misericordia a la joven veinteañera—. Ginger, se que Jeffrey hará un buen trabajo.

—Pues yo creo que tu amigo Jeffrey, tendrá que esforzarse. Juro que si comete algún incidente lo botaré a patadas. —renegó mientras se lavaba las manos.

La campanilla de la puerta sonó haciendo saber que la puerta se habia abierto. Un hombre alto de cabellos castaños oscuros, con poca barba, ojos verdes oscuros; casi marrones, habia entrado a la librería/café. Se vea sonriente, la camisa azul a cuadros le quedaba bien, las pisadas resonaban por todo el vacio lugar y la muchacha solo lo examinaba sin decir mas. El hombre la observó solo un pequeño momento, sonrió amablemente y se acercó al pelirrojo Gary.

—¡Hola! —sonrió.

—Buenos dias Jeffrey. —respondió el robusto.

—Seré sincera de una vez señor. —interrumpió la joven haciendo captar su atención—. Hay tres reglas: Las relaciones, fuera del local, osea nada de novias ni distracciones, si traes a algún familiar procura de que no te distraigan ni les fíes nada. —recogió su malteada y unos libros—. Segundo, siempre tienes que ser puntual, así te hayas levantado super tarde, no se como harás pero me llegas antes de las ocho. —caminó unos pasos—. Y la tercera es que no me estorbes.

—Como diga capitana. —respondió de lo mas tranquilo, y le sonrió, acto que la incomodó un poco.

El hombre cuyo nombre era Jeffrey, observó a la pequeña muchacha irse con una malteada y libros en ambas manos, sonrió al ver el carácter peculiar que tenia.

—¿Puedes creer que tiene novio? —dijo Gary sacándolo de sus pensamientos.

—Gracias a Dios mi novia no es así. —rió el hombre.

San Valentín «Jeffrey Dean Morgan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora