Un batido de chocolate

18 4 0
                                    

Manuel se encontraba en su primer día de trabajo. Después de una interminable búsqueda de año y medio fue contratado como camarero de un nuevo café.

Emily estaba sentada junto a sus amigas de secundaria en una de las mesas del mismo café. Esperaba que vinieran a pedir su orden mientras escuchaba a las jóvenes hablar de las horribles dietas que hacían para mantener la silueta.

La chica se sentía muy incómoda pero para su suerte apareció el camarero. Emily lo analizó, rápidamente. Era un joven alto con sonrisa forzada, muy flaco y pelo negro.

-Buenas tardes, ¿Qué les puedo ofrecer? – Preguntó dando a conocer una voz ruda.

+ Nosotras dos queremos un té de menta y limón. – Informo la castaña de traje formal, mientras señalaba a la otra castaña. – Ella un té verde y, obviamente, todo sin azúcar. – Terminó de hablar mientras señalaba a la rubia que tenía a su izquierda.

El camarero asintió y anoto todo. Luego, levantó la vista hacia Emily.

Si fuera sincera sería más bonita. - Pensó Emily mientras observaba la sonrisa del camarero.

>Un batido de chocolate – Informó y por alguna razón que la chica no entendía la sonrisa del joven se convirtió en lo más sincero del establecimiento.

Manuel se retiró a preparar el pedido de la mesa 3 y mientras lo hacía pensaba que increíble era que aun existiera gente que no le importara la estética.

El joven se sintió completamente incómodo frente a la conversación tan poco coherente de aquellas tres chicas y aun peor no era el único. La cuarta chica que se encontraba en la mesa estaba aun mas incómoda.

-Aquí tienes. – Dijo con una sonrisa, llamando la atención de la chica.

>Gracias. – Devolviendo la sonrisa con algo de pena.

Emily miró a sus amigas y suspiró con pesar.

>¿Saben? – Dijo parándose – Me iré, no pienso pasar ni un segundo más escuchando sus tonterías. Hablan de dietas, calorías y de estar gordas... Esto – Dijo señalandose – Es estar gorda. – Respira hondo. – Ustedes no tienen idea de lo que es estar gorda. No poder vestir como te gustaría porque no tienen tu talla, que tus piernas molesten al caminar y tantas cosas más que podría quédame aquí horas. Pero lo peor es cuando el mundo parece decepcionado de que ganarás peso. – Con eso dicho la chica miró a Manuel y formuló – Lo lamento. – Tomó su batido y extendió su mano con el dinero. Luego se alejó.

Manuel miro a las amigas de la chica pero solo se encontró caras en estado de shock y ofendidas a la vez. Todo su cuerpo le indicó que siguiera a la joven pero cuando llegó a la puerta se sorprendí al ver que había dejado su batido a un niño hambriento que pedía dinero en la puerta del local.

El chico buscó con la mirada entre las personas que caminaban por las calles de la cuidad y la diviso cruzando la calle a paso seguro.

Ahora era él, quién suspiraba con pesar. Le hubiera encantado conocerla.

Tal vez la vida nos tenga reservado una mejor manera de conocernos. - Pensó Manuel.

One DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora