Granito de arena

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Ryan miraba a su jefa desde lejos. Ella siempre pasaba por la cafetería los sábados, una o dos horas antes de cerrar.

Eva, su jefa, tenía tan solo 26 años pero ya era una mujer de negocios y muy ocupada. Siempre haciendo cuentas, firmando papeles, hablando con proveedores o incluso con los clientes.

+ La clave de cualquier negocio es pensar primero en el cliente. - Dijo Eva hace unas semanas cuando una empleada preguntó que tanto hablaba con los clientes.

Ryan tiene un profundo sentimiento de admiración hacia ella pero lo mantiene oculto.

- ¡Rey! Deja de babear y cobra un cappuccino, un té, una lagrima y, al último de la fila, un café con leche. – El cajero miró mal a Lina, su compañera. Él odiaba ese apodo.

+ ¿Rey? A quien se le ocurre. – Pensó Ryan mientras les cobraba a los diferentes clientes.

Los sábados eran los días que más movimiento tendría la cafetería. Ryan solo era cajero y no tenía porque preocuparse pero igual ayudaba cuando había demasiados clientes.

-Toma. – Dijo Lina junto a él. Ella sostenía un vaso de café para llevar.

- Yo no pedí nada. – Respondió con el ceño fruncido.

-Tú no, bobo. – Contesto y señalo con la cabeza a Eva. – La jefa.

El joven rodó los ojos pero tomo el café y lo llevo a una de las mesas que se encontraban al lado de las ventanas.

Eva se encontraba concentrada en una escena fuera del local, una madre y su hija de tan solo 10 años rebuscaban en la basura por cartón que luego venderían para llevarse algo de comer a la boca esta noche.

- ¿Pasa algo? – Preguntó Ryan con vergüenza. – Eva miró por unos segundos pero volvió su mirada a la escena fuera del local.

- ¿Qué piensas cuándo ves eso? – Dijo Eva. Ryan siguió su mirada y respondió:

-Pienso que la vida es cruel y la sociedad un asco. Nadie ayudar... ni comida, ni dinero, ni ropa, ni nada. Solo pasan y lo que es aún peor, las miran con asco como si ellas eligieran esa vida.

Eva lo queda mirando mientras hablaba.

-Usted, ¿qué piensa? – Preguntó el joven volviendo la mirada hacia su jefa.

Por un momento, sus miradas chocaron pero Eva fue la primera en aparta la vista.

-Me pregunto que pensara hoy y dentro de unos años esa niña. Que pensara del mundo, la sociedad y de cada persona que conozca.

Eva miró al chico y le indico que tomara asiento. Bebió un poco del café y arrastro un papel hacia Ryan.


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El chico levantó la vista y observo con ojos brillantes a Eva.

-Esto... - No puedo terminar ya que fue interrumpido.

-Es una locura. Muchos me lo ha dicho pero aun así quiero hacerlo. – Informo la joven.

-No es una locura. Es aportar un granito de arena. Las personas te lo agradecerán, tal vez otros se inspiren con tu acción y quieran colaborar. – Respondió Ryan emocionado.

Los jóvenes se quedaron mirándose uno al otro. Habían encontrado en el otro un apoyo y una forma de pensar que creían extinguida.


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