Tengo 22 años y muchos dirían que estoy grande para columpiarme pero aun así lo hago. Cada vez que necesito mi espacio o tal solo pensar, voy al parque. Tengo algo de suerte porque el más cercano esta frente a mi edificio.
Era una fría noche de invierno. Me encontraba de vestido y chaqueta, mirando todo el tiempo al cielo, mientras me dejaba invadir por ese sentimiento que siempre me ha acompañado. Ese sentimiento que se transformó en mi sueño.
Nunca sentí pertenecer a este lugar, al país donde nací. Tengo ideas, comportamientos y forma de pensar muy diferente a las personas de aquí. Siempre sentí y siento que no seré feliz si me quedo.
+ ¿Estás loca? – Me sobresalte al oír la voz de mi amiga que me miraba preocupada. Se podría decir que no eran horas de estar en la calle con el frió, el peligro y mi ropa que poco ayudaba a no amanecer enferma mañana. – ¡Vamos, niña! Te enfermaras y mañana tenemos universidad.
Me levante lentamente y mirando por última vez a la luna en compañía de las estrellas.
- Solo sueño con estar en otro lugar. – Pensó ella.
