Capítulo Séptimo

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Victoria estaba asomada en la ventana de su habitación, observando como unas ardillas caminaban en las ramas de un árbol. El día anterior había sido para ella agotador; primero ese extraño encuentro con Maximiliano, la presencia cercana del doctor Ríos Bernal, la condescendencia de Bárbara y Luciano... La noche había sido más larga y solitaria que nunca, algo le hacía falta... Ella se negaba a pensar que fuese Maximiliano. Recordó la forma como se agarró de ella, las sensaciones que corrieron por su cuerpo, por mucho que tratara de olvidarlo sabía que jamás lo haría ¿sería fácil dejarlo ir? Quizás no debió ir a conocerlo. Y si lo conservaba,  ¿sería capaz de arriesgarse a criar al niño?  Victoria temió terminar odiándolo, porque cada vez que lo mirara, recordaría su origen... el recuerdo de la peor pesadilla de su vida.

El aire comenzó a faltarle, se apoyó en la ventana y  por alguna extraña razón su mente viajó hasta el momento en que Heriberto la tomó de los hombros, transmitiéndole seguridad, quizás;  solo quizás si cerraba los ojos podría visualizarlo, sus ojos verdes con esa extraña mirada mezcla de angustia y deseo ¿estaría Heriberto Ríos Bernal interesado en ella? ¿Podría un hombre volver a verla atractiva?
" ¿que más te gusta de mi?" Victoria suspiró, era un hombre obstinado, frunció el ceño al recordar como se había entrometido en su vida ¿Quién se creía que era? Juzgarla y después pretender seducirla...

De repente su mente se llenó de imágenes horribles Heriberto rechazándola diciendo como otros habían dicho antes "Se lo buscó, por coqueta"  ¿Sería su culpa? ¿había ella incitado a Osvaldo a hacerle lo que le hizo? Unas lágrimas resbalaron de sus mejillas, se secó con el dorso de la mano, y levantó el mentón. No, nunca más, nunca más permitiría que un hombre la pisoteara, que la tocara en contra de su voluntad con uno había sido suficiente.

-  Heriberto Ríos Bernal puede llevarse sus opiniones al infierno - entonces pensó en Maximiliano y sintió una punzada en el corazón ¿Estaría abrumada por su encuentro?

- ¿Puedo pasar? - Bárbara irrumpió en la habitación sacando a Victoria de sus pensamientos -  Iré de compras, ya se que estás aún convaleciente, pero quería saber ¿quieres que te compre algo? - Victoria miró a su cuñada brevemente, y su mirada pasó de nuevo al paisaje del jardín. 

- Nada, gracias 

- Victoria, no hemos hablado. Quieres contarme ¿Cómo es? -  Bárbara usaba ese tono bajo esperando no escandalizar a su cuñada con sus preguntas. Victoria se exasperó 

- Como todos los bebés, no hay nada que decir. Déjame sola 

- El doctor Ríos Bernal... 

- ¿Qué dijo? - La interrumpió y  preguntó rápidamente, Bárbara la miró extrañada. 

- Antes de venirnos, habló con Luciano. Dice que estar un rato contigo fue muy productivo. - Victoria  se mordió el labio y se dio la vuelta a la ventana de nuevo. - Dice que quizás, si tu lo visitas será más rápida su recuperación; tal vez en unos días pueda venir a casa. 

- Se te hace tarde Bárbara - le dijo Victoria sin expresión en la voz. Su cuñada hizo una mueca de tristeza y salió dejándola de nuevo sola.    

A media tarde, Victoria había leído todas las revistas, había visto todos los programas de televisión, se había duchado, y comido algo ligero;  no había nadie en casa, el silencio era sepulcral.  Gruñó mientras subía las escaleras lentamente, aún le dolía la cicatriz de la cesárea pero afortunadamente no eran indispensables las batas;  al pasar por el pasillo hacia su cuarto, miró la habitación que estaba preparada para Maximiliano,  no había entrado nunca, Bárbara había hecho los arreglos para que la habitación estuviera lista para cuando el bebé llegara. Por muchos intentos de su cuñada de que Victoria interviniera en la decoración, ella se había rehusado por completo.

"Renacer gracias al Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora