Capítulo Décimo Quinto

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Heriberto llegó al hospital después de dejar la mansión Gutierrez, se sentía inquieto por la situación; Maximiliano estaba en manos de un maldito, y él no podía acercarse a Victoria. Luciano había prohibido que la viera y él estaba consciente que lo último que necesitaba en ese momento ella era verlos enfrentados.   

- Dr. Ríos Bernal, tiene una llamada  - Sonó el intercomunicador de su secretaria.

- Gracias, Ríos Bernal al habla. 

- Se que aprecia a Maximiliano - Heriberto se levantó de la silla con rapidez -  si quiere verlo vivo, acuda a esta dirección. - Era Osvaldo Sandoval, tenía que ser él.

- Eres un maldito, si le haces daño... 

- No está en posición de amenazarme, yo tengo al niño; sé que le importa. Anote la dirección, nada de policías, ni armas, solo usted. - Heriberto tomó nota de la dirección.

- Esta bien, no le hagas daño Sandoval, Maximiliano no tiene nada... - pero ya había colgado. Heriberto salió rápidamente del consultorio.  - Cancela mis citas. 

- Pero Doctor... - protestó na secretaria pero él ya se subía al ascensor.      

Mansión Gutierrez

- Te traeré otro té 

- Gracias - Bárbara salió y dejó unos instantes a Victoria, el teléfono celular sonó y ella tembló, ¿y si era Osvaldo? no podía contestar... su voz, esa voz horrible... el teléfono siguió sonando. Pensó en Maximiliano y con él en mente tomó el celular y contestó 

- Victoria, sé que eres tú. Soy Osvaldo - Victoria se puso la mano en la boca y sus ojos se llenaron de lágrimas -  ven a esta dirección, te devolveré a Max. - Victoria se levantó rápido y tomó un lápiz de su escritorio de dibujo y escribió sobre su ultima obra -   Perdóname hermosa; por favor ven tu sola, nada de policías y Maximiliano estará bien.   - Osvaldo colgó el teléfono, esperando que las cosas se dieran como las había planeado.  

Victoria corrió hasta su armario y se puso un suéter, tenia que salir de ahí, debía ir hasta esa dirección. Luciano se daría cuenta si salía por la entrada principal, entonces abrió la ventana, y rogando a Dios no romperse el cuello en el intento, bajó por el balcón. Corrió hasta el garaje y salió de la mansión, dispuesta a todo por una persona que jamás pensó querer tanto, su hijo. Pero mientras salía, algo golpeó su cabeza, y pudo ver que alguien le colocaba una manta sobre el rostro. 

Heriberto caminó directo a la cabaña donde se escondía Osvaldo Sandoval; donde Maximiliano se encontraba. Cuando entró al porche de la cabaña, un clic y una voz lo detuvieron  

- Alto ahí, Doctor. Dé la vuelta y suba las manos para que pueda verlas. - Heriberto lo hizo lentamente, Osvaldo Sandoval se hallaba a unos metros. Con una arma apuntándolo. 

- Estoy aquí, sólo como me pidió; quiero ver a Maximiliano 

- Max está bien, es mi hijo. Está en las mejores manos, en las de su padre.

- Victoria está sufriendo  - Osvaldo fruncio el ceño y su mirada mostró cierta inquietud.

- No quería, pero tenía que hacerlo.

- ¿Qué busca Sandoval? 

- Quiero a mi familia, a mi hijo y a mi mujer. -  la forma como dijo aquella frase, hizo que hirviera la sangre de Heriberto, no pudo controlar su voz llena de rabia. 

- Victoria no es su mujer 

- Usted es doctor Ríos Bernal, no creerá que la cigüeña trajo a Maximiliano. Victoria es mi mujer, y usted está aquí, en esta cabaña con un arma apuntándole porque es un obstáculo entre nosotros. 

"Renacer gracias al Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora