Capítulo Vigésimo

2.5K 220 46
                                    

Heriberto y Victoria volaron a una isla tropical; ella había dormido durante el viaje, y él la había abrazado todo el trayecto, deleitándose en sentir su olor y la suavidad de su piel, se había visto tentado más de una vez a despertarla y hacerle el amor a su esposa... Se sentía tan bien que fuese ya suya para la eternidad. El sueño de Victoria parecía plácido, sonreía de vez en cuando, lo que hizo pensar a Heriberto que soñaba con cosas agradables, en una ocasión ella gimió y  él deseó poder saber qué soñaba. 

- Llegamos, ángel mio - le dijo despertándola suavemente 

- ¿Qué? ¿Dónde...? 

- Ya te dije que era un sorpresa -  el piloto ayudó a Heriberto a bajar las maletas, mientras Victoria bajó de la avioneta y miró el lugar, estaba oscuro, pero estaba segura de que pronto amanecería porque el cielo tenía un hermoso color que parecía asomarse, aspiró el aroma de la playa y observó el mar que estaba tranquilo, quiso tener su lápiz para dibujarlo, sin embargo su corazón dio un salto y sintió un escalofrío al sentir la presencia de Heriberto tras ella. El piloto se despidió con una mano y quedaron sólos.

Victoria sintió como su cuerpo se debatía entre la pasión y el miedo, entre el fuego de tener a Heriberto tan cerca que su espalda podía tocar el pecho masculino; y el frío que le provocaba pensar que no pudiese responderle como mujer.  Heriberto se acercó a ella, no llevaba su traje completo, la chaqueta había desaparecido junto con la corbata, y las mangas de la camisa estaban subidas, ella se había cambiado el vestido de novia, por un sencillo vestido blanco, que acentuaba sus curvas.  

- ¿Tienes hambre? - ella negó sin dejar de mirarlo a los ojos -  Vamos adentro, quiero que veas la casa. 

Él había alquilado una casa enorme que tenía una playa privada, sin embargo estaba en conversaciones con el dueño porque deseaba comprarla para ellos, la hermosa casa tenía grandes ventanales que dejaban entrar el sol por el día, y que por las noches permitían que los ocupantes disfrutarán de las estrellas y el mar.

- ¿Es tuya? - le dijo mientras caminaban de la mano.

- Puede ser nuestra - Después de entrar, fueron a la habitación, donde Heriberto le dio privacidad, se dirigió al baño contiguo mientras Victoria se duchaba y arreglaba en el baño principal. Después de mucho rato, ella por fin salió del baño. Al hacerlo notó que él había preparado la habitación, el ambiente invitaba a dos seres a amarse, velas encendidas, pétalos de rosa sobre la cama, música lenta de fondo... Y de repente Victoria se sintió fuera de lugar, y quiso huir pero antes que pudiera darse la vuelta y encerrarse en el baño, él entró con una botella de champán y dos copas, llevaba una camisa y un pantalón blancos, pero estaba descalzo, su pelo estaba mojado, y su sonrisa indicaba que estaba feliz de verla.  

- Hola, Señora Ríos Bernal - ella movió sus manos nerviosamente, pero no dijo nada - ¿una copa?  

- Por favor - pensó que quizás una copa la tranquilizaría. Heriberto sirvió ambas copas, y se acercó a ella, pero su mirada cambió al volver a verla, sus ojos se encendieron de pasión al ver el bonito camisón de Victoria, su respiración se volvió dificultosa y tuvo que carraspear para hablarle.  

- Estas hermosa... preciosa. - bebió su copa en un trago, y puso su copa en la mesa, dejando la botella también. Victoria comenzó a angustiarse, entonces bebió un poco de champán, y Heriberto le quitó la copa con suavidad - Solo un trago mi amor, quiero que disfrutemos esto, quiero que estés completamente despierta y atenta.  

- Yo... Heriberto... -  oírle decir su nombre fue como si activaran un botón, él la tomó de la cintura y la besó con extrema suavidad, ella suspiró cuando después de unos minutos él dejó sus labios. ¡que ágil era con la boca! La hacía olvidarse de todos sus miedos, jadeó cuando él comenzó a besarle el cuello.  

"Renacer gracias al Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora