Capítulo Octavo

1.9K 177 8
                                    

Heriberto salió de casa de los Gutierrez lanzando maldiciones, ¿Qué se creía Victoria Gutierrez? ¿es que acaso lo tomaba por imbécil? Él había sentido como su deseo igualaba al de él, aun cuando se notaba su inexperiencia, sin embargo ella lo abofeteó, se montó en su jaguar negro y arrancó haciendo mucho ruido.

Victoria lo observaba desde la ventaba del estudio, se notaba que estaba enojado, encogió los hombros tratando de convencerse que no le importaba, al principio era verdad, ella había contestado y se había sentido segura en sus brazos, su olor masculino la había hechizado, al punto de hacerla gemir, se sonrojó al recordarlo. Sus manos apretando su cintura hicieron que  se sintiera tan bien,  incluso su beso... ¡Dios! sabía que le había fascinado, su corazón había dejado de latir por unos segundos para adentrarse a una carrera a galope. Sus piernas le habían fallado por eso había puesto sus manos en los hombros de Heriberto, sintió sus músculos tensarse y le fascinó su dureza, pero cuando profundizó su beso y la apretó contra él, un miedo indescriptible la invadió, sentir su erección la había intimidado; una lágrima rodó en su mejilla, estaba maldita.

Heriberto avanzó con rapidez en su auto y un semáforo lo paró, frenó con estrépito, maldijo una vez más y golpeó el volante ¿Por qué se había apartado?  ¿Por qué lo había calentado para dejarlo así? y ya se le estaba haciendo costumbre abofetearlo, gruñó y se pasó la mano por la mejilla, recordó como se sintió al tenerla entre sus brazos era como si estuviera hecha para ser abrazada, para besarla... suspiró y posó su frente en el volante Victoria era un enigma, un enigma exquisito y estaba sola y aunque él no era de los hombres que persiguieran mujeres, porque a pesar de su aspecto reservado, las mujeres le llovían; ninguna como ella; pero eso cambiaría, Victoria Gutierrez estaría en su cama o él en la de ella, lo cierto era que acabaría con el hechizo que esa mujer le había hecho.

Victoria bajo al comedor esa noche Luciano y Bárbara sonrieron y juntos cenaron hablando de cosas alegres, sin importancia hasta que Luciano tocó un tema del que Victoria no quería hablar.  

- Rebeca me ha dicho que el Doctor Ríos Bernal ha venido esta tarde - Victoria dejó su tenedor y se limpió con la servilleta. 

- Rebeca tendrá en otras ocasiones que aprender que las visitas se deben anunciar - dijo mirando a a la ama de llaves con enojo, ésta se sonrojó, era una mujer mayor que había estado con ambos desde que eran niños, pero que a Victoria jamás le había caído bien. - Retírate, Rebeca. -  le ordenó Victoria en tono serio. La mujer salió rápidamente del comedor. - está claro que hay que poner normas en esta casa. 

- Rebeca me ha explicado que pensó que era una emergencia, creyó que algo le había sucedido a Maximiliano. - Victoria gruñó, Bárbara vio la expresión de ira de Luciano y trató de calmar los ánimos cambiando de conversación. 

- Mañana vendrá a quedarse con nosotros mi prima, espero que no te moleste Vicky. 

- ¿Tu prima?... pensé que no tenías familia - Bárbara sonrió recordando a su prima. 

- Somos las únicas que quedamos, de hecho casi no la recuerdo pero consiguió mi numero al darse cuenta que me había casado con Luciano, y pues esta de vacaciones por acá, quiere verme serán solo unos días.

- No me importa Bárbara, esta es tu casa - Victoria vio que Luciano estaba aun enojado, y decidió levantarse. - he terminado, iré a descansar. 

- Te compre algunas cosas, iré más tarde a enseñártelas 

- No te molestes quiero estar sola 

- Victoria Eugenia... - le dijo Luciano en tono de advertencia. 

- Déjala Luciano - le dijo Bárbara con una sonrisa - las veremos mañana.

Victoria salió después de mirar a su hermano con altivez, en el fondo a pesar de las diferencias sus caracteres eran parecidos, ninguno se daba por vencido eran dos jóvenes obstinados. 

"Renacer gracias al Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora