CAPITULO 8: HISTORIA

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- ¿Dices que te dejó venir así nada más? – preguntó un hombre que se encontraba sentado en una de las sillas frente a la piscina del hotel donde se hospedaba.

- Si, ¿puedes creerlo? Siempre supe que era un imbécil, pero esto solo demuestra que es más que eso. – rió la mujer que lo acompañaba, tomando luego un poco de champagne.


- Bueno, Ria, mi amor... tú siempre has sabido escogerlos, después de todo. – La molestó el hombre, haciendo que ella lo mirara de mala manera. – Vamos, quita esa cara muñeca. Sabes que es la verdad y te ha servido de mucho enamorar a todos esos idiotas ricachones.

- No sabes cuanto. – confesó la mujer, dejando de sentirse ofendida por lo que le había dicho el hombre. Después de todo, era cierto que siempre buscaba hombres ricos y manipulables para poder darse la gran vida. Y gracias a su astucia y belleza ahora se encontraba ahí, en uno de los hoteles más exclusivos de Montecarlo, al lado de su amante. Amante al que adoraba con locura y con quien compartía siempre todo el dinero que les quitaba a sus parejas.

Estaba enamorada de Richard desde hacía muchos años, cuando no era más que una adolescente. Lo había conocido en la fiesta de una amiga y desde que lo vio, había caído perdida de amor. Afortunadamente para ella, a pesar de ser mayor por casi 10 años, Richard había mostrado un interés casi inmediato en ella. Se le había acercado durante la fiesta y esa misma noche, la había hecho suya. Y ella se había sentido la mujer más dichosa de la tierra. Pero como no todo podía ser felicidad, a la mañana siguiente, el hombre había desaparecido y ella se quedó muy triste al darse cuenta de que solo había sido una mujer más para su colección.

Pasaron dos meses y Ria se dio cuenta de que esa noche de pasión había dado sus frutos. Estaba embarazada y no tenía ni idea de cómo localizar al padre de su hijo. De un hijo que a pesar de lo mucho que se había enamorado del padre, no deseaba dar a luz. Pero al final, fue el mismo Richard quien la localizó y nada más enterarse del embarazo, la llevó a un medico para que abortara. Intentó convencerla de que era lo mejor, pero no fue necesario pues ella pensaba lo mismo. Luego de eso, el hombre aceptó tener una relación con ella, pero con ciertas condiciones.

Él no tenía dinero para mantenerlos. A ella no le importó. Afirmó que ella tenía algo de dinero ahorrado para mantenerlos a ambos hasta que pudieran mejorar su situación económica. Richard simplemente la había mirado fijamente y le explicó que ya había pensado una forma para que ambos pudiera vivir con toda tranquilidad. La mujer se entusiasmó, pero cuando se dio cuenta que ese plan la involucraba a ella entregándose a hombres desconocidos pero ricos, se asustó un poco. Su pareja la convenció y fue así como comenzó a enamorar a jóvenes ricos y tontos que le complacían todos los caprichos que querían.

Y fue de esa forma en que dejó de ser una joven inocente y se volvió en alguien que solo le importaba el dinero. Amaba todo lo que podía conseguir de sus muchos amantes y sobre todo, amaba poder compartir todas esas riquezas con Richard.

Ria salió de sus pensamientos y miró con amor a Richard. Este, al notar su mirada, la tomó de la mano y se la besó, haciendo que luego ella se levantara de su posición y se acercara a él, sentándose a horcajadas sobre él y atrapando sus labios en un beso cargado de deseo. Pero luego el hombre la separó y la miro fijamente, logrando ponerla incomoda como no había pasado en años.

- Mi amor, tengo que decirte algo. – le dijo, tomando un sorbo de champagne.

- ¿Qué pasa? – preguntó Ria casi con miedo.

- No pongas esa cara, cariño. Simplemente es una inquietud que tengo.

- ¿De qué? ¡Dime, Richard!

- Tranquila. Solo siento que el que Tom te haya dejado partir así tan fácilmente es extraño. Sobre todo después que la última vez amenazó con venir aquí contigo.

Siempre Estaré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora