CAPITULO 5: DULCE ESPERA

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 Sin demora, Tom colocó a Bill en la parte trasera del auto y sin avisar a nadie de lo que acaba de ocurrir, se llevó a Bill a la clínica más cercana a la mansión. Por momentos le parecía que nunca iban a llegar, pero por fin vio el edificio 20 minutos después, tiempo en el que Bill no había recuperado la consciencia. Y eso era algo que traía preocupado a Tom.

Nada más estacionar frente al área de emergencias, sacó delicadamente a Bill del auto y lo llevó cargado hasta que algunos enfermeros los notaron y corrieron a poner a Bill en una camilla. Le hicieron muchas preguntas a Tom durante el trayecto al tópico de emergencia, pero el solo les dijo lo poco que sabía, dándoles los datos generales de Bill y los suyos. Al final tuvo que quedarse en la sala de espera, preocupado y rogando para que algún medico llegara y le diera mayor información acerca del estado de Bill.

Pasaron cerca de dos horas cuando por fin un médico, el mismo que había visto a Bill el día de la boda, salió y se acercó a Tom.

- Señor... ¿Tom Kaulitz?

- Soy yo. ¿Cómo está Bill, doctor?

- El señor Trümper está descansando ahora, pero me gustaría hacerle algunas preguntas acerca de lo que le ocurrió.

- Primero dígame cómo está con detalle, doctor. No entiendo por qué se desmayó. Ayer se veía bien. – le dijo.

- No es nada alarmante, señor. Solo está algo débil, pero se repondrá. Ahora si hace el favor de seguirme a mi oficina.

Tom lo hizo, deseoso de saber de una buena vez que pasaba con Bill. No se iba a sentir tranquilo hasta que supiera que de malo tenía el joven y hasta que lo viera despierto y sano. Llegaron a la oficina y Tom se sentó en uno de los asientos que le indicó el médico.

- Señor Kaulitz, ¿he de suponer que es usted pareja del joven Trümper? – le preguntó nada más se hubo sentado, abriendo el historial de Bill y preparándose para apuntar cualquier dato que fuera necesario.

- No somos pareja. – respondió Tom a la defensiva.

El medico lo miró fijamente, dándole a entender que no le creía. No por la forma tan preocupada en que se había comportado desde su llegada al hospital.

- Entonces me temo, señor Kaulitz, que no puedo darle ningún dato acerca de Bill Trümper. Su condición solo puede ser discutida con su pareja o sus padres. – expresó el doctor, haciendo suspirar a Tom y confesar la verdad.

- Está bien. Bill es mi pareja. Pero...

- Pero no es su esposo, ¿cierto? – le preguntó el otro, apuntando a su anillo de matrimonio, haciendo que Tom se ruborizara. Al final el médico asintió. No era su lugar criticar las acciones de nadie, su único deber era asegurarse que la salud de su paciente fuera la mejor. – Bien, solo quiero hacerle algunas preguntas sobre los hábitos alimenticios de Bill. ¿Se ha estado alimentando bien últimamente?

Tom trató de hacer memoria. Lo único que recordaba era que esa mañana Bill no había comido nada. Pero luego de unos minutos en que lo pensó mejor, las veces que habían estado en el comedor familiar, veía como Bill picoteaba más que comía su comida y luego se retiraba a su habitación. Al principio había pensado que era por el regreso de Ria, pero si su falta de apetito tenía que ver con su desmayo, tal vez su esposa no tenía nada que ver en eso.

- Ha estado comiendo poco últimamente. Y hoy no bajo a comer en todo el día. Iba a verlo cuando lo encontré y se desmayó. – le explicó al medico. – Va a estar bien, ¿no?

- Oh, sí. No tiene nada de que preocuparse. Solo tiene que vigilar que Bill se cuide y coma todas sus comidas. Este desmayo ha sido algo completamente normal. Aunque si me gustaría recetarle unas pastillas y algo que ayude con cualquier otro mareo que pueda llegar a tener. – Mientras hablaba, iba a puntando las pastillas que le estaba recetando al moreno y alguna otra observación pertinente. Cuando terminó, le entregó el papel a Tom y este vio extrañado que dichas pastillas eran vitaminas prenatales.

Siempre Estaré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora