CAPITULO 1: YO ME OPONGO...

20 1 0
                                    


Todo comenzó en una de las ciudades más importantes de Alemania, en la cual habitaban muchas de las familias más ricas y poderosas del país. En esta ciudad también residía la familia Kaulitz, apellido de renombre, el mismo que se remontaba a siglos anteriores. Se les consideraba parte de la nobleza alemana y con razón justa. Al ser ésta una familia perteneciente a la alta sociedad, se esperaba que sus integrantes estuvieran siempre relacionados con otras familias adineradas. Familias como los Schäfer, los Trümper, Jost, entre otras. Y se esperaba también que estos lazos se estrecharan con matrimonios entre sus miembros.

Tom Kaulitz era el heredero del imperio Kaulitz. Desde pequeño había sido rodeado de todos los lujos que siempre pudo desear. Sus padres, Jörg y Diane Kaulitz amaban a sus dos hijos por igual, pero Tom, a pesar de su carácter prepotente, siempre había sido el favorito de su madre. El joven estaba próximo a cumplir los 21 años y apenas alcanzara esa edad, tendría que casarse con la persona que sus padres consideraran que era digna de ser su pareja. Esto era algo con lo que él no estaba de acuerdo, pues odiaba que le impusieran las cosas y su mayor deseo era conocer y casarse con la persona que el eligiera.

Luego de él, estaba su hermano menor, Georg. Éste, al igual que su hermano mayor, había sido comprometido cuando había cumplido los 18 años. Pero la diferencia estaba en que él ya había conocido a su prometido desde antes y desde que se habían visto por primera vez se habían enamorado profundamente. El jovencito se llamaba Gustav Schäfer y también provenía de una familia igual de poderosa que los Kaulitz. Ambos tenían la misma edad e impacientes, esperaban a cumplir los 21 años para por fin poder casarse.

El caso de Tom era diferente. Él nunca había conocido a la persona con la que sus padres querían casarlo. Y al ser la futura pareja de alguien de su altura, su esposo o esposa debía ser alguien de moral intachable, modales refinados y gustos exquisitos. También sabía que a esa persona le habían enseñado desde pequeño todo lo que debían saber para ser la pareja perfecta para Tom. Debía ser alguien obediente, sumiso y que acatara todas las decisiones del de trenzas sin rechistar.

Aunque Tom sabía que toda esa educación sería en vano, pues cuando llegara la hora de la boda, él se negaría a que se llevara a cabo. Algo que él y solo él sabía. Y ya tenía planeado como librarse de ese matrimonio por conveniencia.

Había convencido a sus padres de dejar que él y Georg partieran en un viaje por toda Europa antes de cumplir la mayoría de edad. Georg se oponía a ese viaje, pues pronto sería su primer aniversario con Gustav y quería estar con él, no pasarse toda la duración de un viaje viendo a su hermano flirtear con todo lo que se moviera. Pero al final tuvo que aguantarse sus comentarios y seguir a su hermano mayor. Después de todo y como le había dicho su prometido, alguien debía vigilar que no hiciera nada estúpido, como ambos suponían que haría.

Visitaron diversas ciudades europeas. Viajaron a Copenhagen, Estocolmo, Oslo, Praga, Ámsterdam, Londres, París, Madrid y otras ciudades cercanas a las capitales europeas a donde la gente joven disfrutaba viajar para experimentar la vida nocturna.

Fue en Nápoles que empezaron los problemas.

Habían llegado a una de las discotecas de moda de esa ciudad y nada más entrar, Tom empezó a flirtear con las chicas más lindas del lugar. Georg lo veía desde cierta distancia, haciendo a un lado a las mujeres que trataban de lanzársele encima. Él le era completamente fiel a su prometido y lo amaba demasiado como para engañarlo con alguien más. Si tan solo su hermano tuviera el mismo respeto hacia el suyo. Pero como solo lo veía flirtear como en las otras ciudades, no le dio mucha importancia. Hasta que entró ella.

Ria Sommerfeld. La mujer que pondría de cabeza la vida de Tom y la de toda su familia.

Vio como Tom dejaba a las demás chicas y entablaba conversación con ella. Y ella también lo hacía con él. Había algo que no le había agradado a Georg desde que la vio entrar a la discoteca, pero no sabía decir qué era. Y Tom parecía haberse quedado encandilado con esa mujer. A Georg solo le quedó ver como su hermano pasaba el resto de sus días en Nápoles siempre al lado de esa mujer, sin saber que el de trenzas ya se había prometido a si mismo que se casaría con ella. Que ella era la indicada.

Regresaron a Alemania y cuando llegó el día del cumpleaños número 21 de Tom, se llevó a cabo la fiesta de compromiso, así como se presentó a quien sería el nuevo integrante de la familia Kaulitz.

Se trataba de Bill Trümper. Hijo único del magnate petrolero Gordon Trümper y de la diseñadora Simone Trümper. El joven contaba con apenas 19 años cumplidos, tenía el cabello negro y lacio y una figura espigada, la cual se resaltaba más con la ropa que llevaba esa noche. Cuando los invitados vieron de quien se trataba, no pudieron más que aprobar la acertada elección que habían hecho los padres de Tom. Claro que el de trenzas no lo veía de esa forma. Para él, a pesar de poder admitir que Bill tenía cierto atractivo, no sentía más que repudio por él, repitiéndose que no se arrepentiría de negarse a casarse con él. A sus ojos, Ria era mucho más hermosa.

Por otro lado, Bill había sido presentado a su futuro esposo y desde que lo había visto a los ojos, su corazón había dejado de pertenecerle y ahora su dueño era Tom. Y también volvió a afirmarse desde ese momento que haría todo para ser la pareja perfecta para ese hombre. Se había enamorado de él con tanta fuerza, que no noto la indiferencia con que el de trenzas lo trataba, ni las miradas de desprecio que le dedicó toda la noche ni los demás días que le siguieron.





Pasó una semana desde la fiesta de compromiso y ya todo estaba listo para que se llevara a cabo la boda de Tom y Bill. Al igual que para la fiesta anterior, toda la alta sociedad europea se encontraba presente y ya estaban en sus lugares, esperando la aparición de los novios.

Tom se encontraba frente al altar, aburrido y esperando a que saliera Bill. Y sobre todo, a que llegara la hora de su sorpresa.

Cuando Bill entró, todo el mundo ahogó un gemido de emoción. El joven de cabellos oscuros se veía esplendido enfundado en su traje completamente blanco. Llevaba un maquillaje casi al natural, lo que hacía que su belleza resaltara aun más. Pero Tom no se conmovió ni siquiera cuando vio la sonrisa tierna que Bill le lanzaba.

Cuando Gordon Trümper hubo entregado a su preciado hijo al que sería su esposo, se dio inicio a la ceremonia.

Todo se estaba dando de forma normal, hasta que el sacerdote preguntó si había alguien entre los presentes si conocían de alguna causa por la que no debía efectuarse la boda. Tom sonrío con malicia. Había llegado la hora. Y justamente dos segundos después de que el cura hubiera terminado de formular su pregunta, se escuchó como alguien empezaba a caminar por el altar, hasta llegar a la mitad del enorme lugar y empezar a gritar.

- ¡Yo me opongo, padre!

Todos los presentes se giraron, sorprendidos por lo que pasaba y tratando de ver quien era la persona que había pronuncia aquellas palabras.

- ¿Qué sucede aquí? ¿Quién es usted? – preguntó Jörg Kaulitz, levantándose de su asiento y viendo directamente a la mujer. No notó como el rostro de Georg palidecía, habiendo reconocido a la persona que se suponía no debería haber vuelto a ver en su vida.

Se trataba nada más y nada menos que de Ria.

- Tom no puede casarse. Y tengo una causa válida para evitar este circo. – expresó la mujer, continuando con su camino hasta llegar al lado de Tom, sorprendiendo nuevamente a todos los invitados cuando nada más estar frente a él, lo atrajo hacia ella y lo comenzó a besar con lujuria. Y él le correspondió al beso con la misma fogosidad.

- ¡Tom! ¿Qué estás haciendo con esta mujer? – preguntó entonces Diane, su madre. En frente de ella, los padres de Bill veían todo con una incredulidad que luego se transformó en ira de parte de Gordon al ver la humillación y el desplante que le hacían a su hijo.

- Esta mujer, madre, es mi esposa. – dijo cuando liberó los labios de Ria y mirando fijamente a sus padres, como si los retara a decirle nada en esos momentos. – Nos casamos en Italia y como puedes ver, yo no puedo casarme con este muchachito. – terminó de explicar, señalando con la cabeza a Bill, sin siquiera dignarse a mirarlo.

- ¿Qué? – gritaron sus padres y también de los de Bill, mientras que Georg y Gustav notaban lo pálido que se ponía Bill, retrocediendo apenas unos pasos y respirando entrecortadamente, para terminar desmayándose a los pies del sacerdote. La joven pareja corrió de inmediato a ayudarlo, seguido del padre de Bill, quien cargó a su hijo con delicadeza y lo sacó de ahí en busca de un medico.

Tom, desde su posición en el altar, miraba sin interés cómo se llevaban al moreno, abrazando a Ria contra él y retando con la mirada a su padre. Ya no le importaba nada. Estaba casado y no había nada que pudieran hacer para separarlo de su esposa.  

Siempre Estaré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora