CAPITULO 12: FIRMA

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- ¿Qué clase de broma enferma es ésta, Tom? – casi gritó la mujer, lanzando lejos de ella los documentos.

- No es ninguna broma, Ria. Quiero el divorcio y luego quiero que te largues de mi casa.


- No puedes hacerme esto. Me niego a darte el divorcio. No lo haré. – se entercó la mujer, intentando pensar rápidamente en cómo salir de esa situación antes de que terminara perdiéndolo todo.

- Si que vas a firmar, Ria. Si no lo haces, de todas maneras conseguiré el divorcio por infidelidad. Y tengo las pruebas para probar que me has sido infiel. – concluyó, señalando las fotos que aun se encontraban sobre el escritorio.

Ria intentó cogerlas y Tom no la detuvo.

- No podrás probar nada. No permitiré que tengas estas pruebas. – y antes que Tom pudiera siquiera pensar en detenerla, la mujer arrojó todas las imágenes en el triturador de papel. – Ahora intenta divorciarte, Tom. Te reto.

El de trenzas simplemente la miró con burla, no pudiendo creer lo tonta que podía ser esa mujer y a la vez lamentándose internamente por haberla escogido a ella antes que a Bill. No había ni punto de comparación entre ambos.

- No puedo creer lo idiota que puedes llegar a ser, Ria. ¿En serio creíste que esas fotos eran la única copia que tendría? ¿Y acaso no pensaste que para tener... - señaló los documentos que traía en la mano. - ... estos papeles, el abogado no tendría que haber tenido pruebas?

Ria lo miró con furia e intento írsele encima, pero Tom era mucho más alto y fuerte que ella y pudo controlarla, haciéndola retroceder hasta caer sentada en uno de los muebles.

- No intentes nada, Ria, porque vas a salir perdiendo. No soy ningún estúpido y no voy a permitir que te salgas con la tuya nunca más.

- ¿Qué me darás a cambio de que firme? – preguntó la mujer, jugando su última carta.

- No pienso darte nada.

- Por si lo has olvidado, estamos casados sin un contrato prenupcial, Tom. La mitad de tu fortuna es mía. Me la he ganado al tener que soportarte durante tantos meses. – chilló Ria, agradeciendo mentalmente a Richard por haberle explicado exactamente todo lo que debía decir en caso que todos sus otros planes fallaran.

- Es cierto. Hay una ley que dice que debería darte la mitad de todo lo que me pertenece.

La mujer sonrío, sintiéndose triunfadora.

- Pero también es cierto que nosotros nos casamos en Italia, no en Alemania. – definitivamente, el de trenzas estaba disfrutando demasiado de esa situación.

- Eso no importa. Esa ley es igual para todos los países de la Unión Europea. – le refutó.

- Creo que olvidas algo, cariño – lo último lo dijo con sarcasmo, feliz de verla ponerse roja de la cólera. – Esa ley existe en la Unión Europea, si. Pero solo es aplicable para personas que se casan dentro de su propio país de origen. Al casarnos en Italia y ser alemanes, nuestro matrimonio era por bienes separados.

- ¡No! ¡Estás mintiendo! – no podía creer que todos sus planes se habían ido al diablo solo por una ley de la que ni ella ni su amante habían estado enterados.


Flashback

- Estás completamente seguro, ¿no?

- Ria, hemos repasado esto muchas veces. Deja de preocuparte y solo asegúrate de que el idiota de tu marido caiga en nuestra trampa. No importa lo que tengas que hacer para conseguirlo. Si todo falla, siempre queda la carta de la repartición de bienes luego del divorcio.

Siempre Estaré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora