CAPITULO 13: SALA DE EMERGENCIAS

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Pasaron varios minutos en los que Bill permaneció inconsciente al pie de las escaleras.

Afortunadamente, una de las mucamas de la mansión pasaba por ahí y apenas notó al joven desmayado, corrió hacia él para verificar su estado. Se asustó al ver la sangre que manchaba su pantalón y gritó pidiendo auxilio. El joven Trümper necesitaba atención médica y tenía que ser lo más pronto posible. Trató de no moverlo para evitar lastimarlo más, sin embargo, volvió a gritar una y otra vez con la intención de seguir haciéndolo hasta que alguien viniera a socorrerlos.


- ¿Qué tanto alboroto? – murmuró Tom, escuchando los gritos que parecían provenir de la planta baja. Se levantó de su sitio y caminó rápido, buscando de donde provenían los gritos. Y cuando llegó a las escaleras y vio a su pareja en el suelo, no demoró en correr escaleras abajo para alcanzarlo. De milagro se salvó de resbalar y lastimarse él también.

- ¿Qué le ha pasado? – preguntó Tom histérico, arrodillándose frente a su novio. – ¿Qué le has hecho? ¡Contesta!

- Na... nada, señor Kaulitz.

- ¡No mientas!

- No estoy mintiendo, señor. Cuando llegue aquí, el señor Trümper ya estaba desmayado. Solo intentaba ayudarlo. – respondió la chica muy nerviosa. En esos momentos tenia miedo de Tom.

Tom quería más que nada ayudar a su pareja, pero al igual que la mucama, tenía mucho miedo de moverlo de manera incorrecta y que terminara lastimándolo más. Se colocó más cerca de él y empezó a inspeccionar todo su cuerpo y fue entonces cuando notó la sangre entre las piernas de Bill. Se puso tan pálido que la mucama temió que terminara desmayándose al lado del otro joven.

- Llama... llama una ambu... ambulancia. ¡Rápido! – tartamudeó Tom, dándole su teléfono. Bill necesitaba ayuda médica urgente. La joven lo hizo de inmediato. – Tranquilo, mi amor. Ya viene la ayuda. Solo resiste, ¿si? Hazlo por nuestro hijo, mi vida. Y hazlo por mí, que no podría vivir sin ti. – sin darse cuenta, Tom ya estaba llorando, dejando salir su dolor y el temor de perder a su familia. No podía perderlos justo ahora que por fin había logrado que pudieran tener una vida feliz y tranquila.

Minutos más tarde, una ambulancia se estacionó en frente de la mansión, haciendo que el resto de la familia se asombrara, pues aun no se habían enterado del accidente de Bill. La mucama que había estado con Bill, fue corriendo a abrirles la puerta y los hizo pasar de inmediato, atravesando salones hasta llegar a Bill. Para ese momento, tanto los padres de Tom como su hermano y su novio habían llegado con los paramédicos y ahogaron un gemido de preocupación al ver al jovencito.

Georg corrió hacia Tom y lo alejó de Bill, para que pudiera dejar trabajar a los hombres. De inmediato, Tom empezó a debatirse entre sus brazos.

- ¡Suéltame, Georg! – le gritó, pero el castaño no soltó su agarre.

- Cálmate, Tom.

- ¡No! Bill... Bill me necesita... me necesita.

- Deja que ellos se encarguen y déjalos trabajar.

- Georg... - el de trenzas intentó golpear a su hermano, pero Georg solo lo abrazó con más fuerza hasta que Tom, agotado, se dejo caer contra el otro, llevándolo con él al suelo. Georg no lo soltó en ningún momento. En lugar de eso, lo abrazó más fuerte y le susurró palabras de consuelo. – Georg, no quiero perderlo. No puedo perderlos. – sollozó aun más fuerte. Diane se acercó a sus hijos y los envolvió en un abrazo igual de fuerte, dándoles toda su fortaleza. Únicamente los liberó cuando los paramédicos terminaron de estabilizar al moreno y lo tenían ya en la camilla.

Siempre Estaré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora