CAPITULO 11: INTENTANDO COMPRENDER

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  Durante el resto del día, cada una de las parejas que habitaban la mansión analizó e intentó comprender lo mejor posible la situación de Tom y Bill. Ellos, mientras tanto, se mantuvieron ajenos al revuelo que habían causado con su confesión, pasando la noche tranquilos y abrazados sobre la cama de Bill.

A la mañana siguiente, la joven pareja bajó a desayunar como de costumbre. Lo único diferente a otros días, era que Tom ya no ocultaba su cariño hacia Bill y lo conducía por pasillos y habitaciones tomado de la mano y susurrándole al oído. Entraron al comedor familiar y se encontraron con Jörg y Diane. Su madre, al verlos tan juntos y sonrientes, suspiró con alivio. Al parecer las cosas entre ellos finalmente estaban bien. A su lado, Jörg también suspiro complacido con la imagen de su hijo y su novio.

- Buenos días, padre. Buen día, madre. – saludó Tom, ayudando a Bill a sentarse y colocándose luego a su lado, tomándole de la mano mientras esperaban a que los sirvientes los atendieran.

- ¿Qué tal durmieron chicos? – preguntó Diane con una sonrisa inmensa.

- De maravilla. – respondió Bill, ruborizándose al recordar los besos que Tom le había prodigado la noche anterior. Tom vio su rostro colorado y sonrió. Había adivinado el por qué del sonrojo de su Bill.

- Disculpen la demora. – se escuchó una voz desde la entrada del comedor. Era Georg, quien venía de la mano de Gustav. Pero apenas vio a su hermano mayor, bajó la mirada, negándose a cruzarla con el de trenzas. Aun no sabía muy bien cómo sentirse luego de la noticia y la pelea que había tenido con él la tarde anterior.

A diferencia de algunos minutos atrás, el resto del desayuno fue bastante tenso. Bill intentaba conversar con todos de manera normal, pero Georg se veía incómodo y apenas le respondía con frases cortas o asentimientos de cabeza. Lo mismo sucedía con Tom, quien parecía distraído mientras no hacía más que mirar fijamente a su hermano, como tratando de hablarle mentalmente y hacer que lo mirara a los ojos. Quería arreglar las cosas con su hermanito y el castaño no se lo estaba poniendo nada fácil.

Su oportunidad llegó para el final del desayuno cuando Bill y Gustav se miraron unos segundos y asintiendo imperceptiblemente, se levantaron de la mesa y despidiéndose de sus respectivas parejas, se fueron juntos y cogidos del brazo. Los padres de Tom y Georg hicieron lo mismo, dejando que los menores se entendieran como pudieran. Solo rogaron mentalmente para que no volvieran a pelear.

- Tom... - empezó Georg, levantando el rostro.

- Georg... - dijo Tom, al mismo tiempo que el menor.

- Tú primero. – ofreció Georg.

Tom suspiró y se preparó para lo que iba a decir. Después de todo, nunca era fácil pedir perdón.

- Georg... Lo siento.

- ¿Qué? – preguntó Georg, completamente anonadado. De todo lo que su hermano pudo haber dicho, esto era lo que menos se imaginaba.

- Comprendo que estés molesto por todo lo que ha pasado entre Bill y yo, y sé que no debí haber hecho las cosas de la forma que las hice... pero Georg... Bill y yo estamos felices y muy pronto lo seremos aun más. Nos amamos y sobre todo, amamos y esperamos con ansias a nuestro hijo.

- Pero, ¿por qué, Tom? ¿Por qué te acercaste a él cuando sabías que nunca podría rechazarte? ¿Cómo puedes estar seguro que está contigo por su voluntad y no por obligación? Tengo miedo que sea por obligación y que él y el bebé sufran las consecuencias. ¿Lo ves, Tom? Es un bebé... una criatura inocente que se vería mezclada en un matrimonio forzado. – explicó Georg por primera vez sus temores. El día anterior, ni siquiera se había atrevido a hablar del asunto con Gustav, solo le había pedido que se quedara con él y lo abrazara.

Siempre Estaré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora