9-Beach Paradise

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La única razón por la que abrí los ojos fue porque un rayo de luz dio justo sobre mi cara, al parecer alguien no había cerrado bien la cortina. Lucy seguía a mi lado, sorprendentemente no había hablado en toda la noche, aunque también existía la posibilidad de que lo hubiera hecho y yo no la hubiera escuchado. Me di vuelta y vi que Sally y Angela también seguían durmiendo. Me dieron ganas de levantarme cerrar bien la cortina y seguir durmiendo, pero me ponía nerviosa no saber qué hora era. ¿Por qué no había ni un solo reloj en la habitación? Ni siquiera tenía idea de donde se encontraba mi teléfono, ni tampoco los de las chicas. Me tapé la cara con la almohada para ver si podía seguir durmiendo, pero al parecer ya había conseguido desvelarme. Lo único que me quedaba por hacer era levantarme.

Me levanté y me fui a buscar algo que ponerme, tuve que hacer un gran esfuerzo para no tropezarme y caerme sobre Angela. Agarré lo primero que encontré en el bolso y fui directo al baño para cambiarme; cuando me miré en el espejo del baño me di cuenta que tenía puesto uno de los vestidos que Kim había elegido para mí. Salí del baño sin hacer ruido y regresé a mi bolso para sacar algún tipo de calzado: por suerte unas sandalias estaban a mano; terminé saliendo de la habitación en puntas de pie, ya me parecía que estaba haciendo mucho ruido, y si despertaba a esas tres seguramente me asesinaban.

Salí de la habitación descalza con el calzado en las manos. Desde lo alto de las escaleras se lograba escuchar un ruido que provenía de la cocina, al parecer ya había gente levantada. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, y al parecer no era solo una persona la que se encontraba levantada al igual que yo.

-Buenos días –dijo Chelsea, quien se encontraba lavando unos cubiertos en el fregadero.

-Muy buenos días, Liz –dijo Nick con una sonrisa mientras limpiaba la mesa.

-Buenos días a los dos –respondí-. ¿Qué hora es?

-Las once –dijo Nick señalando un reloj en la pared.

-Al fin un reloj en esta casa –dije.

-Estás de vacaciones –dijo Chelsea con una sonrisa-, ¿para qué quieres saber la hora?

Me la quedé mirando un poco confundida, no entendía el por qué de su risa; ella se dio cuenta de mi incertidumbre y agregó.

-Yo pregunté lo mismo hace un rato, por eso es que me río.

-Mis padres son los que dicen eso –dijo Nick-, se supone que la casa es para descansar, para relajarse, lo que menos debe preocuparte es la hora.

-Qué lindo pensamiento –dije-. Y ¿a qué hora se supone que nos acostamos?

-No tengo idea –respondió él.

-¿Creen que deberíamos despertar a los demás? –pregunté.

-No –esta vez fue Chelsea la que respondió-. ¿Qué les parece si hoy nos hacemos cargo nosotros de las cosas de la casa? De esa forma nos libraremos de trabajar varios días –dijo guiñándonos un ojo.

Me sorprendía que ella pudiera tener esa clase de pensamientos, la verdad es que la tenía en un nivel más bajo de inteligencia, la había prejuzgado muy mal, y en esos momentos me sentía mal por haber pensado de esa forma. Nick me había dicho que Summer era una buena persona cuando llegabas a conocerla, yo no creía que para mí eso fuera posible, aunque las cosas eran muy distintas con respecto a Chelsea, nuestra porrista pelirroja.

-Yo estoy totalmente de acuerdo –dijo Nick.

Creo que los dos estaban esperando una contestación por mi parte.

El último veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora