Capítulo XI

3.6K 199 2
                                    

Matthew.

Intento dormir, pero no puedo conciliar el sueño. Me pongo una camiseta. Voy a la cocina a buscar un vaso con agua pero cuando llego ella está sentada en el taburete de la cocina que suele usar para desayunar, con un vaso entre sus manos. Sus manos están temblando. Tiene la mirada perdida y respira profundamente. Supongo que tuvo otra pesadilla. Esta en el mismo estado que la noche anterior.

---¿No puedes dormir? ---se sobresalta al escucharme. Niega con la cabeza.

---¿Y tu? ---me pregunta con voz temblorosa.

---Tampoco ---saco un vaso. Me sirvo agua. Y me siento junto a ella.

Nos miramos fijamente en silencio durante varios segundos pero ella aparta la mirada y comienza a reír. No puedo evitar contagiarme y sonreír.

---Es buena terapia, mirarte me da sueño---dice sonriente. Una sonrisa auténtica. De esas que son capaces de robarme el aliento.

---¡Wow! Me han dicho miles de cosas acerca de mirarme. Pero que doy sueño... esa es nueva ---me uno a sus risas---. ¿Te puedo hacer una pregunta?

---Me estás haciendo una.

Pongo los ojos en blanco.

---Corrijo ¿te puedo hacer tres preguntas? Esta, la anterior y la siguiente.

Ríe.

---Esta bien, dime ---se acomoda para quedar totalmente frente a mi.

---Pero no te molestes... y... si te incomoda no tienes que responderla es algo demasiado personal ---frunce el ceño y ladea la cabeza. Es un gesto que hace cuando tiene curiosidad. Un gesto que me parece demasiado atractivo e inocente. Simplemente me gusta. Asiente sin pensarlo mucho.

No se si la quiera responder, pero no pierdo nada con intentarlo, siento demasiada curiosidad.

---¿Por qué tu nunca has... ---dejo las palabras al aire para evitar incomodarla aun más. Y luego de unos segundos parece comprender.

---¿Por qué nunca he tenido sexo? ---pregunta como si nada. Asiento---. Nunca he tenido tiempo ---dice. Y yo niego con la cabeza.

---¿Nunca has tenido tiempo para tener sexo? ---pregunto incrédulo. Mientras río.

---No me refiero a eso. Me refiero a que nunca he tenido tiempo para enamorarme ---responde encogiéndose de hombros.

No era la respuesta que esperaba.

---No se necesita estar enamorado para tener sexo.

---Para mi, sí ---responde con convicción y toma un sorbo de agua---. El sexo es una entrega total de tu cuerpo. Y valoro demasiado mi cuerpo como para dejar que cualquier persona lo toque. Y mi virtud es algo demasiado íntimo, demasiado valioso como para entregárselo a cualquier persona, y... lo veo como un obsequio para la persona con quien compartiré mi vida.

---Oh ---alcanzo a decir---. Nunca lo había visto de esa manera... ---hago una pausa---. Ahora que lo pienso... eres demasiada apegada a las reglas. No tomas, no fumas, apenas y sales... ---enumero con mis dedos---. Ni siquiera te he escuchado decir una palabra obscena. Nadie puede cumplir con todo eso a menos que sea religiosa. ¿esa es la razón? ¿ o hay alguna otra?.

---Mi madre siempre fue demasiado estricta, y yo me esforzaba por complacerla ---dice con tristeza.

---¿Es esa la razón? ---intento indagar.

---No, si influyó en su momento pero no es la razón, también es simplemente porque me agrada ser de esta forma. A ver... no consumo alcohol porque no me gusta. Solo he probado la champaña para celebrar algunos pares de veces ---empieza a enumerar con sus dedos---. Detesto el cigarrillo, porque es dañino, odio su olor y en mi opinión es para mediocres. Con respecto a las "Obscenidades" ---hace comillas con sus dedos---. Que no las exprese no quiere decir que no las piense. Eso me lo enseñaron mis padres. No salgo... ---se queda pensado---. ...supongo que me gusta más disfrutar de tiempo a solas.... Creo en Dios y en la biblia. Y... si, creo en ser virgen hasta el matrimonio, pero más por una promesa conmigo misma que por religión. En realidad la razón con mas peso fue cerrarle la boca alguien.

Soledad Elegida | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora