Capítulo XXVIII

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Matthew

He seguido con mi vida tal y como era antes de conocerla, sólo que ahora se siente un vacío que antes no percibía, ahora me siento realmente solo.

Mi soledad era una elección, ahora, es por decisión, una decisión que no fue mía, fue de aquella persona con quien deseé compartirla.

La extraño, extraño sus risas, sus niñerías, sus repentinos cambios de humor, e incluso, su gran terquedad.

Cada persona te cambia, y ella fue una de esas, quisiera verla una vez más, contemplarla...

Una imagen de ella plácidamente dormida entre mis brazos en la terraza cruza mi mente.

Duele extrañarla, pero ansío recordarla.

Nuestro beso, aquella vez que se fue... La recuerdo, recuerdo la suavidad de sus labios acompasados con los míos, recuerdo su sabor, su aroma...

Sacudo la cabeza.

Ésto no ayuda a como me siento.

Casi termino mi guardia, y decido relajarme en la sala de descanso, la noche fue bastante complicada; me coloco los auriculares en volumen bajo.

Mis demás compañeros se ponen de pie y supongo que es porque el reemplazo del médico neurocirujano llegó —dicen que es un genio de la medicina— decido ignorarlos como siempre he hecho, puedo escuchar las risas por algún comentario.

Esto es demasiado, necesito descansar; me incorporo y me quito un auricular.

—Creo que es de muy mala educación ignorarme, doctor Miller —dice una voz que hiela y enciende todas mis terminaciones nerviosas.

Ella.

Soledad Elegida | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora