Capítulo II

5.4K 213 15
                                    

Mía

Regreso exhausta, tomo una ducha para quitarme toda el agua salada y me envuelvo en una toalla. Entro a mi habitación notando que tengo una llamada perdida de Miriam, una muy buena amiga, así que le devuelvo la llamada. Contesta al tercer tono:

— ¡Amiga! —contesta con esa energía que la caracteriza.

—Miriam... ¿Cómo estas? Vi tu llamada perdida, ¿qué sucede? —cuestiono.

—Tengo una súper propuesta que hacerte, pero no te lo puedo decir por teléfono ¿te parece tomar un café mañana en el lugar de siempre? —La escucho agitada.

—Claro, pero ,¿qué puede ser tan importante que no me lo puedes decir por teléfono? —Intento indagar entre preocupada y curiosa.

—No es nada malo —dice al notar mi preocupación—. Mañana hablamos te espero a las 9:00 am, un beso ¡adiós! —Me despido y cuelgo mientras doy un suspiro de resignación.

Me pongo una pijama y no tardo en caer en dormirme.

Me despierto sobresaltada. Miro el reloj de mi mesa de noche ¡Mierda! Me quedé dormida. Me levanto de un salto me doy una ducha rápida, me lavo los dientes, me pongo lo primero que consigo: una blusa de tirantes con vuelos color coral, un pantalón blanco, unos zapatos altos de plataforma color beige porque no tengo tiempo de ponerme a combinar, me aplico perfume, protector solar y como único accesorio: un reloj dorado. Medio me peino, tomo mi bolsa sin mirar si va a juego y salgo a toda prisa del departamento.

Al llegar estaciono mi auto, le pongo el seguro y entro al restaurante, al entrar lo primero que noto es una larga cabellera rubia en una mesa junto a la ventana. A medida que me voy acercando logro ver a mi amiga Miriam. En realidad es hermosa tiene un cuerpo espectacular curvas por doquier y unos ojos verdes aceituna, lleva puesto un vestido verde que realmente realza su iris. Al verme se levanta y me abraza efusivamente como si no me hubiese visto en años. Cuando nos separamos me mira de pies a cabeza con el ceño fruncido.

—¿Q-qué pasa? —Me sonrojo.

«¿Habré olvidado ponerme algo entre tanto apuro?».

—Estoy buscando la razón por la cual llevo cuarenta minutos aquí sentada esperando —dice mientras termina de evaluarme. Me ruborizo aún más y nos sentamos.

—Me quede dormida —confieso—. Lo siento —Me sincero y de repente se ríe.

La miro confundida, mientras ella se calma.

Cuando logra hacerlo un poco me dice:

—Tranquila, te conozco tan bien que sólo llevo quince minutos, no entiendo como te las arreglas para siempre llegar tarde —Me mira divertida.

—La impuntualidad es una virtud —Sonrío y ambas nos reímos.

Ya un poco más calmada me dirijo a ella.

—Sé que veníamos por un café pero voy a pedir algo, me vine tan rápido que no me dio tiempo de desayunar —Le aviso.

Asiente y llama al mesero.

Como estamos en un restaurante venezolano pedimos unas reinas pepiadas y dos jugos de naranja, el joven mesero se retira con nuestra orden.

Cuando el chico regresa logro ver un rubor extendiéndose por su rostro al ver a Miriam, deja los platos y bebidas sobre la mesa y se retira no sin antes dedicarle una ultima mirada.

La observo sospechosa a lo que ella responde encogiéndose de hombros.

—Tenía que hacer algo mientras llegabas —Sonreímos cómplices y nos disponemos a comer.

Soledad Elegida | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora