Capítulo VI

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Mia

Veo como se marcha y no puedo evitar admirar su ancha espalda. Es realmente alto, musculoso sin duda, pero sin exagerar. Y un trasero que me recuerda al Capitán América de Marvel.

Noto a mi rubia amiga sonriéndome con picardía.

—Ésta me la debes —murmuro mientras la miro mal. Ella se limita a encogerse de hombros a modo de disculpa.

No sé como podría compartir un departamento con este hombre si con el simple hecho de tenerlo cerca me pone nerviosa, ¿cómo? No, no podría, ¿o sí?

Pierdo el hilo de mis pensamientos en el momento que lo veo regresar a Matthew.

Salgo de mi trance al momento que abre la puerta invitándonos a pasar; o más bien me invita, porque no deja de mirarme.

Al entrar lo primero que logro ver es la imponente pared de cristal que deja a la vista la hermosa ciudad —recordándome la propiedad en la que vivía hasta hace horas—, el piso es blanco, los sofás de la sala de estar de cuero negro y las paredes son de un tono gris claro. Es bastante masculino a decir verdad, pero me encanta los tonos neutros.

Todo está en perfecto orden y por encima se nota que este hombre tiene dinero, no entiendo el porque necesita compartir su departamento, pero decido no preguntar, se trata de su vida, no es mi problema.

Nos guía hacia la cocina, es un lugar amplio, y lujoso. Las encimeras de mármol oscuro, electrodomésticos plateados, y una isla para desayunar. Pasamos por el comedor, nos muestra varias habitaciones, entre ellas un gimnasio personal, habitaciones de huéspedes, una sala de cine y un estudio: me maravillo al entrar en ese lugar hay muchos libros, me llaman la atención la cantidad de textos médicos, entre otras cosas; todo decorado en tonos caoba, mi rostro debe reflejar mucho porque noto que sonríe con suficiencia al mirar la cantidad de diplomas por los estudios que ha hecho.

Por último me muestra la que sería mi habitación; no lo puedo negar, me gusta y mucho, es totalmente blanca a excepción de la alfombra que es de un color gris, hay una cama matrimonial, y algunos muebles negros, pero lo que mas me gusta y llama mi atención es que hay un hermoso mueble justo a la ventana, sería perfecto para descansar.

Tiene su propio baño, lo cual me agrada y un armario gigante. Definitivamente me gusta, aunque sólo esta el problema del... inquilino.

—Y la habitación de en frente es la mía —agrega.

Su mirada me inquieta pero logro controlarme manteniendo un semblante sereno. Vaya que me va a ser difícil vivir aquí... Un momento, no puedo estar siquiera considerando esa posibilidad, es un rotundo no, vivir con él bajo el mismo techo ¡no!.

Regresamos y nos sentamos en los taburetes de la cocina; nos ofrece algo de beber, pero me niego de forma educada.

— ¿Qué les parece? —pregunta ansioso.

Ambos dirigen su vista hacia mí.

Me concentro en verlo a él, quien me mira expectante, al notar que no respondo veo en su mirada, ¿desilusión? Y no puedo creer lo que voy a decir.

—Es perfecto —murmuro cohibida.

Miriam me mira estupefacta y él con una emoción palpable, ¿en que rayos me metí?

Acordamos compartir los gastos, algunas reglas como no traer desconocidos aquí y no hacer ruido mientras está de post-guardia, le dije que debido a mi trabajo también aplicaba la misma regla, aunque no le conté de cuál era, pues no me gusta hablar de mi vida personal y mucho menos con alguien a quien apenas conozco, no le pareció demasiado agradable, lo cuál entiendo porque le abre las puertas a una desconocida de la cuál desconoce su oficio. Sin embargo, dice que confía en su amigo, quien fue el intermediario para que yo viviera aquí, además comentó que es la primera vez que comparte la propiedad de esta forma y que probablemente lo vea poco, ya que casi no viene, excepto a descansar.

Soledad Elegida | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora