Capítulo XXV

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Matthew

¿Qué ocurre conmigo?

No puedo parar de pensar en ella, he intentado llamarla un par de veces pero no contesta, la llamé por ultima vez hace dos semanas. Decidí dejarla en paz, pero es demasiado difícil dejar de pensar en ella.

Mi teléfono suena.

Número desconocido, que extraño. Descuelgo.

—¿Si?

—¿Matthew?

Me incorporo de inmediato.

—¿Mía? —Me quedo sin palabras repentinamente.

—Eh... si. Necesito hablar contigo... s-sobre nosotros.

—¿Nosotros? Si te refieres a lo que ocurrió no te...

—Necesito que hablemos en persona.

—Claro, ¿dónde estás?

—Ahora mismo estoy en Seattle, pero quiero hablar contigo en cuanto regrese.

—¿Seattle? Pero no te... —Escucho movimiento al otro lado de la línea.

—Perfecto que entiendas... no me llames, yo te llamo —habla rápidamente y cuelga.

¿A que viene todo esto?

...

No puedo creer lo que estoy haciendo.

Estoy en un avión rumbo a Washington para ir a ver a Mia, tuve que pedir algunos días para poder venir.

Llego al aeropuerto, y me dirijo a Seattle. Me hospedo en una suite en un hotel cerca del centro. Subo mi equipaje e intento dormir.

Duermo profundamente, como no lo he hecho en días. Al despertar decido llamar a Mia pero no me contesta. Así que la llamo al número del que me marcó la última vez. Contesta al tercer tono.

—¿Si? —su voz suena un poco extraña.

—¿Mia?

Aclara la garganta.

—Eh si... —Escucho movimiento—. ¿Matthew? Si, obviamente eres tú. Te dije que no me llamaras, que yo te llamaba.

—Mia, yo en serio necesito hablar contigo y aclarar las cosas.

—Entiendo, es sólo que...

—Estoy en Seattle —Me apresuro a decir.

—¿Qué estás donde? —pregunta sorprendida.

—En Seatle, vine a ver a mis padres —miento.

—¿A tus...? Ah claro.

—¿Dónde podemos vernos?

—Eh... te avisaré por mensaje —dice en voz baja y cuelga la llamada.

Todo esto es muy extraño.

Demasiado extraño, además Mia nunca titubea tanto.

Decido dar un vuelta en lo que espero su mensaje.

Sin darme cuenta he llegado a un parque; camino alrededor, entre niños, parejas, y mascotas.

Quizás si podría asumir un compromiso mayor como lo representa Mia, me encantaría verla entre niños, nuestros. Entre niños con su mirada... si, me lo puedo imaginar. Quizás no sea tan difícil, pero ahora todo permanece en un quizás a causa de ella. ¡Santo cielo! Lo que ella me hace pensar.

Veo a una pareja a lo lejos besándose, ella me resulta muy familiar, pero no puede ser ella, ¿verdad?

No, no puede ser ella.

Se separan y él aparta su cabello del rostro para colocarlo detrás de su oreja, y puedo ver su perfil.

Mia.

No puede ser ella. No, me niego a creerlo; pero al verla mejor lo confirmo, se trata de ella y algo dentro de mí se rompe. Quizás esto era lo que quería decirme.

«Mierda, esto no me puede estar pasando»

Regreso a la suite, mi mente está hecha un auténtico lío.

Todo encaja, eso era de lo que quería hablarme, y yo como un estúpido vine aquí a verla.

Está enamorada de alguien más.

Mi teléfono suena y miro la pantalla se trata de Mike; descuelgo:

—Dime, Mike —respondo con amargura en mi voz.

—Si quieres estrangular a alguien dime por lo menos el porqué —dice con su carisma habitual.

—Solo a mi mismo por imbécil —mascullo entre dientes.

—Vaya, ¿tan dura fue la cosa?

—Peor.

—¿Qué ocurrió con Mia?

—¿Como sabes que es por ella?

—Simple, solo ella tiene el poder de cabrearte contigo mismo. Tú egocentrismo se quedó reducido a ella.

—Deja tu palabrería psicológica y ve directo al grano.

—Te enamoraste de ella, ¿no es cierto? Pero al parecer no salió bien.

—Al parecer fui el último en enterarse —murmuro para mí —. No, nada salió como esperaba —Suspiro pesadamente.

—Creo que necesitas una copa, te invito una.

—No creo que sea posible hasta que regrese.

—¿Regreses? ¿Dónde estás?

—En Seattle.

—¿Ocurrió algo con tus padres? —pregunta extrañado

—No, no tiene nada que ver con ellos, pero quizá vaya a verlos mañana por la mañana.

—Entiendo... lo cual me lleva a otra pregunta ¿qué haces allá?

Llega un mensaje.

—Luego te cuento ¿vale?

—Vale.

Cuelgo y abro el mensaje.

Es un mensaje de ella con una dirección diciendo que nos encontremos mañana en la mañana, curiosamente es el parque en que la vi hoy.

Decido aceptar para aclarar todo de una buena vez, aunque me duele recordar verla en los brazos de aquel hombre.

(...)

Llego a la hora acordada, y como cosa extraña, Mia no ha llegado.

«La impuntualidad es una virtud», recuerdo sus palabras.

Me siento en una banca y meto mis manos en mi chaqueta, empieza a hacer frío.

Espero varios minutos hasta que me distraigo con mi teléfono.

—¿Matthew? —pregunta sorprendida levanto la mirada para verla de pie a dos metros de mi completamente confundida. Me pongo de pie—. ¿Qué haces aquí?

—Como que ¿qué hago aquí? Tú me pediste que viniese luego de que te llamara, no entiendo su pregunta.

—Yo... no —Parece atar algo en su cabeza—. Bueno, supongo que...

—No te preocupes, ya entendí —la interrumpo.

—¿Qué entendiste?

—Estás enamorada de alguien más, lo entiendo, te vi besándote con él —Me mira confundida y abre la boca para decir algo pero la interrumpo antes de que lo haga—. Sólo quiero que estés con alguien que te merezca y espero que él sea ese alguien —me dedica una sonrisa triste y un tanto irónica—. Adiós Mia. —me giro para marcharme.

—Adiós Matt —susurra lo suficientemente alto como para escucharla.

Sonrío tristemente.

Luego recuerdo algo.

—Ah, una cosa más —Me giro—. Deberías hablar con Liam al respecto, de lejos se le nota que siente algo por ti. No es una mala persona y merece que seas sincera.

—Lo sé —dice con las manos en su chaqueta.

Soledad Elegida | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora