Luis sigue la noticia por televisión durante el resto de la tarde. Las imágenes del edificio tomadas desde el helicóptero son sobrecogedoras, con una hilera de soldados en formación rodeando el edificio. Le resulta evidente que algo terrible está a punto de suceder.
Muy entrada la noche se queda dormido en el sillón viendo la televisión y bebiendo cerveza. Le gusta presumir de este hábito como uno de los lujos de vivir solo que más se disfruta. En la pantalla se repiten en un bucle las mismas imágenes aéreas y la misma declaración del ministro de Sanidad: "Todo está bajo control". Abre los párpados sobresaltado cuando una presentadora de cabello brillante y sin ojeras, pese a llevar ocho horas en el estudio, anuncia la convocatoria de un gabinete de crisis en Presidencia para afrontar la situación. "¿Pero qué situación?", se pregunta. En el canal de noticias 24horas habían hablado hasta ese momento de un brote de ébola en España pero él había acudido esa misma mañana para cubrir un altercado originado por las protestas de un usuario. Un hecho no podía haber derivado en el otro. No era probable que le hicieran un análisis de sangre a un usuario que llega a poner una reclamación o a alguna de las otras personas que se unieron a la protesta... Entonces recuerda la vieja fotografía en papel que se guardó en el bolsillo. La había dejado caer ese hombre ante él. Probablemente quería contar algo y aquella era su manera de hacerlo. La observa con detenimiento. Ya no se ven las fotografías en papel más que en los monederos de algunas abuelas que aún no dominan la galería de su teléfono móvil. En la parte trasera hay un nombre y una fecha: "Lorena Santiago, 2040-2049". Los ojos se le humedecen. Una niña que muere con nueve años es algo especialmente doloroso y enternecedor. Aquella sensación podría ser la responsable del sueño que tiene después. En él, vuelve a ver a aquel hombre que desde la ventana de un centro de salud aislado por la Policía deja caer la fotografía de una niña de nueve años muerta. Pero en esta ocasión sí escucha las palabras que su boca articula:
"Cuéntalo todo, hazlo por ella"
Se despierta sobresaltado, temblando, pero aliviado, como si acabara de escapar de algo o de alguien que le persiguiera. Sentado en el sillón de su piso y con la convicción de que tiene una misión que cumplir. De repente se enciende un faro en su mente y una idea llega a puerto después de vagar por ella. el nombre del usuario que había iniciado la protesta en el centro de salud, Lorenzo Santiago. No podía ser casualidad que se apellidara igual que la niña de la fotografía. No puede dejar de pensar que fuera lo que fuese lo que le sucedió a la niña tenía que ver con el hecho de que su padre estuviera allí. Pero, ¿tendría relación la historia de ambos con el brote de ébola detectado?
Luis se pregunta si se sabría algún dato distinto sobre lo ocurrido en otro canal y recorre todo el espectro de cadenas deteniéndose unos minutos en cada una para, al menos, leer los titulares sobreimpresionados en la pantalla. En todos los canales relatan el terrible desenlace del "brote de ébola". Le es imposible ahora dejar de mirar la pantalla, incrédulo. Hablan del número de víctimas como si enumeraran los afluentes del río Tajo. Resulta muy aséptico. Todos los expertos en enfermedades tropicales del país parecen ser comentaristas de televisión. Describen los síntomas y el proceso de la enfermedad. Se alternan sus declaraciones y las de los miembros del Gobierno con reportajes sobre anteriores pandemias en Europa durante el último siglo. En todos los canales celebran la intervención y la califican de necesaria y exitosa. Pero en ninguna se mencionan los nombres de las víctimas. No hay entrevistas a testigos ni a familiares de los fallecidos. Sólo ha muerto una veintena de personas sin rostro, sin nombre y sin historia.
Luis apaga el receptor cuando el presidente está declarando en directo a través de una pantalla de plasma desde el edificio de Presidencia y ante un centenar de micrófonos: "Todo está ahora bajo control". Luis no sabe si la opción que ha elegido el Gobierno ha sido la más adecuada, es posible que no les haya quedado otro remedio. O tal vez sí había aparecido un brote de ébola tan agresivo como habían dicho. Pero tendrían que haber intentado salvar a los infectados. Al fin y al cabo estaban aislados en el centro de salud. Además, existe una remota posibilidad de supervivencia. Todos hemos oído casos de personas que se han curado. Sin embargo, los habían ejecutado.
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Todo está bajo control
Science FictionLuis Vallés, trabaja en la sección de Local de un periódico madrileño. Acude a un centro de salud de Leganés para cubrir incidente de poca relevancia con unos usuarios pero al llegar, el ejército impide la entrada y la salida a cualquier persona no...