Capítulo 5

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A Saúl le había resultado provechosa la noche. Había entrado en el portal y había descubierto el nombre del individuo al que seguía, Luis Vallés. Con el dato llamó por teléfono a Intendencia que le proporcionó todos los datos disponibles.

Su contacto en la central de información le comunicó que Luis Vallés tenía veintiocho años, había terminado periodismo en la Universidad Autónoma de Madrid con unas excelentes calificaciones y ejercía como periodista en la sección de Local del diario La Libertad. No tenía antecedentes penales ni había tenido que acudir a ningún centro de reeducación. Vivía solo en una vivienda en el barrio de San Nicasio de Leganés.

Nada hasta ahora le hace sospechar que el periodista colabore con la Policía. Por tanto, debería de resultar fácil robarle la fotografía. Pero no puede fiarse, a lo mejor es una artimaña. Siempre cabe la posibilidad de que todo sea precisamente una trampa para atraparle cuando se acerque No puede fiarse pero tampoco quiere matar a un inocente sólo porque tenga dudas. Así que antes de recurrir a la violencia decide continuar siguiendo al periodista y estar atento por si localiza a alguien más alrededor que lo utilizara como señuelo para atraparlo a él.

Cuando Saúl lo ve salir del portal, lo primero que hace es un rápido inventario del armamento que porta bajo el impermeable. Catana, ok. Ballesta, ok. Carcaj, ok. Cuchillos, ok y ok. Deja distancia con su objetivo para no ser descubierto ni por él ni por sus posibles compinches.

Uno tras otro llegan hasta una plaza. Luis se sienta en un banco. Aquel podría ser el lugar del encuentro con algún inspector de Policía obsesionado con desmantelar la Comunidad. En cualquier momento averiguará con quién ha quedado.

Pero unos minutos después continúa la marcha hasta una tienda. Luis tarda en salir y Saúl se impacienta fuera. Duda si el periodista no habrá escapado por alguna puerta trasera y está a punto de salir de su escondite para buscarle en el establecimiento cuando lo ve aparecer cargado con dos bolsas de detergente.

No puede esperar más, en cuanto el periodista camine por una calle poco transitada tiene que asaltarle y acabar con la incertidumbre. No va a arriesgarse a perder la fotografía y a que le atrapen por prolongar demasiado el seguimiento. Las oportunidades siempre terminan apareciendo, es sólo cuestión de tiempo.

Todo está bajo controlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora