VI. Alguien que solía conocer

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Desde el momento en que Freddy abrió la puerta de entrada de su casa y descubrió, tras esta, a Helen Fazbear, su madre, con una chancla de color rojizo, como la sangre, en la mano, supo que estaba en problemas.

Esta sensación no hizo más que incrementar cuando la mujer lo tomó del brazo, con demasiada fuerza para su gusto, y lo arrastró al interior de la casa, cerrando la puerta de golpe. Después de eso, se dedicó a analizarlo con la mirada, fijamente, sin parpadear, al punto de que el castaño se sentía como si estuviera siendo examinado por rayos X. La mirada de su madre siempre le había parecido penetrante, pero nunca como en esos momentos, cuando estaba enfadada y lo sabía. Claro que la mayoría de veces eran por culpa de Fred y, debido a eso, su madre siempre se ensañaba con el pelinegro, pero seguían compartiendo cuerpo. Lo que le doliera a Fred le dolería a Freddy unas horas después.

—¿Por qué llegaste a esta hora? —Ahí estaba, la tan temida pregunta. Helen jugueteaba con la chancla entre sus dedos mientras seguía mirando la cabeza gacha de su hijo, que se aferraba a las tiras de la mochila como si estas fueran el encendedor de una jet pack. Con sólo ver su expresión asustada ya era suficiente para que supiera que las razones no eran exactamente buenas, y sólo se le ocurría una persona que pudo haberlo metido en problemas en el instituto—. ¿Tomaste tus pastillas?

—¿Eh? —Freddy alzó la cabeza rápidamente—. ¡S-Sí! ¡Me las tomé, como me dijiste!

—Ya veo... —Helen se acercó. El cuerpo de Freddy empezó a temblar. La chancla roja estaba demasiado cerca, y el color era demasiado intenso y brillante.

—¿Pa-Pasa algo? —Incluso su voz temblaba. No podía evitarlo. Era el miedo que le infundía su madre.

Helen siguió mirándolo fijamente, sin decir nada.

—¿Por qué llegaste a esta hora? —repitió, al cabo de algunos minutos. Freddy sentía que se le iba a ir el alma del cuerpo. Casi podía sentirla en su boca. A lo largo de sus dieciséis años de vida, nunca se había metido en problemas. Todas las veces que ocurrían solían ser por culpa de su otra personalidad, y por eso su madre confiaba plenamente en él. Siempre que pasaba algo malo, era la misma excusa. "Fred lo hizo". El problema era que, esta vez, sí que había sido el castaño. Era la primera vez que se enfrentaba a su madre de esa manera, y no le gustaba nada la forma en que esta lo veía.

—Me castigaron —terminó admitiendo, aunque su voz sonó tan baja que más bien pareció un suspiro. Sabía lo que venía. Seguro su madre lo castigaría sin pizza por un mes. Ella sabía bien la clase de tortura que sería para su hijo no poder comer ese platillo de dioses por tanto tiempo. Si tenía suerte, sólo no le dejaría salir en esa misma cantidad de tiempo. Después de todo, nunca lo hacía. No sería nada demasiado diferente a su rutina diaria.

—¿Y se puede saber por qué? —La voz de Helen sonaba extremadamente dulzona mientras la chancla iba y venía entre sus dedos.

Esta vez, Freddy le contó todo. No servía de nada escondérselo. Tarde o temprano, se enteraría en cualquier reunión de padres, así que, ¿por qué retrasar lo inevitable? Además, no tenía demasiadas ganas, ni imaginación, cabe decir, para inventar una excusa decente. Lo más probable es que acabara gritando "¡Guitarra!" y saltando por la ventana, como sólo un estúpido lo haría. Es más, esa era sin duda la peor que se le podía ocurrir.

Así que le contó. No la versión resumida que tuvo que contarle al profesor para ahorrarse problemas con su ahora compañero de banda, aunque tampoco se hizo la víctima como lo hizo ver Chica. Simplemente le habló, de la manera menos nerviosa que pudo, de su estrepitoso fallo en la presentación frente a sus compañeros, del momento de elegir su asiento, el tropiezo que tuvo con el pie de Foxy, de cómo cayó encima de él, su empujón, de Bonnie dormido, el regaño de Chica, y cómo todo el escándalo terminó llamando la atención del profesor, propiciando su castigo. Por supuesto, a ella también le omitió el asunto del beso. No pensaba admitir que su primer beso fue con su "compañero rebelde", mucho menos que fue por un simple accidente. Seguro su madre armaría un escándalo sobre "su virginidad de labios" y "Estúpida la inocencia de mi niño idiota", y más cosas así.

Sinfonía de lluvia en abril  ➵  FNAFHS. [Golddy's Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora