Enfrentando el Pasado

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Luego de leer todos esos libros, encontré un montón de respuestas al millón de preguntas que pasaron por mi mente, tuve una adolescencia difícil después de darme cuenta que no quería crecer, cuando supe que la vida no es una fantasía, no es un cuento de hadas.

Todos los días, solo deseaba morir e intente hacerlo varias veces ninguna con éxito, tuve una infancia preciosa, vivía mi propia fantasía, mientras me escondía en el castillo de princesas que construí en mi habitación, para huir del ruido que hacían mis padres mientras discutían, simplemente omití a mi familia y crecí pensando que algún día escaparía a ese lugar fantástico donde todo era color de rosa, y yo era la princesa que todos los príncipes querían rescatar.

Al cumplir los 8 años, me llegó el periodo por primera vez, fue muy traumático, no estaba preparada, era un ángel inocente... Cuando mamá me explicó que dejaba de ser una niña y que cada 28 días sangraría, llore, llore cada día, y cada noche después de eso... yo no quería crecer.

Desde ese día, me apartaron de la escuela "mis amigas", porque decían que yo era un monstruo, ningún niño jugaba conmigo, y fue cuando menos quería salir de mi mundo de mentiras...

Cuando cumplí 10 años entré por primera vez a secundaria, luego de pasar los últimos dos años de escuela en completa soledad... era reservada y muy cohibida de hablar con las personas, solo llevaba mi cuaderno a todos lados, escribía lo que pensaba, lo que sentía, lo que deseaba gritar y no podía, dibujada todo el tiempo.

Mi primer año de secundaria me enamoré por primera vez de alguien, en secreto, lo amaba en secreto lo veía cada día cuando llegaba y cuando se iba, no supe su nombre hasta más o menos 6 meses después, cuando una chica lo llamó en los corredores de la escuela donde estudiaba.

Un día cualquiera, nos tropezamos mientras yo jugaba en el equipo de basketball en la escuela, él iba pasando justo en el momento que salte para atrapar el balón y caímos juntos al piso, nos miramos fijamente a los ojos, y luego me levanté con mucha vergüenza, salí corriendo y me fui, días después el averiguo mi nombre y me llamo, hablábamos todos los días, así pasaron 4 meses y él era muy lindo conmigo ya me había robados 2 o 3 besos y me decía cosas muy lindas, en mi mente era el príncipe de mis sueños (a él le di mi primer beso), pero un día cualquiera antes de terminar el año, me entere que tenia novia, y que solo salia conmigo porque yo era la FOR EVER ALONE de la escuela, había apostado con sus amigos y su castigo era salir conmigo.

Llore largas noches, y rogué a mis padres que me cambiaran de escuela, juré no sentir nada por nadie nunca más, en la otra escuela en mi segundo año de secundaria, conocí a Channel, mi única amiga, a la que le conté lo que me había pasado, ella me escuchaba siempre, y también me contaba sus cosas, nos hicimos las mejores amigas.

Pasando los años, ingresé a varios grupos de actividades escolares, con tal de no estar en mi casa, escuchando las discusiones de mis padres, escapando de mis frustraciones.

Las palabras que Samanta había compartido en su diario, abrieron una ventana hacia una infancia y adolescencia marcadas por la profunda herida emocional. A través de su relato, se dibujó el retrato de una niña que había intentado escapar a un mundo de fantasía, negándose a crecer y enfrentar la cruda realidad de su hogar.

La noticia de su primera menstruación, lejos de ser un momento de madurez, se había convertido en una fuente de trauma y rechazo por parte de sus compañeros. Samanta, la inocente "ángel" que no quería aceptar que ya no era una niña, se vio sumida en la soledad y la incomprensión.

Esos años de escuela, donde debería haber forjado amistades y recuerdos alegres, se convirtieron en un calvario. Apartada por sus compañeros, Samanta se aferró aún más a su mundo interior, llenando cuadernos con sus pensamientos, dibujos y anhelos.

Pero fue en la secundaria donde su corazón recibió la primera gran herida. Ese amor secreto, ese "príncipe de sus sueños" que al final resultó ser solo una cruel burla, dejó cicatrices profundas en su alma. La traición y el rechazo la empujaron a encerrarse aún más en sí misma, a jurar que nunca más volvería a entregar su corazón.

Sin embargo, la luz vino de la mano de Chanel, esa amiga que supo escuchar y comprender su dolor. Juntas, lograron encontrar fortaleza en la amistad, un refugio donde Samanta pudo sentirse segura y acompañada.

Pero incluso esa frágil felicidad no duró para siempre. Los secretos familiares y la distancia de su hermano mayor, Cristofer, se convirtieron en una nueva carga que Samanta tuvo que soportar. Y finalmente, la traición de Adrian, aquel amor que creyó eterno, terminó por desencadenar el accidente que la sumió en el olvido.

Ahora, al enfrentar la verdad enterrada en sus diarios, Samanta se encontraba de pie, rodeada del apoyo incondicional de su familia y de su mejor amigo, Fernando. Juntos, harían frente a los fantasmas del pasado, dispuestos a reconstruir los puentes rotos y sanar las heridas que habían marcado su vida.

Samanta sabía que el camino no sería fácil. Revivir momentos tan dolorosos y enfrentarse a la traición de quienes más amaba requeriría toda su fortaleza. Pero ya no estaba sola. Tenía a Fernando a su lado, y a una familia que, a pesar de los errores, estaba dispuesta a brindarle todo por recuperar el tiempo perdido.

Con cada página de sus diarios que leía, Samanta sentía que iba reconstruyendo su propia historia, pieza por pieza. Ya no era la niña que había intentado huir de la realidad, ni la adolescente herida y desconfiada. Ahora, era una mujer que estaba dispuesta a afrontar su pasado para forjar un futuro mejor.

Con determinación y el apoyo de sus seres queridos, Samanta se embarcó en esta nueva etapa de su vida, lista para enfrentar los desafíos que se presentaran, y con la esperanza de reconstruir los lazos que el tiempo y el dolor habían intentado romper.

Como volver a nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora