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Era un nuevo día, en donde todo seguía igual.

Un fuerte rayo de sol pegaba contra el ventanal, amaba cuando la mañana era así.

Soleada como si no fuese un día de miedos o de tormentas.

—Buenos días pequeña— hablaron después de abrir la puerta.

Juanpa.

—Buenos días grandulon— reí mientras frotaba mis ojos suavemente.

—¿Cómo te fue ayer?— cuestiono mientras se acomodaba en el sillón

Que te digo?

Mario casi me hace dar un orgasmo en medio de la clase de Gimnasia?

Ridículo.

—Nada nuevo, todo igual— le sonreí, esta vez levantándome de la cama

—¿Qué quieres desayunar?

—Ir a un Mc'Donalds estaría bien— reímos

Me gustaba cuando íbamos él y yo.

Era genial.

—Esta bien, alistare y saldremos en 20 minutos— ordenó sonriente

Salió de la habitación, se veía muy guapo.

—Guapo— le grite

Él, sólo río.

*

—Están deliciosas, Dios— hablé con la boca llena de papas fritas.

Soy una tragona, lo sé.

Pero Mc'Donalds es vida jóvenes.

—Me daría asco donde te saliera una papa víctima de aquella cápsula llena de demás papas fritas— respondió Juanpa riéndose

Reí, lo más fuerte que pude.

—Cochino!

Después de aquello, dos personas entraron al lugar.

Reconocía perfectamente a la chica que entró, Joder.

Claro, era la morena con la que estaba Mario.

Y si, él también entró por allí.

Sus miradas recorrieron todo el lugar.

La de él, desde la cajera hasta la mesa de nosotros.

Me vio y sonrió.

Dios, sólo baje la cabeza.

—¿Qué tienes?—pregunto Juanpa mientras me miraba raro.

Claro, Mario y su dicha novia están entrando al mismo lugar que nosotros.

Eso pasa hermano.

Genial.

—Nada, sólo que me pareció ver a Alexa pero no, no era— respondí nerviosa.

—¿Vale?!— respondió dudoso.

Se dirigían hacia nosotros.

La única mesa vacía era la de atrás de nosotros.

¿Siempre me pasará esta mala racha?

Joder.

—Hermano— hablo él.

Saludando a Juanpa de mano, estrechando sus manos, todo normal.

—¿Y tú qué?— pregunto Juanpa— ¿nueva chica?— esta vez mirando a la morena

Te odio.

Perra, tú también.

—Hola, mucho gusto— sonrió la morena

Mi cara no fue la mejor en ese momento.

—Hola hermosa— saludo tocando mi hombro.

—Hola, cómo estás?— respondí.

¿Qué?

Se acercó, tanto que su perfume quedó impregnado en mis fosas nasales.

Dios, me encanta.

—Te vez tan sexy, mujer— dijo ronco en mi oído.

—Tú también, me encanta como te vez— respondí embobada viendo su perfil, sus lunares eran hermosos.

Sin duda alguna, una galaxia hermosa.

Él sólo se alejó, dejándome estúpida en ese momento.

La morena solo sonreía a Juanpa.
Quién le devolvía el gesto.

Pendejos.

Aunque no juzgo.

—Bien, los dejamos— se despidieron yendo a la mesa de atrás.

—Claro, provecho— respondió Juanpa viendo a la morena.

Lo mire sería.

—Joder, acaso te gustó?— le pregunté con cara de asco

—Es muy guapa, y de buen cuerpo. No lo niego— respondió mordiendo su labio inferior.

—Si así lo dices, sabes cómo es Mario. Es mejor evitarte un problema— le advertí.

—Hay que saber enfrentarse a los miedos, o si no...¿qué sentido tiene la vida?— hablo seguro.

Era verdad, pero hay momentos en los que no debes ni de meterte.

Voltee a mirarlos, él con su mirada en mí, la desvío hacia ella.

Maldito, aún me piensa.

—Deja de verlos, pensaran que tienes intensiones— reino Juanpa.

—Mejor vámonos— lo tome de la mano saliendo de allí.

Rogaba a Dios que cuando me levantara no viera mi trasero.

Tenía un short alto de mezclilla, el cual no cubría todo mi trasero.
Es que lo amo, es mi prenda favorita.

Salimos de allí y en mala racha el coche de Juanpa estaba parqueado justo en frente de la ventana donde él estaba sentado.

Más de malas para donde.

Polos Opuestos ► Mario BautistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora