-¿Juanpa?- cuestione bajando las escaleras.
Todo era raro, hace un momento el fuerte ruido de la puerta al cerrarse hizo que empezara a sospechar, estaba realmente asustada.
¿Que demonios pasa?
El bajo de la música que provenía del patio hizo que quedara aún más perdida.
No puedo negarlo que Juanpa es una persona que le gusta mucho la rumba, y no sería normal que hiciera una fiesta a mitad de semana.
Pendejo.
-¿¡Juanpa!?- cuestione gritando aún más fuerte.
Llegué al patio, y varias miradas se posaban en mí.
Me veían de arriba abajo, más que todo mi pijama corta de unicornios.
¿Qué?, Normal.
Miré a cada persona con la mirada más fría que pude, sólo para lograr que la quitaran de mí
Lo cual, funcionó.
Hasta que lo vi, encima de su regazo tenía a una rubia.
Ha de ser de esas plásticas.
Me dirigí a él, ignorando completamente las mirada que aún tenía en mí.
Él, apenas me vio quedó con cara de asombro.
Sí, por mí estúpida pero linda pijama.
-¿Qué haces aquí, pensé que habías salido?- pregunto sin apartar la vista de mí.
Y la rubia se tenía que meter.
-¿Quién eres tú, y quién eres para decirle que hacer y que no a mi bebé?- pregunto la rubia refiriéndose a Juanpa.
Juro, que mi risa se escucho en toda la fiesta.
No conteste, sólo me dirigí a apagar la música la cual estaba dirigiendo un chico, feo por cierto.
Me lanzo una mirada penetrante, asquerosamente lo miré y dirigí la palabra hacia él.
-Largate y no vuelvas si no quieres llegar a casa de mami y papi hecho pedazos por culpa de una chica- sonreí viéndolo con sarcasmo-¡ahora!- le ordene mientras alzaba mi brazo apuntando la puerta.
Este no dijo nada, sólo obedeció y salió de aquel lugar.
Desconecte la música y las luces.
Obvio los dejaría hacer la fiesta, pero no hasta que hablara.
Susurros y los típicos "uh" estúpidos sonaban mientras sus miradas de mierda estaban en mí.
Me dirigía a Juanpa, quién sólo estaba atento a la escena que había hecho.
-¡Tú!- señale la rubia- lárgate antes de que tus estúpidas estenciones queden regadas por todo el suelo de mi patio- le advertí
Hizo una cara de asombro poniendo su mano en el pecho.
Ese horrible pecho desconfigurado que tenía.
Iba a ordenar a Juanpa que me explicara todo.
Pero una voz se hizo presente.
-¿Ahora te has vuelto más armarga de lo que eras?- río tan suavemente
Voltee a mirar de quien trataba
Y era él, el maldito y sexy Mario Bautista.
Sólo sonreí.
-Vale, si quieres saber aquí hay mucha rubia y sobre todo plástica, te las puedes follar a cada una al momento que quieras en es de venir a joderme la vida- le rete
Sus facciones cambiaron.
Me dio risa, lo acepto.
Su mandíbula se tensó, haciendo que su cuerpo también lo hiciera.
Recorrió mi cuerpo, haciendo que me sintiera con ganas de desearlo.Y vaya que si lo estaba logrando.
-Diría que esa pijama se vería bien en el piso de la habitación y lo demás- se acercó, lo suficiente para ponerme nerviosa- ya sabes, encima de mí, gimiendo mi nombre cuántas veces quieras- advirtió de la manera más sexy y pervertida que pudo.
¿Quería que tuviera un orgasmo allí mismo, o qué?
Sonreí, sus palabras si que habían hecho efecto en mí
-Sabes que cuando gimo tu nombre cuántas veces quiero, soy mejor haciéndolo que cualquier plástica que está parada en este mismo lugar- aclaré.
Sus labios vinieron a mí, en un abrir y cerrar de ojos.
Justo, lo que literalmente necesitaba.
Y más de él.
Su cuerpo se relajó al instante, era como si la droga de su cura fuera yo.
Sus manos, esas suaves y grandes manos tocaron mi mejilla, una la quito de allí para posesionarla en mi cintura, y que de allí empezará a entrar a mi cuerpo, el cual hervía por él, sólo por él.
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Polos Opuestos ► Mario Bautista
RomanceNo tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, su manera de caminar no coincidían y mucho menos la estatura. Nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes. Él era dueño de sí mismo, ella una niña insegura. Sus manos parecían haber s...