SeokJin recordaba los momentos antiguos mientras veía al sol esconderse.
SeokJin recordaba muy bien que su madre no era así, lo recordaba muy bien.
Recordaba su dulce tacto, sus caricias suaves y sus sonrisas que iluminaban su día a día. Ver a su madre sonreír lo hacía feliz.
Pero todo tenía su fin, nada era eterno.
Aquellos dulces tactos se reemplazaron por golpes y apretones de brazos.
Sus caricias por manchas de color morado y rojo.
Y su sonrisa fue reemplazada por dos mejillas empapadas de tristeza como lo que habita en él.
Odiaba su vida. Y no acababa con ella porque sentía que algo quedaba, que su felicidad no se había ido del todo.
Pero no llegaba. Corría con desesperación buscándola y no llegaba, y creía que ya no podría más.
Sentía que estaba en un callejón sin salida, en donde buscaba escapar de una forma u otra pero la única opción era cerrar sus ojos para siempre.
Asfixiado se sentía, asfixiado estaba gracias a la vida, intentando respirar mientras estaba sentado viendo los rayos del sol ocultarse antes de que la noche aparezca y sus sentimientos se abrieran tal como los pétalos de una flor.
Se sentía solo.
Pero no se encontraba.
Aquel chico de cabello morado se encontraba destrozado mirándolo.
Aquellas dos personas miraban la luz del día desaparecer.
Sin embargo ya no planeaban irse al caer la noche.
No cuando el moreno caminaba, con su mano en el bolsillo mientras la otra sostenía una lata de cerveza con la cual bebía y disfrutaba de su amargo sabor.
— ¿Quieres una? — Susurró mientras aplastaba los verdes seres vivos al sentarse.
El silenció reinó.
Como si no tuviesen bocas, sólo se comunicaban con las miradas.
"No". Leyó en la mirada de SeokJin, y desde ese momento todo se tornó raro.
— ¿Estás bien? — Por fin el mayor pudo escuchar claramente aquella grave voz, como si de una araña se tratase un escalofrío recorrió por su columna.
Sus cabellos morados cayeron por sus ojos y en el momento que escuchó su dulce voz, levantó su rostro, encontrándose con el castaño y sus bellos ojos.
Aquellos ojos más oscuros que la noche, que se cerraban mientras asentía delicadamente.
— Sí.
Un montón de mentiras detrás de aquella palabra, que él jamás olvidó.
"Mientes", se dijo a sí mismo.
Y no lo decía porque era de desconfíar.
Sino por aquella lágrima engañosa que bajaba por su mejilla.
Aquella tristeza y angustia que sentía y lo ahogaba.
Desde ese instante supo que aquel bello chico, se encontraba vacío.
— ¿No tienes otra cosa mejor que hacer?
Y es que lo único que menos quería era darle pena a personas que no conoce.
— Estaba ahogando mis penas con el alcohol, ¿eso es algo mejor?
— No. No lo es.
Un trago se hizo presente por su garganta, para luego notar que el bello chico estaba acostado.
Su perfil era digno de ser fotografiado.
Pero no cualquiera tenía el derecho.
O mejor dicho, nadie.
Más que una persona.
Sus labios hicieron una mueca, intentando olvidar todo, ya que no quería llorar frente a un desconocido.
Pero no era posible olvidar las cosas.
No en este punto, en el que sentía que era parte del infierno sin estar muerto.
— ¿Cuáles son tus penas?
El menor alzó una ceja para luego darle otra lata, que con gusto aceptó el castaño.
Sabía que sería una larga y difícil charla.
Y quién sabe, por algún momento se olviden del infierno en el cual viven.
O eso él creía.
— Penas de amor.
Pero lamentablemente, cada uno tiene su propio infierno, ¿o no es cierto?
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loveless | namjin
Fanfic孤独感 ━ tan sólo eres una pequeña estrella opacada por tu tristeza y falta de amor.